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El cambio climático en la actualidad ha entrado de lleno en los primeros puestos de las preocupaciones del planeta. No obstante, hay especialistas que llevan mucho tiempo estudiando estos comportamientos que ahora adquieren mayor protagonismo. Recientemente, la Universidad de Salamanca ha concluido con éxito logrando todos sus objetivos la reciente campaña oceanográfica en aguas del Océano Atlántico PASSAGE23, liderada por la investigadora del GIR de GeocienciasOceánicas Blanca Ausín y financiada por el Consejo Europeo de Investigación en el marco del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.
Gran parte de lo que se sabe hasta ahora sobre la magnitud, el ritmo y las causas de los cambios climáticos abruptos del pasado emana de sedimentos marinos y masas de agua suprayacentes, obtenidos a partir de la realización de campañas oceanográficas.
«El objetivo es que con las trampas que hemos puesto podamos capturar las partículas que son transportadas en el océano y encapsulan información climática. Así, podemos hacer reconstrucciones más fiables de climas del pasado y podemos analizar el presente y el futuro», explica a este diario Blanca Ausín.
Blanca Ausín zanja el debate que algunos quieren tener sobre el cambio climático. «Nos utilizan a los que estudiamos este campo para sus opiniones y sus debates. Hay dos conceptos claves que son ciertos. Uno es que ha habido en el pasado cambios climáticos por un proceso natural y el otro es que en la actualidad ya está demostrado que se producen modificaciones debido a las actividades del hombre», defiende la científica de la Universidad de Salamanca.
La tripulación científica zarpó el día 16 de noviembre del puerto de Cádiz a bordo del buque oceanográfico Ramón Margalef, operado por el Instituto Español de Oceanografía. Durante los 7 días siguientes, el consorcio investigador desplegó con éxito dos líneas de fondeo con varias trampas de sedimentos y sensores oceanográficos en el Océano Atlántico, frente a las costas portuguesas.
Durante la campaña se tomaron muestras de agua y sedimento marinos de hasta 3.625 metros de profundidad que, ahora, serán estudiadas en el nuevo laboratorio de Biogeociencias de la USAL (BIG), en colaboración con la Universidad de Barcelona, el ETH de Zúrich, y el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera.
Ausín pone de manifiesto que con el creciente interés por el cambio climático este sector ha sufrido multitud de cambios. «Hay mucha más concienciación y más información accesible por eso hay que cuidar como se transmite el conocimiento en este ámbito», insiste, mientras que pone de manifiesto la importancia de la paleoclimatología para poder analizar qué sucederá teniendo en cuenta las huellas del pasado.
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