Entender y aprender a lidiar con los problemas que desencadenan las enfermedades relacionadas con la salud mental es un proceso en el que resultan fundamentales el apoyo familiar, el apoyo sanitario y la ayuda psicológica. También se convierten en imprescindibles aquellas asociaciones que enfrentan al afectado y a sus familias a su realidad, impulsándoles a seguir creciendo y superándose dentro de ella. Este es el caso de Emilia Siesto, la madre salmantina de un varón de 33 años diagnosticado hace tres años con Trastorno Obsesivo Compulsivo, ansiedad y depresión; una enfermedad que llevó al joven a «bloquearse, no tener ilusión por la vida, encerrarse en casa, ponerse violento o tener pensamientos obsesivos». Durante ese tiempo, el joven recibió tratamiento psiquiátrico y terapia psicológica, pero, sin embargo, eso «no fue suficiente».
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Para Siesto, encontrar el apoyo de Salud Mental Salamanca ha significado un punto de inflexión en la forma que tiene de vivir la enfermedad junto a su hijo: «Solo con el tratamiento médico no avanzaba y me vi en la necesidad de buscar una salida porque la situación me estaba sobrepasando. Lleva un año en la asociación y he notado un cambio increíble en él», reconoce la madre. Con las actividades específicas que realiza en la asociación, el joven ha comenzado a seguir una rutina, a relacionarse con compañeros, a llevar a cabo actividades que le estimulan e incluso está intentando incorporarse al mundo laboral. «Mi hijo y yo nos encontramos más unidos que nunca gracias a Salud Mental Salamanca. Solo nos tenemos los dos y hemos llegado a comunicarnos más a través de su enfermedad», asegura Emilia Siesto.
Lo más duro para la madre durante todo el proceso fue vivir los ataques de ansiedad que sufría su hijo y que ella no entendía. En el programa de ayuda a familias que lleva a cabo la asociación, ha podido conversar con madres y padres que han vivido una experiencia muy similar a la suya: «Se necesitan muchos más centros y asociaciones de este tipo. Los recursos son limitados y el Estado no da suficiente apoyo. Estas enfermedades necesitan un seguimiento, el apoyo de especialistas y actividades muy concretas», concluye Siesto.
Sara Ruiz, psicóloga de Salud Mental Salamanca, sabe de primera mano lo que es sufrir un trastorno depresivo. Cada día, tiende su mano a todas las familias que conviven con la depresión en sus casas. Lo hace proporcionándoles información, asesorándoles para que tengan una mejor convivencia y valorando los recursos sociosanitarios con los que cuentan para enseñarles a afrontar los contratiempos con los que se pueden topar en su día a día. Al igual que Emilia Siesto, asegura que las familias de las personas que sufren depresión necesitan más recursos. «Todavía queda mucho camino por recorrer. Muchas veces nos encontramos con familias que sienten vergüenza a la hora de tener que hablar sobre la realidad que viven, pero es que tenemos que hablar de la depresión y de los problemas de salud mental sin miedo. Los problemas de salud mental deben ser visibles y comprendidos dejando a un lado la estigmatización», recalca Ruiz.
El jefe de la unidad de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Carlos Roncero, también lanza un alegato a favor de las familias, que son las grandes olvidadas. Lo hace reclamando un poco más de información y de soporte, resaltando la buena labor que se hace en las asociaciones de familiares en las que también se difunden aspectos preventivos, claves para los menores que, en los últimos años, han venido consumiendo de forma excesiva psicofármacos.
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«La pandemia ha marcado un antes y un después en la salud mental. Desde entonces, se han venido consumiendo más ansiolíticos, los cuales han hecho mella en las conductas de los adolescentes. «En el Hospital de Salamanca, utilizamos las menores dosis posibles porque tienen un efecto relajante, pero no son la solución definitiva. Desgraciadamente, estos medicamentos se pueden usar de forma abusiva. Por eso, los psiquiatras recomendamos tener precaución con la prescripción», afirma Roncero.
Actualmente, los pacientes con depresiones resistentes, que no se pueden tratar exclusivamente a través de medicación, no pueden recibir en el Hospital de Salamanca terapia electroconvulsiva, ya que la máquina que ofrecía este tratamiento desde hace 20 años se estropeó a finales del año pasado. Este servicio ofrecía mejoras rápidas y considerables a personas con graves síntomas de depresión. El Complejo Asistencial se encuentra inmerso en el proceso de compra de una nueva. Esta máquina solía tener alrededor de una decena de pacientes al año. Hasta que se complete la compra, las personas con depresión resistente a los psicofármacos van a recibir tratamientos alternativos. Por el momento, no se ha realizado ninguna derivación a Zamora. Si el proceso de compra se demorase mucho, se procedería a hacerlo.
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