Valentín Gómez, ante una de las contraventanas de la Plaza ya pintada. MANUEL LAYA

La misión 'imposible' de pintar la Plaza: «He llamado ya al menos a 100 personas»

Valentín Gómez tiene que contactar con sus propietarios y entrar en sus casas. Algunos viven en Rusia, otros en Estados Unidos y la mayoría «sabe que residir ahí es un auténtico lujo»

Belén Hernández

Salamanca

Lunes, 7 de octubre 2024, 18:47

Uno de los pensamientos que cruzan por la mente al detenerse en la Plaza Mayor es quién tendrá la suerte de vivir en un lugar como este, un monumento nacional declarado Bien de Interés Cultural y que como decía Carmen Martín Gaite, es la sala de estar de los salmantinos.

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Valentín Gómez, el pintor de los balcones del ágora, lleva meses contactando con algunos de estos propietarios para entrar en sus casas y adecentar las ventanas.

Una tarea que no le resulta fácil porque algunas de esas personas con tanta suerte no viven en Salamanca e, incluso, son dueños por herencias de las que se llaman eufemísticamente «complicadas».

«El dueño de ese balcón», señala, «está en Rusia, son herederos que ni están en la ciudad y algunos ni han vuelto a pisar».

Mientras pinta, explica: «Ves estos 12 balcones de ahí, pues la dueña ahora está en Marbella». Cuando tocó el turno de llamar a uno de los propietarios de un piso del Pabellón Real se encontró con que estaba en Estados Unidos.

«La suerte en este caso es que tiene familia en Salamanca y me pueden abrir el inmueble», explica el profesional, que desde primeros de junio aborda la titánica labor de unificar el tono de los 273 balcones y contraventanas del monumento, que con el tiempo se han convertido en una auténtica mezcolanza de colores.

Tiene que acceder a las viviendas para lijar, sellar y pintar los elementos por dentro y por fuera. «En el caso del dueño de Rusia he logrado ponerme en contacto con una vecina y me ha dicho que lleva años sin venir. Intentará ponerse en contacto con él a través de whatsapp a ver cómo le envía la llave».

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Como única ayuda cuenta con un listado de propietarios. «He llamado ya al menos a 100 personas, que a veces son los dueños pero delegan la gestión en gestorías o empresas que explotan los inmuebles como pisos turísticos».

En este caso, según el pintor, tiene que esperar a que los clientes abandonen el alojamiento para entrar. De todos los propietarios con los que ha contactado se arriesga a señalar que «seguro que alguno estaba en Australia, me apuesto 40 bocadillos de mortadela porque hay muchos que están desaparecidos».

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Confiesa que a veces tiene que ejercer de detective para saber quién puede abrirle las casas. «Una señora me ha dicho que hasta que no pasen Ferias no pisa Salamanca, así que ahora vendrá solo para que pintemos sus balcones».

Salvo estas excepciones y las que se encuentre de aquí hasta que acabe su trabajo a finales de año, la mayoría de los propietarios son salmantinos.

«La gente es muy formal, la verdad». Después de tener relación con cerca del 60% de los residentes «con más suerte de la ciudad», Valentín ratifica que saben que son unos privilegiados.

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«Dicen que vivir en la Plaza es un lujo, aunque el inconveniente es que no pueden aparar cerca porque no hay garajes y que algunos portales no tienen ascensor». No obstante, siguen siendo afortunados por formar parte de un pedazo del patrimonio y de la historia.

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