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Un local que acogía una oficina bancaria. ARCHIVO
Las oficinas bancarias se ‘esfuman’ en Salamanca

Las oficinas bancarias se ‘esfuman’ en Salamanca

Seis de cada diez sucursales han cerrado en la provincia desde la crisis de 2008

M.D

Martes, 1 de febrero 2022, 19:32

Las quejas y protestas por la falta de atención de los bancos a las personas mayores se han intensificado en los últimos días. Entre las causas que esgrimen como uno de los factores para el abandono de este colectivo es el cierre de oficinas. Los números demuestran que cada vez quedan menos y que este problema, que se arrastra desde la anterior crisis económica, se ha agudizado con la pandemia.

Los últimos datos del Banco de España así lo atestiguan. Si en septiembre de 2008 había en la provincia 409 sucursales, a septiembre de 2021 solo quedaban 161. Es decir, seis de cada diez oficinas bancarias han cerrado en 13 años. La situación, ya mala, ha empeorado en los casi dos años de pandemia. En septiembre de 2019, antes de la aparición del coronavirus, Salamanca contaba con 232 sucursales. En septiembre de 2020 ya empezaban a notarse los efectos del virus, al haber bajado a 213. Sin embargo, ha sido en el último año cuando la caída se ha acentuado, al registrarse 52 cierres.

Las fusiones acordadas en el sector financiero en los últimos años habían iniciado la pérdida de oficinas bancarias, a lo que ahora se ha sumado una apuesta decidida por la digitalización. La pandemia ha elevado las operaciones a través de internet con los clientes, por lo que las entidades han potenciado más este apartado, en detrimento de la atención presencial, lo que perjudica a los mayores, un segmento de la población poco habituado al uso de las nuevas tecnologías.

El número de empleados también se ha resentido. De los 4.800 que había entonces, se ha pasado a 2.500

El cierre de oficinas representa un grave problema en el medio rural especialmente, debido a que los ciudadanos tienen que desplazarse a otras localidades, a veces hasta decenas de kilómetros, para poder hacer gestiones. Por eso las administraciones han tenido que intervenir. Aldeaseca de la Armuña, Galinduste, Hinojosa de Duero, Topas o Villarino son solo algunos de los que han dado el paso de poner un cajero automático con el que dar servicio a los vecinos. Incluso la Diputación ha puesto un marcha un plan que habilita cajeros en los bibliobuses.

Trato más humano

La oleada de cierres también ha provocado una importante reducción de las plantillas de los bancos. La pérdida de personal, según los mayores, redunda en un peor trato hacia ellos, ya que los empleados disponen de menos tiempo para dedicarles. Los números avalan esta postura, ya que de los 4.800 trabajadores que tenían las entidades financieras y aseguradoras en 2008 en Salamanca se ha pasado a menos de 2.500, según la Agencia Tributaria.

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