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Lunes, 24 de agosto 2020, 17:12
El garaje de la calle Escultores de la ONG Cajas Solidarias que sirve de almacén de alimentos pero también de muebles, ropa, sillas de bebé y juguetes para entregar a los más necesitados se queda pequeño ante una crisis económica generada por la pandemia que ... se agrava cada semana. Hoy toca reparto de fruta y productos donados, con fecha próxima de caducidad cuyo consumo urge. Desde las nueve y media de la mañana Feli, David, Fernando, Manuel y Guille son los voluntarios que se afanan en ir sacando y repartiendo las cientos cajas de manzanas y peruchos recogidas el día anterior en el Banco de Alimentos, que complementan con leche sin lactosa, membrillo, mantequilla y algunos ‘huevos Kinder’ que son un auténtico regalo para los más pequeños que acompañan a sus madres.
Es otra de las imágenes más duras de esta pandemia. Las colas del hambre, cada vez más largas, que aquí se extienden por la calle Escultores y la avenida de Salamanca durante más de cinco horas de reparto continuo por las que pasan cerca de 500 personas. De todas las edades y condiciones, españoles y extranjeros. En una mesa apostada en la puerta de la cochera, Fernando comprueba, antes de entregar cada caja, la tarjeta de cada usuario con el número de miembros de la familia. Las madres con bebés o personas enfermas no esperan y tienen acceso preferente. Al reparto de fruta y verdura semanal que pueda llegar del Banco de Alimentos se suma la entrega mensual de los lotes de alimentos no perecederos estipulados para cada familia. Para muchos de los que aguardan en esta cola, la caja de alimentos y los productos frescos extra son lo único que tienen para llevarse a la boca. La pandemia, los ERTE, el cierre de negocios, despidos y las nulas ofertas laborales agravan la pobreza cada semana. “Actualmente atendemos a unas 1.500 personas, y cada semana entran más familias. El goteo es continuo pero se espera que siga en aumento dado que el Ingreso Mínimo Vital no está llegando a las familias. También se está produciendo un aumento de las denegaciones de protección internacional a las personas extranjeras, con lo que salen de los programas de ayuda y no tienen nada para sobrevivir”, advierte Javier García, presidente de la Cajas Solidarias, la ONG que se ha convertido en la mayor despensa de la capital.
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