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Miguel Garrido de la Cierva (Madrid, 1960) tiene sobradas razones y argumentos para exigir al Gobierno, a este y a todos los que vengan, mejores comunicaciones entre Salamanca y Madrid y defiende desde la experiencia como empresario del sector turístico que para que a Madrid le vaya bien y tenga futuro le tiene que ir bien a su entorno. «Madrid no puede ser una isla y si lo es, malo porque acabará teniendo problemas graves de crecimiento».
Le tengo que preguntar por la penúltima polémica entre los gobiernos de España y Argentina a cuenta de las palabras de Milei en el acto de Vox. El Gobierno ha querido involucrar a los empresarios para que rompan también relaciones, ¿qué opinión le merece?
—Nos preocupa muchísimo esta situación que supone un altercado grave en las relaciones diplomáticas entre dos países. Creo que hay que terminar con eso. Nosotros lo que le pedimos a los gobiernos es que sean responsables porque lo que nos estamos jugando es mucho. Y lo que ahora queremos es que cuanto antes se rebaje la tensión, que se deje de sobreactuar, porque a nuestro juicio se está utilizando este incidente para cuestiones políticas, partidistas, electoralistas y eso nos parece muy grave. El presidente de un país no puede acusar de corrupción a una persona porque todas las personas merecen la presunción de inocencia. Pero claro, el propio presidente de nuestro Gobierno en reiteradas ocasiones ha vulnerado esa presunción de inocencia para otras personas o para otros familiares de otros políticos. Entonces..., si tú exiges respeto hacia tu persona y hacia tu entorno, lo primero que tienes que hacer tú es respetar también a los demás. No tiene legitimidad para pedir nada.
La crisis se inició en Salamanca con las declaraciones de Óscar Puente.
Que un ministro del Gobierno de España, que además es del PSOE, tache de drogadicto al presidente de una república amiga como Argentina es tal barbaridad que desde luego incapacita después a llamar la atención y a montar un número. Si el presidente del Gobierno hubiera reaccionado obligando a pedir disculpas a Puente... pero no lo ha hecho. Ni ha rectificado, ni ha pedido perdón. Las empresas lo que necesitamos es todo lo contrario. Es tranquilidad, es paz, es sosiego y es entendimiento. Nosotros al Gobierno lo que le pedimos es que respete a los demás, que deje a cada uno que haga su trabajo y que no se entrometa en los asuntos de los demás.
La pequeña y mediana empresa se queja de que este Gobierno primero dispara el gasto, después sube las cotizaciones, empresas y trabajadores pagan más y se complican las contrataciones.
—Que un país que sigue liderando las tasas de desempleo, especialmente las del juvenil, tenga un impuesto directo al trabajo, como son las cotizaciones que están entre las más altas de Europa, no tiene sentido. El Gobierno está subiendo permanentemente las cotizaciones sociales, que es un impuesto directo al trabajo. Parte del coste que las empresas destinan a los costes laborales en vez de ir a los trabajadores, está yendo al incremento de las arcas del Estado. Además, contamos también con un elemento que dificulta mucho la competitividad, que es la rigidez en el mercado de trabajo. Cuando España tradicionalmente lidera las cifras de desempleo tanto en épocas de bonanza como de penuria, en las de crecimiento como en las de decrecimiento, algo pasa en España y ese algo evidentemente es que es excesivamente rígido y además en los últimos tiempos esa rigidez está aumentando. Cuantos más problemas pongamos al despido, menos animaremos a la contratación de las empresas.
¿Ustedes creen que para este Gobierno los empresarios se han convertido en el demonio de Tasmania?
—Creo que hemos asistido a un fenómeno que yo no lo había visto nunca en gobiernos occidentales, y es que desde el propio Gobierno se ha criminalizado los beneficios empresariales. A este Gobierno le parece mal que las empresas ganen dinero. Yo creo que las empresas tienen muchas responsabilidades con la sociedad, pero la principal, la más importante de todas es ser rentables. De esa manera retribuyen a sus accionistas, pagan a sus trabajadores, pagan impuestos, generan riqueza, ofrecen recursos a la sociedad y animan a nuevas inversiones. Todos los países del mundo lo que hacen es ayudar a que las empresas ganen dinero. Sin embargo, en España el Gobierno trabaja para que las empresas no ganen dinero, porque le parece mal. Esto es esperpéntico. Y desde luego a la sociedad española le irá bien si a sus empresas les van bien.
¿Cómo ven a Salamanca los empresarios de Madrid para invertir?
—Es curioso porque Madrid es verdad que va bien, pero para que vaya bien, para que tenga el futuro es fundamental que el entorno vaya bien. Madrid no puede ser una isla y si lo es, malo, porque acabará teniendo problemas graves de crecimiento. Madrid tiene que crecer acompañado de su entorno. Y Salamanca es un lugar de enorme atractivo, por muchos motivos. Hay algunos muy evidentes que son el turístico, el patrimonio, el paisaje, el cultural, la universidad... Pero además, es un enclave geoestratégico de enorme interés para Madrid por su vinculación con el Noroeste y con el Norte de Portugal. Madrid tiene una actividad muy importante industrial, de logística y de intercambio de mercancías y necesita que sus entornos radiales tengan las infraestructuras necesarias, sobre todo ferroviarias, para poder hacer ese intercambio.
Salamanca tiene un problema importante. No tiene Ave, cuenta con muy pocas frecuencias por tren rápido y no tiene la línea electrificada hasta la frontera.
—Este tema sí que me parece especialmente grave. Creo que hoy en día toda Europa reconoce que el transporte ferroviario, tanto de personas como de mercancías, es absolutamente prioritario. La red eficiente de ferrocarril es fundamental para la competitividad de las regiones. Yo no he podido venir en tren. Primero porque los horarios no se adaptaban y para la vuelta no había ni un billete. En este sentido, creo que al Gobierno le debemos exigir que sea diligente, en vez de estar todo el día en batallitas mediáticas y en numeritos. Que haga el trabajo bien y que se hable con los territorios para dar soluciones a las personas y a las empresas.
Es empresario del sector turístico. ¿Cómo podemos competir con ciudades del entorno de Madrid como Segovia, Ávila o Toledo?
—La gente en el mundo cada vez quiere viajar más. Lo que tenemos es que ir buscando no solo que haya más turismo, que hay que hacerlo, sino que el turismo sea de más calidad. Hay que ir a buscar a los turistas que vienen de otros países, de América, de Asia. Pero necesitan una oferta de varios lugares, porque ahora no viene una persona de Japón a estar tres días o una semana en Madrid. Le tienes que ofrecer un paquete turístico atractivo. Y ahí el complemento para Madrid de Salamanca es vital. Pero claro, le tienes que dar unas soluciones de transporte adecuadas, porque si esa persona va a llegar a Madrid y luego no va a poder viajar en tren o en autobús a Salamanca cuando tiene alrededor otro sitio o, incluso, León en el Ave... Creo que es un lujo que no nos podemos perder. Y no solo es necesario, insisto, para Salamanca, es necesario para Madrid y es necesario para España. Tenemos que empezar a pensar todos en grande. Y es que cuanto mejor estén las infraestructuras de toda España, es mejor para todos. Y eso es lo que hay que entender. No es unos contra otros.
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