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Si hay personas que estos días están comprobando de primera mano los efectos de la ola de calor que va a permanecer hasta el lunes son los trabajadores que habitualmente han de realizar su labor al aire libre. Obreros, repartidores, quiosqueros, camareros, jardineros, controladores de la ORA, barrenderos, socorristas, guías turísticos..., son algunas de los muchos profesionales que tienen que trabajar a pleno sol durante el verano salmantino, y que se convierten en las víctimas propicias de las altas temperaturas. “Hay que aguantar este tiempo porque no nos queda otra que trabajar después de la situación que tenemos. Yo al final de la jornada me encuentro mucho más cansado por el calor”, expresa Juan Luis, un montador de carpas en la plaza de Anaya.
Estos trabajadores siguen una serie de medidas para combatir los rayos de sol, como la hidratación bebiendo muchos litros de agua, el cumplimiento de los descansos necesarios y el uso de protección solar para la piel. “Trabajar en una piscina tiene sus pros y sus contras. Uno de los puntos positivos es que podemos meternos en el agua cuando tenemos calor, pero un aspecto negativo es que no disponemos de espacios con aire acondicionado, solamente una sombrilla de protección. En mi jornada laboral bebo mucha agua y me pongo crema solar a pesar de que soy morena”, explica la socorrista Sylvia Lucas.
La vendedora de la ONCE, Amparo Asensio, afirma que se encuentra agotada cuando termina su horario de trabajo y llega a casa. Las peores horas para ella son al principio de la tarde. “Estar aquí parada es lo peor y le he tenido que comentar al médico que el cuerpo me falla, sobre todo los brazos, después de trabajar muchas horas al sol”, declara.
Otras de las “víctimas” están acostumbradas a las altas temperaturas en sus puestos de trabajo, como le ocurre a la quiosquera Dori Martín, que lleva “toda una vida” sufriendo el sol en la Plaza Mayor. “Las peores horas de bochorno son por la mañana, por eso he instalado una mampara de metacrilato con un cartón, que quito y pongo todos los días al abrir, para evitar que el sol me de directamente en la nuca”, manifiesta.
El sector de la hostelería también se expone a la canícula y los camareros sufren cambios constantes de calor y de frío cada vez que salen del local, con aire acondicionado, a servir a las terrazas. “Bebo refrescos porque me aportan azúcar para aguantar las altas temperaturas. Los camareros no podemos usar protección solar porque todas esas cremas van a las manos y esas manos tienen que tocar platos. Yo prefiero trabajar de noche por el fresquito salmantino”, afirma el camarero Álvaro García.
El controlador de la ORA, Manuel Rodríguez, lo está pasando muy mal estos días e intenta buscar la sombra por las calles de la ciudad, aunque le es complicado porque muchos coches, y las máquinas, se encuentran a pleno sol. Incluso conoce a compañeros que han sufrido insolaciones otros años mientras realizaban el trabajo.
Algunas empresas aportan a sus trabajadores diferentes uniformes en función del periodo estival para que trabajen con más comodidad, lo que agradece Adrián Rivas, del servicio de jardines del Ayuntamiento. “En verano un polo y una chaqueta para las primeras horas de la mañana, si hace fresco”, aclara.
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