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Los voluntarios del Comedor de los Pobres de Salamanca y de Cáritas volvieron a convertir la Nochebuena de este año en una calurosa velada, tanto para el cuerpo como para el espíritu de familias sin recursos, enfermos y personas sintecho. La generosidad y entrega de los colaboradores del Comedor de los Pobres fue clave para tener todo listo durante la cena de Nochebuena, así como la de los salmantinos que hicieron posible que 220 personas disfrutaran de un menú especial en la noche tan señalada. Según la organización, consiguió donaciones para 150 menús de los 220 que repartieron y que constaron de entrantes a base de embutidos y quesos, así como crema de marisco, seguida de pastel de langostinos.
De segundo, una pechuga de pavo o popietas de lenguado, mientras que el postre se endulzó con crema de almendras, turrones y dulces típicos de la Navidad. De nuevo, el obispo de las diócesis de Salamanca y de Ciudad Rodrigo, José Luis Retana, se acercó hasta las instalaciones del paseo de la Estación para compartir mesa con los voluntarios y los beneficiarios.
La cola que se generó esta vez a la puerta de las instalaciones tenía una alegría especial, a pesar de las bajas temperaturas, mientras dentro los voluntarios se afanaban por ultimar la colocación de las mesas, ubicadas alrededor de la imagen del Niño Jesús. También echaron una mano en el reparto de los menús Bomberos Unidos Sin Fronteras, que junto a los colaboradores del Comedor de los Pobres ayudaron a reconfortar a estas personas vulnerables.
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