Los profesores, al límite: el nuevo sistema para evaluar a los alumnos ahoga a los docentes

Sin haber iniciado aún el trimestre, la comunidad educativa ya manifiesta sentirse ahogada por la burocracia que conlleva. Para calificar una sola asignatura a un alumno hay que puntuarle previamente hasta en una treintena de criterios, que resultan difíciles de entender hasta para el profesorado y que para una evaluación continua obligaría a los profesores y maestros a dedicar solo a esta tarea muchas horas de trabajo fuera del aula, según denuncian los sindicatos.

¿Muestra una actitud positiva y perseverante, aceptando la crítica razonada al hacer frente a las diferentes situaciones de aprendizaje? ¿Participa en el reparto de tareas que deban desarrollarse en equipo, aportando valor, favoreciendo la inclusión, la escucha activa, asumiendo el rol asignado y responsabilizándose de la propia contribución al equipo? ¿Colabora activamente y construye relaciones trabajando con las matemáticas en equipos heterogéneos, respetando diferentes opiniones, comunicándose de manera efectiva, pensando de forma crítica y creativa y tomando decisiones y realizando juicios informados? Son solo tres de los 23 criterios que debe puntuar un profesor para evaluar si cada uno de sus alumnos avanza en el desarrollo de las diez competencias necesarias para aprobar las Matemáticas de segundo curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Pero no ocurre solo con esta asignatura.

Un profesor de Música tiene que evaluar a cada alumno en 17 criterios diferentes. Si imparte cinco clases diarias a las que acuden 25 alumnos y realiza una evaluación continua debe poner 2.125 calificaciones al día. Si se trata de Lengua Castellana, son 27 criterios, con lo que para calificar a una sola clase tendría que rellenar 675 casillas de unas plantillas que ya han empezado a utilizar los docentes para aplicar el nuevo sistema de evaluación que establece la Lomloe. Para los tutores de Primaria no resulta más fácil. Aunque solo dan clase a un grupo de escolares, imparten la mayor parte de asignaturas que estos reciben, con lo que el volumen de calificaciones diarias que deben poner es ingente.

“El profesorado valora que la Consejería le entregue un documento de Excel para poder evaluar pero es totalmente inviable llevarlo a la práctica por falta de tiempo, ya que a esto hay que añadir que tiene que preparar las clases, programar, corregir, realizar actividades fuera del centro...”, asegura el presidente provincial de CSIF, Federico Martín. “La Junta de Castilla y León se ha tirado a la piscina sin agua, porque es tan ingente el volumen de indicadores de evaluación que hay que rellenar que se hace imposible tener tiempo para hacerlo”, afirma el presidente provincial de ANPE, Guillermo Bueno. “Si ya con las notas clásicas había problemas a la hora de explicar los criterios al alumnado y a las familias, con estas calificaciones va a ser muchísimo más complicado justificar las notas”, remarca Teresa Vicente, de STE Salamanca.

“Lo han hecho con toda su buena voluntad. Pero es imposible evaluar a todos los alumnos diariamente. Si un profesor tiene que calificar a los cinco grupos a los que da clase en todos los criterios que se han establecido, no tendría tiempo material, tendría que quitar horas de su tiempo libre solo para poder puntuarles. Eso sin entrar en que debe programar, que es lo que realmente importa”, explica Federico Martín, de CSIF. Con todo este trabajo, Guillermo Bueno (ANPE) asegura que se va a acabar evaluando mal y “sin rigor”. Pero, el próximo curso, la situación se complicará aún más porque la Lomloe se introducirá en el resto de cursos —los pares— duplicando la carga de trabajo actual.