Miguel Hernández deja La Soledad tras 42 años: «Cuando llegué en los 80 éramos 237 hermanos y la dejo con casi 3.000 cofrades»

Miguel Hernández se sienta en el primer banco de la capilla de la Soledad en la Catedral Nueva. Fija sus ojos en el rostro de la Virgen creada por Mariano Benlliure y las lágrimas empiezan a enjugar su rostro. A sus 84 años «gracias a Ella» da un paso atrás y da el relevo a Javier Hernández, tras la celebración de las elecciones. En su haber, 42 años como hermano mayor, el más longevo de la Semana.

¿Qué siente al dejar de ser hermano mayor tras 42 años?

—Todavía estamos pendientes de la ratificación del obispo pero sí 42 años y la he sacado 45 veces teniendo en cuenta las celebraciones por el aniversario. Salvo la pandemia y algún año puntual siempre he intentado que la Virgen saliera de la Catedral para que la vieran los salmantinos.

¿Qué hermandad se encuentra en 1982 y deja ahora en 2024?

—Yo me encontré con una hermandad con arreglo a la potencia económica de los hermanos tremendamente bien, pero los pasos tenían muchos años. Remodelamos la capilla de La Soledad en la Catedral con casi 4 millones en hacerlo con las rejas, una sede, el paso conocido como 'Los angelitos' para que los chicos aprendiesen a cargar. La dejo con la sede de la hermandad liquidada y con mucha satisfacción de los hermanos que han pasado conmigo.

¿Fue un momento complicado la elección de 'La Soledad de la Cruz' para incorporarla a la procesión?

—Ahora se cumplen 25 años. Hicimos un concurso y el que eligió la hermandad fue el que hicimos. Muy bonito y con muy buen resultado. Es la escuela de los chavales y chavalas nuevas. Uno de los grandes momentos que he vivido en tanto tiempo fue cuando las chicas procesionaron llevando a la Virgen en una procesión extraordinaria. Cada vez que me acuerdo me viene la emoción (llora). Lloraban en la Plaza fue un éxito total y moralmente para ellas. Ahora ya hay hasta nietas que cargan ahora de las que cargaron entonces.

¿Cuál es la clave para que la hermandad no haya dejado de crecer pese al auge de nuevas cofradías?

—Yo la recogí con 237 hermanos y la voy a dejar cerca de 3.000. No hemos pasado a los 3.000 que era mi ilusión, pero estoy súper orgulloso y feliz de la cantidad de devotos que vienen todos los años. Eso no lo hago yo, ni la cofradía, lo hace Ella —señala a La Soledad—. La verdad es que es una imagen que siempre me emociona. Es súper serena que te transmite mucho. No puede ser más bonita para mí.

¿Cuál es el momento más emocionante de estos 42 años?

—Por supuesto, el año que me pusieron la medalla de oro de la hermandad en el año 2007. Fue para mí lo más grande. También el ver terminada la sede de la cofradía que fue un riesgo grande y que colaboraron muchísimo todos los hermanos. Me ha quedado la pena de no verla coronada canónicamente. No voy a parar hasta conseguirlo, pero de momento no ha podido ser.

¿Por qué da un paso atrás y deja de ser hermano mayor?

—Cuando estuvo mi mujer tan enferma decidí que era el último mandato. Lo iba a hacer un año antes, pero al final decidí que la Semana Santa de este año sería la última. Y así ha sido.

¿Le hubiera gustado dejarlo antes?

—Nunca nadie me ha obligado ni me ha planteado que me fuera. He tenido bastantes directivas jóvenes. Yo, de verdad, nunca he tenido por la mente de dejarlo. Mi mujer era defensora de que estuviera y mis hijos. Yo me sentía feliz porque hemos hecho muchas cosas buenas: hemos dado de comer a cientos de personas necesitadas, juguetes a niños...

¿Qué consejo le ha dado a Javier Hernández antes de presentarse a las elecciones como hermano mayor?

—Yo consejos no le doy ninguno. Yo le dije que no quería ser más porque lo había prometido así, aunque no sabía el desenlace que iba a tener en mi vida particular. Pero me parece un chaval joven, muy trabajador. Lo único que le diría es que tenga los pies en el suelo porque es muy difícil gobernar nuestra hermandad porque somos casi 3.000 hermanos. Si me necesitan, yo aquí estaré pero sin ningún cargo. Estaré solo para ayudar pero en un segundo plano.

¿En qué piensa con la mirada clavada en el rostro de La Soledad?

—En nada... (llora). Que es muy bonita. Transmite mucha serenidad y a mí me ha ayudado siempre.

¿Cuál ha sido el momento más duro?

—Siempre es un mal momento cuando el tiempo amenaza con lluvia y no salir en procesión cuando los hermanos están nerviosos.

¿Qué impacto tuvo el robo de las joyas de la Virgen?

—Ese fue un momento terrible. Habíamos montado el triduo y cuando nos llamó la Policía nos encontramos con una bestialidad que habían hecho y que todavía no sabemos. Fui a Madrid y lo repusimos en una semana. La sacamos sin nada porque el pueblo lo pidió. Solo ha salido sin joyas ese día y cuando murió el Papa. Luego fue terrible la puñetera pandemia. Se ha llevado a mucha gente.

¿Cómo ve la Semana Santa de hoy?

—Floreciente y enriquecida. Yo quiero que todas las hermandades salgan adelante. Yo he patrocinado pasos que no tenían ni para flores. Siempre hemos estado dispuestos a ayudar a todos los que nos han necesitado.

¿Cómo le gustaría ver a su hermandad en una década?

—Primero, tendría que dar gracias a la Virgen porque me dejara vivir diez años más. Me gustaría que la engrandezcan y que me dieran la satisfacción de poder coronarla.

¿Qué le falta para que sea coronada?

—Entregamos hace diez años un dossier, pero yo creo que en ese momento las vírgenes dolorosas no las querían coronar. Yo insistí mucho al obispo Carlos López, pero él no lo veía.

¿Qué le gustaría que recordaran los hermanos de sus 42 años?

—Simplemente que pensaran que he cumplido. Es un mandato que no pedí nunca, sino porque me lo pidieron. Si ellos creían que yo podía desempeñarlo. Con que me recuerden como un hermano que ha cumplido, soy feliz. Estoy muy agradecido a todas las directivas que he tenido, los jóvenes que me han apoyado a los que quiero felicitar. Agradezco el trato del Obispado, el Cabildo y a todos los hermanos y devotos.

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