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Martes, 10 de mayo 2022, 19:21
Desde tiempo inmemorial, el hombre ha sentido la necesidad de descubrir lo que lo rodea y en este camino los mapas han sido uno de los grandes aliados. A partir de ellos se puede entender los límites que dividían el mundo. Así, desde navegantes, piratas y aventureros hasta los movimientos militares más modernos, todos han necesitado un mapa para llegar a su destino.
Es por ello por lo que la Facultad de Geografía de la Universidad de Salamanca ha dedicado años de esfuerzo a conservar y aumentar su colección cartográfica. Una colección amplísima con más de 4.500 piezas entre las que se incluyen mapas, atlas, facsímiles, fotografías aéreas, e incluso, un particular globo terráqueo. Todas ellas conservadas gracias al trabajo de decenas de profesores que han participado desde los inicios de la Facultad en la tarea de proteger este patrimonio documental.
Esto no ha sido tarea fácil. Conseguir los mapas y los fondos para comprarlos ha sido, en algunas situaciones, un pequeño calvario para los profesores. A veces porque las piezas eran demasiado costosas y la Universidad no estaba segura de hacer la inversión; otras, porque seguir la pista de mapas centenarios no resulta sencillo. En su tiempo “libre” algunos profesores de la Universidad se dedican a perseguir mapas como sabuesos. Hay que tener buen instinto para saber donde encontrar una reliquia y, sobre todo, saber seguirle la pista cuando se tiene una en la mira.
La exposición “Cartografías en la Universidad de Salamanca: El fondo antiguo del Departamento de Geografía”, abierta hasta el 6 de mayo en la Facultad, ofrece un recorrido histórico a través de las diferentes formas de representación de la superficie terrestre en un viaje apasionante por medio de las 16 piezas que se exponen en la Facultad. Entre las mencionadas reliquias se encuentran los Mapas de Tomás López de Vargas que se lograron adquirir gracias a una información de un profesor de arte sobre una viuda de militar que guardaba una joya cartográfica. Sin perder tiempo, los profesores se pusieron manos a la obra. Lograron contactar a la mujer y convencerla de venderles los mapas. “Le pagaron medio millón de pesetas del siglo pasado” comenta al respecto José Luis Marcello y Barriada, catedrático de la Facultad, uno de los comisarios de la exposición junto a Marcos Francos.
Todas las manifestaciones geográficas permiten entender el mundo. Viajar a tierras lejanas sin necesidad de desplazarse. Tanto así que, en el siglo XIX, cuando los tiempos de viajes eran mucho más largos, la Universidad de Salamanca tenía la costumbre de sacar al Patio de Escuelas algunos de sus piezas. Así, las personas comunes podían ir a ver cómo eran los otros países. “Una actividad que tenía muchos adeptos, entre ellos don Miguel de Unamuno”, señala Marcello.
Las piezas que se muestran en la exposición son solo una reducida muestra de las que atesora el Departamento de Geografía. Entre los registros de la institución académica se encuentra todo tipo de elementos cartográficos, como son una colección de mapas de frontera entre Portugal y España realizados en Lisboa. Al igual que, un conjunto de mapas militares itinerantes de España que fueron recuperados del depósito de la Guerra Antigua y un conglomerado de piezas únicas a nivel nacional y que narran la cartografía del cuartel general de Franco.
Frente a un conglomerado tan amplio y magnifico de obras, los responsables de la exposición, José Luis Marcello y Marcos Francos, se dieron a la difícil tarea de escoger las de la exposición. Una actividad para la que se valieron de los criterios de antigüedad, interés, belleza y singularidad. No obstante, la exhibición es solo un abreboca de los secretos que resguarda el recinto.
La primera parte de la muestra tiene como referente el Atlas de Ptolomeo, la pieza más antigua que mantiene la Universidad. Su copia más remota se mantiene en la Biblioteca Antigua de La Universidad y es de 1456. Esta pieza, de la que podemos ver un facsímil en la exposición, marca un punto de referencia en la historia de cartografía. Su influencia fue tanta que el atlas viajó de Egipto a Constantinopla, de ahí a Venecia y luego Florencia donde fue traducida al latín y divulgada por toda Europa.
En el siguiente tramo de la exposición se puede observar lo referente al Descubrimiento del Nuevo Continente. Así, la exposición cuenta con un facsímil del primer mapamundi que plantea una representación de América: el mapa de Juan de la Cosa de 1500. Su delicada decoración podría indicar que fue realizado por encargo de algún miembro poderoso de la Corte de los Reyes Católicos.
También, se cuenta con un facsímil del Atlas de Miller, un conjunto de mapas manuscritos finamente iluminados y realizados en Portugal y visualmente, lo más llamativo de la exposición. Los colores vivos y el uso de figurillas transportan al espectador a una época lejana de aventuras. La obra combina elementos de orígenes diferentes, como los portulanos, los mapas ptolemaicos y las miniaturas iluminadas de Flandes.
Posteriormente, se cuenta con obras más modernas, como pueden ser un conjunto de mapas murales y algunos mapas de las provincias. Entre ellos, hay uno que tiene un especial interés para los salmantinos: el de Tomas López de 1783. La obra posee la particularidad de tener la zona de Piedrahita señalada dentro del territorio salmantino, lo que lo convierte en un mapa único para la región, tal como destaca Marcello.
El resto de las piezas exhibidas son igual de fascinante. Cada una tiene su particularidad, ¡y debían tenerla para ser seleccionadas entre la enorme cantidad de elementos que dispone la Facultad de Geografía! Algunas incluso llegaron a requerir una inversión de 3.000 euros, aunque su valor, más allá de lo económico, es incalculable.
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