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El próximo 31 de diciembre se cumplirán 88 años de su fallecimiento. Aun así, su figura sigue muy viva en Salamanca, ciudad en la que su rastro impregna de memoria y de recuerdo un legado que puede contemplarse en numerosos rincones de la capital. Se trata de Miguel de Unamuno, intelectual, escritor, profesor, rector, poeta, dramaturgo, filósofo y político, que desde 1891 estuvo vinculado estrechamente con Salamanca, ciudad en la que vivió, salvo la etapa de destierro, hasta su muerte en 1936.
Tantos años de andadura en la Ciudad del Tormes han dejado una huella imborrable y un legado difícil de olvidar. Y no solo por su gran producción literaria y filosófica, sino también por los monumentos, pinturas, esculturas y objetos que marcan su paso por Salamanca y de los que pueden disfrutar hoy en día salmantinos y visitantes. Una de las presencias más destacadas se encuentra en la gran sala de estar que para la ciudad representa su Plaza Mayor. En una de las columnas del pabellón de figuras insignes sobresale el medallón que el escultor madrileño Óscar Alvariño labró en diciembre de 1986 para conmemorar los cincuenta años de su fallecimiento. Todo un homenaje de la ciudad a su eterno rector.
Y a pocos metros de allí, en la calle Bordadores aún se conserva la casa en la que vivió sus últimos días el pensador vasco y donde murió un 31 de diciembre de 1936. Se trata de la Casa del Regidor Ovalle Prieto, un inmueble construido en el siglo XVIII en piedra de Villamayor.
Y frente a esta fachada, con el convento de Las Úrsulas como testigo, puede admirarse el monumento erigido en su honor en 1968. Se trata de una escultura en bronce realizada por el turolense Pablo Serrano y que con el tiempo se ha convertido en una de las esculturas de referencia en las calles y plazas de la ciudad.
Y dada su vinculación con la Universidad, Unamuno contó, durante su etapa de rector con su propia casa rectoral. Ubicada en la calle Libreros, junto a la magistral portada plateresca del Estudio Salmantino, acoge, no sin problemas y vicisitudes, la actual Casa Museo de Unamuno, en la que reposa todo su legado y también los enseres del que fuera su hogar en Salamanca, donde afloran también algunos retratos con su figura. Un espacio que se ha convertido también en un importante centro de investigación para los estudios de la obra y vida del que fuera rector de la Universidad de Salamanca.
Y muy próximo a la Casa Museo, el edificio histórico de la Universidad conserva un aula dedicado a Unamuno, que está presidido por un busto realizado por el salmantino Agustín Casillas, el mismo artista que esculpió el retrato que también preside el salón principal del Palacio de Figueroa, hoy sede del Casino de Salamanca.
Y como profesor en la vieja facultad de Letras, hoy Filología, otro busto con su figura preside la escalinata noble del Palacio de Anaya.
Un legado, por tanto, que sigue muy vivo en una ciudad que ha conseguido ligar a su historia el nombre de Miguel de Unamuno.
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