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Jueves, 23 de septiembre 2021, 19:36
Pablo Gabriel Silva, catedrático de Geomorfología y Riesgos Geológicos de la Universidad de Salamanca en la Escuela Politécnica de Ávila, es un estudioso de terremotos y otros fenómenos sísmicos. Ahora sigue de cerca la erupción del volcán Cumbre Vieja, en La Palma.
–¿Se esperaba una erupción de la dimensión de la que se ha producido en el volcán Cumbre Vieja?
–Sí, había un seguimiento por el IGME porque se había producido lo que se denomina enjambre sísmico y la deformación de terreno, con terremotos cada vez de mayor magnitud, así que era totalmente esperable, lo que no sabíamos es exactamente cuándo iba a producirse la erupción, pero sí que no iba tardar mucho porque 15 centímetros es una deformación muy grande del terreno. Como ejemplo, en El Hierro, donde la erupción fue submarina, la deformación máxima que se alcanzó en el terreno fue de 40 milímetros, ahora en La Palma ya está en unos 19 centímetros, lo que quiere decir que se está inyectando magma por la parte de la corteza y por eso se acaba de abrir otra boca.
–¿Cuánto tiempo seguirá saliendo lava?
–Para que empecemos a pensar que esto se va a acabar lo primero que tiene que ocurrir es que esta deformación del terreno, que se llama tumescencia volcánica, se estabilice y empiece a bajar. Hasta que eso no suceda no va a parar la erupción.
–¿Y pueden abrirse más bocas?
–Si esa deformación sigue ‘in crescendo’, sí. Mientras siga el fenómeno de tumescencia volcánica significa que se está inyectando magma, lo que aumenta la presión y produce el abombamiento del terreno, que a su vez lleva al agrietamiento, y eso facilita que se formen nuevas bocas.
–¿No hay manera de estimar cuándo parará?
–Solo cuando veamos que empieza a bajar la elevación del terreno es esperable que comience a parar. En El Hierro cuando comenzó la erupción inmediatamente empezó a bajar el abultamiento, pero aquí no ha sucedido lo mismo, sino que ha seguido la elevación del terreno y sigue habiendo terremotos consecuencia de ese crecimiento del terreno.
–¿Por qué hay tanta expectación por la llegada al mar de la lava? ¿Por qué es tan importante?
–Es más espectacular que importante. Desde el punto de vista geológico estamos asistiendo a un espectáculo muy bonito, aunque desde el punto de vista social es una auténtica desgracia para los que están perdiendo sus casas. Cuando la lava llegue al acantilado, que está muy cerca del faro de La Bombilla, se va a formar una cascada de lava de la que se desprenderán trozos que caerán al mar y saldrán los vapores que lleva la lava en su interior, así que puede haber emisiones de ácido sulfhídrico, pero será solo en el entorno de donde caiga.
–¿Pero perjudicará a la flora y fauna marítima de esa zona?
–Sí, se van a formar columnas de vapor y la fauna que haya en la zona intermareal va a perecer, aunque no afectará, en principio, a una zona muy grande.
–¿Supondrá un crecimiento de la isla?
–Depende de cuanto dure esta situación. Precisamente, donde está el faro de La Bombilla es un delta de lava, una colada de lava que cayó por el acantilado, así que si esto dura mucho se podría formar otro delta.
–¿Y morfológicamente cambiará mucho La Palma?
–Sí, vamos a tener una zona llana con una colada volcánica bastante desarrollada, un edificio volcánico que va a ser un cono de piroclastos, que es lo que está creciendo ahora y tiene ya unos 25 centímetros de altura, así que se formará un paisaje volcánico muy reciente, será como el parque nacional de Timanfaya, pero en pequeño, porque la erupción de Timanfaya en 1730 afectó a más de un cuarto de la isla y ahora hablamos de una zona bastante más reducida, en principio, así que será un mini Timanfaya. Eso sí, tendrán que pasar años hasta que eso esté bien consolidado y enfriado y mucho me temo que no permitirán que se vuelva a construir, quedará como un parque geológico, como es el de Teneguía o el Volcán de San Juan, que tendrá las rocas más jóvenes de la zona.
–¿Cuándo han sido las últimas erupciones de la isla?
–La última fue la de Teneguía en 1971, justo al sur de la isla, y en 1949 tenemos la Volcán de San Juan. La del Teneguía, de momento, es mayor a la que está habiendo y la de San Juan, que bajo hasta Las Manchas y Puerto Naos, fue muy pequeña, no generó un edificio volcánico muy grande y la colada fue relativamente pequeña y estrecha, aunque ahora mismo tienen un museo que pude ver en mi última visita en 2016.
–La devastación actual en la zona se podrá compensar en el futuro creando un espacio natural de atracción turística.
–Sí, imagino que luego crearán un punto de interés geológico relevante.
–Los vulcanólogos están siguiendo cada minuto al detalle ¿no?
–Claro, si me dejaran yo me iría para allí ahora mismo. Esto se vive una vez en la vida, no se suele tener la oportunidad de estudiar un proceso geológico de estas características en directo y en tu propio país.
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