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La comandante del Ejército del Aire y del Espacio, Lourdes Losa Calvo, ha recibido el XI Premio 'Soldado Idoia Rodríguez, Mujer en las Fuerzas Armadas' por su profesionalidad y experiencia como piloto de aeronaves militares. Cuenta con más de 4.000 horas de vuelo a sus espaldas y en su profesión reivindica siempre el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas. Nació en un pueblo de Zamora, pero se siente salmantina «de corazón». Losa hizo historia en el Ejército del Aire cuando terminó la número uno de su promoción —la primera mujer que lo consigue— en la Academia General del Aire (Murcia) tras pasar su quinto año en la Escuela de Transporte de la Base de Matacán. Durante cuatro años voló el avión táctico C-130 Hércules en misiones en Afganistán y el norte de África, después pasó al Grupo 45 en Torrejón donde se encargó de pilotar el Airbus en el que se desplazaba el rey Felipe, la familia real y los miembros del Gobierno. También ha pilotado el Falcon 900, el Boeing C-17 Globemaster III y ahora está de nuevo en el 45 Grupo de las Fuerzas Aéreas volando el A310 y el A330.
¿En qué momento decidió ser piloto y por qué?
—Tengo un primo que es piloto militar y de pequeña viendo sus vídeos le dije a mi madre que quería ser como él. Creo que no me creyó hasta que a los 18 años que me vine para Madrid a estudiar, entonces era una oposición, para entrar como Oficial de las Fuerzas Armadas. Mi primo fue mi referente ya que en aquellos años no se hacía tanta publicidad de las Fuerzas Armadas.
¿Qué le dijo su familia cuando les contó su sueño? ¿Se ha cumplido?
—Mi abuelo era Guardia Civil y al final creo que se conoce más la realidad al tener familiares militares. Mi madre me apoyó desde el primer momento y lo valoro muchísimo. Estoy aquí gracias a ella y a su ayuda económica cuando me fui a estudiar a Madrid. Sí, he cumplido mi sueño, me encanta mi profesión, soy una privilegiada, me ha dado mucho... Me quedo con un montón de misiones en las que hemos prestado ayuda humanitaria, en terremotos o en catástrofes naturales o con las aeroevacuaciones—traslados de personas enfermas a hospitales españoles—. Me genera muchas oportunidades y experiencias.
Actualmente es jefa de la Secretaría General del 45 Grupo de las Fuerzas Aéreas pero, ¿cuál ha sido su trayectoria?
—Durante mi trayectoria profesional me ha especializado en transporte aéreo. He estado destinada en el Ala 31 de la Base Aérea de Zaragoza, he pilotado el C-130 Hércules y posteriormente pasé al 45 Grupo de las Fuerzas Aéreas de la Base Aérea de Torrejón volando el Falcon 900 y la aeronave Airbus 310 de transporte de autoridades. En 2021 terminé un destino de tres años en la base aérea de Charleston del Ejército de los Estados Unidos, lo que me permitió volar en el Boeing C-17 Globemaster III y volver a mi trayectoria inicial, que eran aviones tácticos, aviones que pueden entrar en zonas de operaciones y con amenazas aéreas. A partir de ahí me volví para España y he estado dos años en la escuela de transporte aéreo de la Base Aérea de Matacán donde fui profesora dentro del Órgano Auxiliar de Estudios. Después me volví a Madrid y desde el año pasado estoy en el 45 Grupo de las Fuerzas Aéreas volando el A310 y el A330.
Ha participado en misiones internacionales en Afganistán y Senegal, ¿cómo se viven? ¿Qué es lo que más le marca?
—Sí, he estado en Malí, Afganistán, Senegal... Lo suelo decir mucho cuando voy a dar charlas a los niños a los colegios: nosotros vamos al baño y sale agua, en el súper tenemos comida y bebida, sin embargo en esos países no poseen esos recursos, a las mujeres no se las trata bien, los niños no van a la escuela. Son misiones que te marcan porque ves la realidad del mundo y porque te hacen apreciar la suerte que tenemos de haber nacido en este país desarrollado donde tenemos un sitio para dormir, comida en el frigorífico y podemos estudiar. En Afganistán la pista de aterrizaje era el pueblo y ahí vinos la realidad: los niños se acercaban a tirar piedras al avión, éramos la novedad y no salíamos de la base para nada, solo para volar. Y dentro de la base eran todos hombres, pues allí las mujeres no pueden trabajar.
Ha recibido el premio «Soldado Idoia», ¿qué significa para usted?
— Ha sido un orgullo y una sorpresa para mí porque al final yo hago mi trabajo y no me creo mejor que nadie. He estado ahí y lo he hecho siempre lo mejor que he podido, pero no me siento superior a las excelentes candidatas que optaban al premio. También significa una responsabilidad y oportunidad para dar a conocer mi profesión, pues mujeres pilotos hay pocas y militares menos. Me encantaría que la academia fuese paritaria, que hubiera tantas mujeres como hombres y que dejásemos de ser minoría.
Hace años había pocas mujeres al mando de un avión, ¿esto está cambiando?
— Sí, poquito a poco... Yo no sé por qué pero el mundo de la aviación no es atractivo para las mujeres, aunque cada vez somos más y se nota. Cuando voy a los colegios lo recalco: el mundo de la aviación es uno de los sectores más igualitarios que hay. Yo cobro exactamente el mismo sueldo que mis compañeros y he tenido las mismas oportunidades que ellos y por supuesto siempre he sido una más, nunca me he sentido diferente ni discriminada por el hecho de ser mujer. Antes habría más barreras, pero afortunadamente esto ha cambiado. Tenemos que dar gracias a esas mujeres que un día rompieron esos techos. Me consta que con su lucha nos allanaron el camino.
¿Qué le une a Salamanca?
— Yo me siento salmantina, pues he estado toda mi vida viendo ahí desde bebé, a pesar de que nací en Vallesa de la Guareña (Zamora), y hasta que me fui a vivir a Madrid. Después mi profesión me ha llevado a vivir en diferentes puntos de España hasta que tuve la suerte de trabajar en la Base Aérea de Matacán del 2021 al 2023. Salamanca es mi casa y voy siempre que puedo. Me hizo muchísima ilusión cuando mi tierra me homenajeó con motivo del Día Internacional de la Mujer en el año 2020.
¿Qué le diría a una niña que se quiere dedicar a su profesión?
— Le animaría a que luchase por lo que quiere ser. Le diría que ser piloto militar es una profesión preciosa donde va a tener la oportunidad de conocer muchísimos lugares y vivir experiencias únicas. También le diría que pelee por sus sueños y que busque conseguir lo que se proponga trabajando duro.
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