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Una joven arqueóloga muestra el fragmento de cerámica que ha encontrado ALMEIDA
Los primeros salmantinos utilizaban tecnología similar a la de egipcios y fenicios

Los primeros salmantinos utilizaban tecnología similar a la de egipcios y fenicios

Arqueólogos buscan en el Cerro de San Vicente pistas de cómo hace 2.700 los pobladores de orillas del Tormes usaban técnicas de culturas más alejadas del Mediterráneo

Sábado, 26 de junio 2021, 16:11

Una cuenta de collar de fayenza entre el adobe de una cabaña de la primera Edad de Hierro. En plena meseta, a diez minutos de la Plaza Mayor, restos de cerámica elaborada con una “tecnología” similar a la que empleaban los egipcios o los fenicios hace 2.700 años. ¿Cómo llegaron allí? ¿Cómo recibieron esas influencias y costumbres de las culturas mediterráneas orientales los primeros salmantinos, quienes entre los siglos VIII y VI antes de Cristo se asentaron a orillas del Tormes, alejados de los puertos comerciales?

La “cuna” de Salamanca atesora aún secretos que esperan para ser revelados. Al yacimiento del Cerro de San Vicente le quedan aún páginas por leer. Por ello, mientras las máquinas trabajan en el proyecto del Ayuntamiento para dar nueva vida a los históricos bancales de sus laderas, en lo alto de la céntrica colina un grupo de tres expertos arqueólogos, apoyados por una decena de estudiantes y jóvenes licenciados, se esmeran en buscar todo tipo de pistas que puedan mostrar los vínculos de la cultura meseteña de los “padres” de la capital del Tormes con las culturas mediterráneas más alejadas.

Los pequeños hallazgos e investigaciones en el Cerro están cambiando la perspectiva que se tenía de aquellos primeros pobladores. Aunque mucho más básica que la actual, los hombres y mujeres de la Edad del Hierro que se asentaron en la primitiva Salamanca ya dominaban su propia “tecnología” metalúrgica. En 2006 se localizaron indicios del procesado de aceite de oliva, y fragmentos cerámicos apuntan una mayor influencia de las gentes del otro lado del Mediterráneo de las que cabría esperar, posiblemente vinculada al comercio de los metales. Entre el adobe de una de las cuatro viviendas que se conservan en San Vicente, se escudriñan hoy nuevas pistas que permitan conocer mejor a los habitantes de aquel poblado protohistórico que veintisiete siglos después se ha convertido en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Con el respaldo de la Concejalía de Fomento y Patrimonio, a cuyo frente se encuentra Fernando Carabias, y financiación del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Ciencia e Innovación, Antonio Blanco, del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Salamanca, y los arqueólogos Carlos Macarro (Ayuntamiento) y Cristina Alario coordinan este proyecto en el que se ha implicado a una decena de investigadores de toda España.

Los carbones y semillas que se hallen se analizarán en la Universidad de Santiago de Compostela. El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) colaborará en el análisis tanto de los pólenes como de las aleaciones. En Burgos tratarán de datar cronológicamente mediante arqueomagnetismo, vinculando marcas magnéticas que quedaron en la roca con el movimiento de los polos terrestres. En las Universidades de Granada y La Laguna investigarán materiales y sedimentos, respectivamente. Y en Salamanca, los restos de fauna y moluscos, así como del barro y los fragmentos cerámicos.

El trabajo de campo, que empezó hace un par de semanas, se centra en la mejor conservada de las antiguas viviendas, que disponía de varias construcciones menores posiblemente usadas como almacenes y despensas. Con espátulas, brochas finas y cepillo, el equipo de arqueólogos toma muestras y busca, entre los bloques de adobe del milenario solado, restos de cerámica. ¡Bingo! Una de las jóvenes arqueólogas encuentra un pequeño fragmento policromado de lo que pudo ser un plato, vasija u otro tipo de recipiente. Conserva dibujos de un rojo oxidado, amarillos y gris azulado. Otra elemento más para recomponer el fragmentado recuerdo de los propietarios de esa cabaña, de la que apenas quedan los cimientos.

En apenas una semana acabará la labor de búsqueda, pero el proyecto, para el que se solicitará también apoyo de la Junta de Castilla y León, continuará con el análisis de los pólenes, metales, carbones, semillas, huesos, cerámicas y moluscos hallados. Y, tal vez, en unos meses, a los visitantes que recorran el Cerro se les pueda explicará cómo estos primeros salmantinos llegaron a conocer técnicas que empleaban egipcios y fenicios.

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