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Viernes, 5 de febrero 2021, 18:24
“Pensé que me iba a morir. Fue horrible”. Con estas palabras se refiere la salmantina Elena Vaquero, de 54 años, al momento en el que su oncólogo le llamó para decirle que el preoperatorio que tenía previsto para el 16 de marzo quedaba cancelado. Elena iba a ser operada de un tumor maligno en el riñón, el segundo en poco más de año y medio -en agosto de 2019 fue operada de cáncer de colon-, cuando el COVID bloqueó dicha posibilidad.
Esa segunda operación no llegó hasta comienzos de mayo y aunque el miedo por la situación estaba ahí, había que entrar en quirófano. “Me llamaron cuatro días antes para el preoperatorio, me hicieron una PCR y al día siguiente me operaron”, comenta. Su estancia en el Hospital fue más corta de lo normal a consecuencia de la necesidad de camas: “Enseguida me mandaron a casa. Tenía una herida quirúrgica abierta desde el ombligo hasta la espalda que me tenía que curar yo”. “Los enfermos de cáncer lo estamos pasando muy mal”, confiesa.
Casi diez meses después de aquel episodio, Elena se reincorporó este jueves a su trabajo -llevaba 18 meses de baja-, pero sigue sufriendo las consecuencias del COVID: “Me tenía que haber hecho un TAC para ver el avance de la enfermedad en diciembre y todavía sigo esperando. Las pruebas se están retrasando, estamos abandonados, los tumores no se detectan o se hace tarde. Yo no sé cómo estoy tras la operación, porque nadie me ha dicho nada”, denuncia.
La primera vez que esa enfermedad apareció en su vida fue en marzo de 2019 cuando le diagnosticaron un cáncer de colon en etapa III -avanzada- y tras varias sesiones de quimio, fue operada en agosto de ese mismo año. “Coincidió que mi madre estaba luchando contra un tumor cerebral y falleció en junio de ese mismo año. Recuerdo que entré en el quirófano llorando. Fue una experiencia muy traumática”, revela al otro lado del teléfono. Además de tener que luchar con el cáncer, Elena también vive con una colostomía.
“El segundo tumor fue como cuando te has caído ya una vez y te vuelves a caer. Es una pesadilla de la que no termino de despertar”, confiesa. A partir de aquí, tenía dos opciones o hundirse o tirar hacia adelante y es donde aparece Pilar Carreto, psicóloga de la AECC en Salamanca, que ha sido un gran apoyo para ella. Además, del respaldo incondicional de su hija, que ha alcanzado la mayoría de edad este año.
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