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Ignacio Pascual, conocido como Nacho el “Kiosquero”, en el barrio de Carmelitas, donde regenta un kiosco desde hace 32 años. laya
Nacho, uno de los quiosqueros más veteranos de Salamanca: “De aquí salió mi casa y crié a mis hijos”

Nacho, uno de los quiosqueros más veteranos de Salamanca: “De aquí salió mi casa y crié a mis hijos”

Ignacio Pascual regenta desde hace 32 años un quiosco en Carmelitas. Aunque en la próxima concesión saldrán 15 de los 31 quioscos de 2007, defiende que es un negocio rentable

Domingo, 26 de febrero 2023, 17:59

Hace 32 años, Ignacio Pascual todavía no era Nacho “Quiosquero”, como le conocen ahora los vecinos del barrio de Carmelitas. “Empecé en el negocio porque mis padres tenían el de enfrente. Este lo llevaba la señora Carola, que estuvo aquí mil y pico años —exagera— y se lo compré”. Deja claro que le pagó por el sitio, “porque el templete es del propietario”. Lo cuenta justo ahora, cuando el Ayuntamiento ha iniciado el expediente de contratación de la concesión de los quioscos de la ciudad, proceso al que piensa concurrir y del que se queja que no dé prioridad a los actuales concesionarios.

“En más de tres décadas he conocido a los abuelos y a los niños que ahora tienen hijos. Los vas viendo crecer, tener descendencia, les ves cómo se van de Salamanca... Porque aquí no queda nadie”, afirma. Defiende que el quiosco es un negocio rentable, al menos los que quedan abiertos. “Cuesta creer que ganes dinero céntimo a céntimo, pero de aquí ha salido mi casa y se han criado mis hijos”. Por eso su intención es continuar hasta que se jubile, “o hasta que un día me quede aquí”, bromea.

Cuando abrió por primera vez su negocio tenía 18 años. “Estaba soltero y la que es ahora mi mujer me echaba una mano”, recuerda. Desde entonces el cambio del sector ha sido radical. “El público es mucho más mayor. Los de 50 años para abajo consumen pocos periódicos de papel, aunque realmente la información está ahí”, describe para seguir echando la vista atrás.

“Antes cerrábamos a las 11 de la noche, pero ahora cuando las tiendas echan la trapa a las ocho de la tarde ya casi no queda nadie”. Un cambio que se extiende a los fines de semana, que han pasado de tener un domingo “bueno” de negocio a poder cerrar porque todo el mundo se marcha fuera de la ciudad. En este tiempo se ha caído encima del quiosco una rama del enorme árbol que hay detrás. Cuando cambiaron el empedrado de la zona él y su mujer se vieron obligados a ir a trabajar a la costa. “Eran otros tiempos”, rememora con una sonrisa nostálgica Nacho el “Quiosquero”, un profesional curtido. Constata que la clave para salir adelante es ser constante y simpático, algo que es evidente que no le cuesta mucho solo con ver cómo tiene una broma para cada cliente y cómo se anticipa a lo que quieren.

El mundo y Salamanca han cambiado tanto desde que abrió que le parece increíble cómo podía vender cigarros sueltos a niños por 20 pesetas (12 céntimos). “Ahora está totalmente prohibido, aunque es verdad que los chavales fuman menos”, explica. Otra de las cosas impensables es el uso del datáfono. El dinero de plástico se ha extendido tanto “que los niños ahora me pagan las chuches con el móvil, eso me deja muerto”, confiesa.

Tarjetas y “juguetines”

Aunque todavía los más pequeños siguen con las colecciones de cromos, han aparecido “juguetines”, como los llama Nacho, que pueden costar hasta ocho euros. “El abuelo pone morros, pero al final se los compran”, señala con media sonrisa. También destaca el avance de las tarjetas para los suscriptores: “Te permiten comprar el periódico en cualquier quiosco de España con descuento, aunque a mi me lo pagan entero”.

En el proceso de contratación salen 15 quioscos. Son la mitad de los que se ofrecieron en el año 2007, después de que en este tiempo se hayan retirado nueve y otros siete ya no tengan actividad, que se irán quitando poco a poco, tal y como avanzan fuentes del Consistorio.

El precio va en función de la ubicación: el más caro es el de Torres Villarroel, que sale por 210 euros al trimestre, y los más baratos son los de Doña Urraca con Federico Anaya, así como el de la calle Maestro Jiménez, que cuestan 125 euros. “Que quede bien claro que se compra el sitio, porque el templete lo pagamos nosotros en 2002 y nos costó más de 30.000 euros. El que se quede con la concesión tendrá que negociar la compra del quiosco o comprarse uno”, insiste Nacho.

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