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Lo de aprender va en tener ganas. Los impedimentos y los obstáculos se ponen y se quitan desde la mente. Y es que al que tiene la inquietud y las ganas de adquirir conocimiento nada le frena, sino que se lo digan a Lidia Agüero, argentina de nacimiento, pero salmantina de adopción que pese a no tener vista es una alumna más en el programa de la universidad de la experiencia de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Su historia en Salamanca arrancó en 2001 cuando el atentado de las Torres Gemelas cambiaba el mundo para siempre. Lidia llegaba a la capital del Tormes con su pareja, aunque sus problemas de visión ya habían aparecido desde pequeña en Argentina. «Desde pequeña comencé la primaria con gafitas, pero fui perdiendo la vista poco a poco por una enfermedad y hasta ahora», relata esta alumna de la Universidad Pontificia que suma ya una década como estudiante de este programa formativo para mayores.
A sus 69 años, esta salmantina con corazón argentino reconoce que le apasiona asistir a las clases, pese a las dificultades que tiene que superar para llegar al aula. «Yo no vengo para matar el tiempo. Con lo que me cuesta salir de casa si lo hago es debido a que realmente es apasionante», admite una Lidia Agüero.
Esta alumna sin visión se conoce a la perfección el camino a las clases. Acompañada por este diario, Lidia camina describiendo todo el recorrido hasta llegar al auditorio Juan Pablo II de la Pontificia. «Ahora entramos en el ascensor, al llegar hay una máquina de cafés a la izquierda…», va matizando hasta llegar al acceso del aula.
Lo que también recuerda de memoria es el trayecto que tiene que hacer desde su casa en el barrio Chamberí. «Me vengo en autobús hasta la puerta Zamora. Me bajo allí, y después voy bajando hasta llegar aquí a la Pontificia», aclara.
Lo de que la edad es solo un número, para Lidia es una verdad absoluta. «Yo no me siento mayor y me apaño bien sin ver. Además, la gente en Salamanca es una maravilla y me ayuda mucho», indica.
En la Universidad de la Experiencia hay los mismos códigos que en cualquier clase. Se conoce a los profesores y a algunos alumnos por el apellido, hay asignaturas preferidas y docentes predilectos. «Yo me apunto mucho a las asignaturas de historia, pero aquí los alumnos nos vamos haciendo como fans de determinados profesores como los de psicología, literatura o historia, que son mis preferidos», dice Lidia Agüero, que además de no perderse ninguna clase se apunta a muchas de las actividades que propone el Ayuntamiento de Salamanca para los mayores. El polifacético Scott Hamilton dijo que «la única discapacidad en la vida es una mala actitud». Y no le faltaba razón.
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