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El mundo es de los que arriesgan, pero también de los que se sacrifican. Laura Hernández, directora comercial de una empresa de construcción de cubiertas de piscinas y Begoña Hernández, directora financiera de una empresa de talleres y automóviles comparten con LA GACETA su experiencia personal de liderazgo femenino. Ambas unidas por una misma peculiaridad, trabajan en el seno de su empresa familiar.
“Cuando comencé en este proyecto, la empresa tenía solo dos años y en ella trabajábamos tres personas, ahora somos veinte. La cogí y la hice crecer”, reconoce Laura. Begoña, sin embargo, clama orgullosa que es la segunda generación de la empresa automovilística, “el negocio era de mi padre, yo he nacido prácticamente en un coche”.
La principal reivindicación que les une es su preocupación por la difícil conciliación de la vida familiar y laboral de la mujer líder. “Debería haber más facilidades para tener familia”. También reconoce que no hay otra opción y que toda mujer empresaria es víctima de esa elección y conlleva mucho sufrimiento, ya que, “al final tienes que decidir o ser madre o tener una empresa”.
Begoña también comparte una opinión similar: “Cuando mi empresa decidió llevar a cabo su proyecto más ambicioso, mi niño tenía un año, tuve que elegir entre meterme de lleno en ello o cuidar de él. Al final me quedé en la sombra”. Asegura que tomó una decisión de la que no se arrepentirá nunca: “Lo volvería a hacer, he disfrutado mucho de ese tiempo y esa experiencia es algo que un hombre nunca podría tener”.
Ninguna de ellas se ha sentido en una situación de exclusión o discriminación en su puesto de trabajo por su condición de mujer. Así lo reconoce Laura: “Mira que es un sector muy masculinizado, pero nunca me he sentido así, de hecho al contrario, me he visto favorecida en situaciones puntuales”. Begoña, sin embargo, prefiere hablar del liderazgo sin hacer diferenciaciones de género. “En lugar de hablar de mujeres hay que hablar de personas, las cosas no son fáciles para nadie. No podemos creernos que somos inferiores o que no podemos hacerlo”.
En cuanto a las peculiaridades de las mujeres a la hora de liderar, Laura opina que son mucho más empáticas: “Nos ponemos mejor en la piel del trabajador, somos más dialogantes y menos tajantes”.
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