ENTREVISTA AL JUEZ DE VIGILANCIA PENITENCIARIA
Andrés Encinas: «Mi labor es conocer, rehabilitar y empatizar con el preso aunque haya violado»Secciones
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ENTREVISTA AL JUEZ DE VIGILANCIA PENITENCIARIA
Andrés Encinas: «Mi labor es conocer, rehabilitar y empatizar con el preso aunque haya violado»«Muchas personas se asombran. Me preguntan cómo puedo hablar con alguien que ha cometido un delito, desde un robo a una violación. Entiendo la gravedad de los hechos, pero mi labor es conocer el desarrollo vital de cada preso y los recursos que existen para rehabilitarlo; y al final llegas a comprender la personalidad humana y a empatizar con ellos», explica el juez decano y el juez de vigilancia penitenciaria, Andrés Encinas Bernardo en una entrevista para LA GACETA en el interior de su despacho -decorado con cuadros y manualidades realizadas por los internos del Centro Penitenciario de Topas -, en la Audiencia Provincial de Salamanca. El próximo 6 de junio, el salmantino cumple 38 años en la profesión de juez y salvo el primer destino en Felanich -un pueblo de las Islas Baleares-, el resto de su carrera profesional ha sido en Castilla y León. Después de Felanich estuvo dos años en Medina del Campo donde ascendió a magistrado con destino en Ávila. Luego su trayectoria ha sido en el Juzgado de Zamora, en el Juzgado número Cuatro de Primera Instancia e Instrucción de Salamanca, 11 años en la Audiencia de Zamora y finalmente en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de su ciudad natal, donde después de 13 años finaliza su carrera como juez decano.
¿Qué papel tiene un juez de vigilancia penitenciaria? ¿Cuáles son sus funciones?
-La figura del juez de vigilancia penitenciaria ha empezado a ser conocida en los últimos siete u ocho años como consecuencia de determinados personajes públicos que han ingresado en prisión. En Salamanca se creó en el año 2007 y quitando tres años en los que el puesto lo estuvo ocupando un titular he venido realizando yo las funciones de magistrado de vigilancia. La función original es ejecutar las penas de prisión y de trabajos en beneficio de la comunidad, pero también otra serie de medidas que nos vienen dados por las leyes y los convenios internacionales. Entre ellas, la posibilidad que tienen los ciudadanos que se encuentran cumpliendo condena en España, que pertenecen a la Unión Europea o que son residentes de algún país de la UE, de seguir con la pena de prisión en sus respectivos países. También ejecutamos las medidas de seguridad privativas de libertad, la pena de libertad vigilada-medida postpenitenciaria-, autorizamos los permisos y las comunicaciones de los internos tales como los vis a vis, las libertades condicionales y resolvemos dudas y quejas, desde la asistencia sanitaria hasta la retención de un televisor o de una prenda de vestir en la celda.
¿Cómo es tratar tantos años con internos?
-Pues la verdad es que desde el punto de vista profesional y personal estos años han sido los que más satisfecho me encuentro. Empecé mi carrera siendo instructor y tenía poco contacto con los internos, de ellos conocía lo que reflejaba en los autos y en la prueba documental, pero ahora mi finalidad es que tenga sentido las penas que tienen que cumplir, que lo admita la sociedad y que vuelta a reinsertarse. La finalidad que tiene la pena es reinserción, reeducación y rehabilitación junto con la prevención. Por eso voy a la cárcel de Topas y me reúno con ellos-en el confinamiento también fui-. Generalmente son personas con un bajo nivel cultural, escasos medios económicos, desempleados y en muchos casos con escasos vínculos familiares. Mi papel es ver qué recursos tenemos para rehabilitarlos. Todos los jueces deberíamos pasar por un Juzgado de vigilancia especial porque una cosa es juzgar y otra es ejecutar.
¿Qué problemas conlleva trabajar en un centro penitenciario?
-Los dos grandes problemas son que la sociedad no ayuda mucho y que las prisiones se han convertir en un baúl al desaparecer los psiquiátricos. Más de un 50% de los internos de Topas padecen problemas psiquiátricos en distintos grados. En España tan solo hay dos psiquiátricos penitenciarios y como están saturados ingresan en prisión. Esto ocasiona muchos problemas como por ejemplo fricciones entre el funcionariado, los cuales no son médicos ni facultativos ni ATS, con los internos. Otro problema es la integración con la sociedad. En prisión hay gente que no ha tenido nunca horarios, disciplina, acceso a la educación...Ahora pueden asistir a clase gracias a la Consejería de Educación y pueden practicar deporte en el polideportivo, pero cuando terminan la pena mucha gente vuelve a su entorno sin ninguna ayuda. Van a los centros de trabajo y las empresas no los contratan cuando tienen derecho a mucha oportunidad...
¿Qué tipo de solicitudes le hacen los presos cuando se reúne con ellos?
-Antes de reunirme con ellos me preparo las audiencias y estudio su historia penitenciaria. Suelen ser un poco utilitaristas, me preguntan 'qué tal va lo mío', respecto a procedimientos que tienen pendientes. Y la petición estrella es el tema del permiso. Todo quieren salir de permiso. Pienso que este es un instrumento de tratamiento porque va readaptando al interno, pues tiene contacto con su familia, con la sociedad y cuando regresa vuelve despejado, con más ganas y con la esperanza de que si lo ha cumplido todo correctamente puede volver a salir. Otra de las peticiones es el tema médico ya que existe una gran saturación en el centro, y es que tendría que estar integrado el sistema sanitario dentro de la seguridad social. Generalmente los profesionales tardan en recibirles, se saturan y solicitan salir al Hospital de Salamanca. En Topas tenemos un psiquiatra que suele ir una vez al mes por lo que generalmente solo puede atender los casos más graves. También trato el tema de las comunicaciones y los vis a vis que se suelen conceder porque pienso que las comunicaciones íntimas desestresan mucho; y el tema de los traslados. Muchos se quieren ir a otra prisión porque tienen más cerca a los familiares, por ejemplo. Esto conlleva otro problema: qué hacemos con las pertenencias. Pues hay internos que llevan muchos años y que acumulan un gran equipaje.
¿Qué tipo de pertenencias acumulan y cómo las trasladan a otros centros penitenciarios?
-Pues sobre todo ropa. Hay internos que llegan a acumular sacos y sacos de ropa. Cuando se trasladan a otra prisión quieren llevarse todo y es imposible, pues se permite hasta 20 kilos. También se les deja el traslado de la televisión. Respecto al traslado, existen empresas privadas que se encargan de transportar las pertenencias de los internos. Hubo una temporada que nos solicitaban la entrada de PlayStations, pero yo lo denegaba porque de una play hacen un teléfono móvil, son muy ingeniosos. El Tribunal Supremo dictó una resolución denegatoria por razones de seguridad. En mi caso opino que la cuestión de retirar los teléfonos móviles cuando ingresan en prisión debería cambiar porque al final se quedan desnudos, sin ningún tipo de comunicación con sus familiares y amigos. Yo suelo autorizar los ordenadores siempre y cuando estén estudiando, los libros electrónicos o ajedreces electrónicos, pues hay internos muy buenos en ajedrez que no podían jugar con nadie.
¿Qué opina de que el Hospital de Salamanca carezca de módulo penitenciario? El 7 de junio se fugó un preso, ¿cree que la falta del módulo propició su huida?
-La verdad es que es imperdonable. Sobre todo cuando en el Clínico sí que lo había. Han tardado unas dos décadas en realizarlo y, no sé si por olvido, no instalan la unidad penitenciaria...Muchos internos son trasladados al Hospital de Valladolid con los inconvenientes que ello conlleva, como la obligatoriedad de que los familiares se trasladen allí. Respecto a la fuga del interno, fue un tema puntual, no creo que influencie el que no haya un módulo específico. Es la única fuga que se ha producido en los 13 años que llevo. Se activó su búsqueda y captura y se le detuvo. Para mí es una anécdota.
¿Qué ocurre con el 'tetris' de los juzgados en los últimos meses? ¿Confía en que se reforme la Audiencia Provincial?
-Llevo tres meses siendo juez decano y el principal problema al que me he enfrentado es el tema de los traslados de los juzgados. En cuanto a la reforma de la Audiencia, está prevista que se vaya a llevar a cabo, pero no sabemos cuándo.
Finaliza su carrera como juez decano, ¿se sabe quién será el siguiente? ¿Qué le diría a un joven que quiere estudiar judicaturas?
-Cuando me vaya me sustituye el juez de Menores y si no hay ninguna candidatura pasaría a serlo el más antiguo en el escalafón que es el Juez de Instrucción Número Cuatro, Gregorio Álvarez. Puf..., no sé si le animaría a ser juez, pues no vienen buenos tiempos para los jueces a todos los niveles: de independencia, laboral... Es una responsabilidad muy grande y lo más duro es la soledad, pues las sentencias las pones solo.
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