Salamanca
Miércoles, 16 de agosto 2023, 17:57
«Mira este tomate que tamaño tiene. Esto sí que es un tomate de verdad. Así no se consiguen en el supermercado o la frutería», comenta con satisfacción Juan, un hortelano de los huertos urbanos que dedica parte de sus mañanas al pequeño pedazo de tierra que muestra lleno de orgullo.
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Cerca de él, Maribel, Toñi y Rufino recogen cada uno en sus respectivas parcelas verduras que ya están listas para llevar a la mesa. Bromean entre ellos, se piropean por la cosecha, ríen e intercambian los distintos productos que cada uno ha logrado obtener durante el transcurso de la jornada. «Entre nosotros nos ayudamos mucho. En estos días, por ejemplo, he necesitado un tomate y me lo ha dado Rufino. Otro día se lo daré yo a él. Así es, yo le doy cebolla, él me da lechuga, el otro me da ajo. Nos vamos con la ensalada completa», bromea Maribel, una usuaria que vive la labor de cultivar alimentos como un agradable pasatiempo.
Un poco más allá, Alejandro, Sebastián y Víctor se dedican también a los trabajos de mantenimiento propios de la huerta. Para ellos, la ocupación es una forma de mantenerse activos y pasar un rato diferente. Sin embargo, destacan que la tarea no es tan sencilla como parecería. «El huerto cuando más trabajo da es en marzo que hay que plantar, cavar y preparar la tierra. Luego solo tienes que mantenerlo, pero igual hay que venir a menudo. Yo por lo menos vengo todos los días una hora», señala Sebastián.
Un afición que no solo requiere esfuerzo físico y constancia, sino una inversión económica. «Aquí pagamos una anualidad de 50 euros, pero el gasto fuerte viene después que hay que comprar las herramientas, las semillas y el abono. Ahí te puedes gastar mensualmente tus 50 euros bien gastado», explica Rufino.
Por ello, quienes siembran en los huertos urbanos destacan que para ellos la actividad no supone un beneficio económico, sino la excusa perfecta para pasar unas horas al aire libre y desconectar de los quehacer cotidianos. Un entretenimiento que, además, viene acompañado con una sabrosa recompensa en forma de frutas, verduras y legumbres.
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Sin embargo, no todo es color de rosa dentro de los huertos urbanos. Los usuarios resaltan que el trabajo en los huertos también tiene sus momentos decepcionantes como cuando por cualquier motivo pierden una cosecha o cuando alguien les roba uno de sus preciados productos. Una situación que, por lástima, se repite más de lo que debería. «A mí todos los años me roban algo. Da mucha rabia trabajar tanto para que venga alguien y te lo quite. Lo peor no es que se llevan la fruta, sino que pisotean y dañan las plantas para cogerla», expresa Víctor enfadado.
A pesar de ello, los hortelanos señalan que nada los desmotiva y que la satisfacción de ver las plantas crecer o consumir algo que han cultivado con sus propias manos no tiene comparación.
Un pasatiempo que atrae a personas de todas las edades, pero que tiene una gran popularidad entre aquellos que ya están jubilados y encuentran en los huertos una oportunidad de relajarse y mantenerse activos.
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