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Sábado, 11 de febrero 2023, 13:15
Invictus, aquí! ¡Invictus, aquí!”, insiste Marta al akita americano sobre la cinta de correr, mientras chasquea los dedos para llamar su atención. El animal corre alegremente mirando a su dueña al tiempo que la cinta se desliza bajo sus patas. Transcurridos alrededor de unos cinco minutos Marta detiene el aparato –¡es que eres un vaguete!– le dice con cariño a la vez que le acaria la cabeza. Invictus se pone en dos patas y se le echa encima en busca de atención. “Es que si no los ponemos a hacer ejercicio se pueden quedar echados todo el día”, bromea Marta, una criadora salmantina que, como muchos en la región, da todo de sí para sacar adelante los mejores perros de la raza que ama.
Como ella, hay otros 620 criadores legales en Salamanca que, cada uno con su propia raza, se dedican a la cría más por pasión que por intereses económicos. “Alrededor del 90 por ciento de los criadores no viven de esto, es algo que hacen en su tiempo libre. Y se hace con el corazón. Por eso, incluso en momentos de crisis económicas como los que estamos viviendo, es difícil que las personas lo dejen. Casi ninguno de los que somos parte de esto imaginamos nuestra vida sin perros”, comenta José Miguel Doval, presidente de la Real Sociedad Canina Española (RSCE), entidad que se dedica desde hace 112 años a la protección de las razas de perros en el país, quien ve en los amigos perrunos a los compañeros ideales sin importar si tienen pedigrí o no, pero al tiempo reconoce que cada criador tiene su debilidad por una raza y que por ello se esfuerzan en trabajarla y mejorarla.
Una acción que, contrario a lo que algunos creen, no es una moda reciente o capricho de la humanidad, sino una historia con más de 15.000 años de antigüedad. En la actualidad existe alrededor de unas 400 razas caninas reconocidas internacionalmente por la FCI, organización internacional que incluye 86 países del globo y referente a nivel mundial en lo que a lo que a los perros se refiere, estas razas surgieron de la selección que el hombre decidió hacer entre los distintos canes. Así lo explica una investigación científica publicada en la revista ‘Science’ que basándose en el análisis de fósiles y la comparación de su ADN con los caninos actuales, estableció que los primeros perros europeos surgieron hace unos 18.000 años producto de la domesticación de lobos.
Después de ello, todo es historia. El ser humano descubrió que los perros podían ser muy útiles para algunas tareas y empezó a desarrollar distintas cualidades de los animales. “Cuando el perro se acercó al hombre, el ser humano se fue dando cuenta de su utilidad y fue haciendo una selección de razas. Fue cruzando perros entre ellos y viendo que iba surgiendo y así iba seleccionando: este perro es bueno para esto, este otro para esto. Por eso las razas caninas están criadas de acuerdo a su utilidad. Algunos para cazar, otros para proteger, otros para pastorear... Ese es el trabajo que han hecho nuestros antepasados y lo que nosotros queremos mantener”, comenta Benjamín Merino, presidente de la Sociedad Canina Castellana, entidad que agrupa a los criadores y amantes de los perros en Salamanca, Zamora, Segovia, Valladolid, Ávila y Palencia.
Competiciones caninas: ¿de qué van?
Desde los famosos concursos de belleza canina hasta las pruebas de trabajo pasando en el intermedio por el dog dancing, competiciones de baile sincronizado con tu mascota, y el Agility, un derivado de los concursos hípicos de salto de barras, pero adaptado a los perros, las competiciones caninas son tan variadas que existen para todos los gustos y tipos de perros. “Actualmente, lo más popular son los concursos morfológicos y el Agility, que surgió hace no mucho, pero que ha subido mucho porque es muy entretenido tanto para el animal como para el dueño. Además, no solo permite disfrutar sino hacer un deporte, ya que el dueño corre con el perro por la pista, no salta los obstáculos, obviamente, pero igual hace ejercicio”, explica José Miguel Doval.
Las reglas y dinámicas de todas estas competiciones son distintas, pero tienen un punto en común: son un espacio para que los dueños disfruten con sus perros. Para ello existen dos líneas en las que se puede participar: belleza y trabajo o deporte. “Estas categorías son para hacer una división muy grande. Lo que algunos conocen como belleza, yo prefiero llamarlo morfología porque no se evalúa que el perro se más bonito o no, sino sus características de acuerdo a un estándar. Cuando hablamos de trabajo y deporte se abren muchas posibilidades. Son todas las competencias en las que se evalúa alguna habilidad y hay de todos los tipos. Luego también están los clubes de razas que están especializados en una raza y tienen sus propios concursos. En estos casos, a menudo lo que hacen es juntar ambas disciplinas para encontrar el animal que más se parezca tanto en morfología como en trabajo a lo que debería ser la raza”, apunta Doval.
Es decir, en las exposiciones son un estilo de concursos en el que, como aclara Merino, “existen una serie de parámetros que dicen cómo debe ser cada raza. Los jueces evalúan a cada animal de acuerdo a cómo debería ser y eligen al ganador” o, como bromean algunos criadores, “gana el perro que tenga menos defectos”.
La competición no solo se centra en la morfología del perro, sino que también valora la actitud del animal. “Un perro de exposición es ante todo un perro sociable y equilibrado. No son animales que viven encerrados o maltratados. Nada que ver, son perros que se les da la mejor alimentación, cuidados y productos. Un perro maltratado es un animal desequilibrado e insociable. Todo lo contrario a lo que debe ser un perro de exposición”, explica Marta Sánchez, criadora salmantina.
Dentro de estas exposiciones los canes son evaluados por raza y en categorías según su edad y género. Salvo para la categoría de campeones en la que solo pueden competir aquellos animales que tienen un título de campeón en algún país. De entre todos estos animales se escoge al ‘Mejor de Raza’. A su vez, ese mejor de raza compiten con los otros mejores de razas y de ahí se escogen a los perros que irán a las finales. “Primero ellos compiten con los de su raza, pero luego en las finales ya se ve de todo. Perros grandes, pequeños, intermedios”, comenta Sánchez, quién además señala que para obtener un título no basta con ir a una sola exposiciones, sino que hay que ir sumando puntos en los distintos certámenes.
En el caso de los eventos propias de los clubes de raza, es común que también tenga un gran peso las llamadas pruebas de trabajo. “En el caso de los pastores alemanes se puede criar en belleza o trabajo. Yo crío en belleza, donde se evalúan las características del animal, aunque también se incluye algunas pruebas para demostrar su coraje y equilibrio emocional. En trabajo los perros debe demostrar que tiene ciertas capacidades propias de la raza”, especifica Julián Herrero, otro criador salmantino.
Las historias detrás de la cría
Marta, Alberto y Julián son tres criadores de perros. Marta y Alberto administran en conjunto el criadero en el que vive Invictus, Caos, Irina, Alaska, Honey y Moka, seis akita americano, una raza canina que en sus inicios fue usada para cazar osos, pero que actualmente se han convertido en los compañeros ideales para una tarde pelis en el sofá, tal como destaca sus dueños. Por su parte, Julián es criador de pastor alemán, una raza que considera nunca pasa de moda y que describe como “muy noble”.
Las razas con las que trabajan son diferentes, pero la ilusión y el amor con el que lo hacen son los mismos. Para ellos la cría y las exposiciones no son un medio de ganar dinero, sino una pasión. “Para mí esto es un hobby, un hobby muy caro, pero que me llena mucho”, comenta Julián Herrero, quién además señala: “yo selecciono los animales desde el punto de vista de un criador para que sean lo mejor posible. Es verdad que, al igual que nosotros, no existe un perro perfecto, pero la selección ayuda a sacar lo mejor de ellos”.
Una opinión en la que coinciden Marta y Alberto, quienes explican que desde su punto de vista la característica más importante de un criador es la ética. “Un criador es el protector de una raza. Su misión es mantener esa raza a lo largo del tiempo para que las futuras generaciones puedan disfrutar de ella”, comenta Marta Sánchez, a la vez que subraya: “para mí el criador ideal es aquel que no depende económicamente de la crianza, sino que es su pasión”.
Los tres señalan que les duele mucho que a veces las personas tengan una visión equivocada de la actividad. “Hay que diferenciar entre un criador y lo que nosotros llamamos junta-perros. Eso son personas que tienen a sus perros encerrados, literalmente en jaulas, que tiene 50 mil perros y muchísimas razas juntas. Eso no es ser un criador”, apunta Marta, quien además confiesa: “los criadores, realmente, hacemos una labor que nos cuesta muchos sacrificios y eso es lo que la gente no sabe. Es muy duro tener que asistir a los partos, estar con los cachorros todos los días, ver como a veces intentas sacar una camada adelante y se muere algún cachorro. Las exposiciones también son muy sacrificadas, implican muchísimo tiempo y no son nada baratas. Hay que pagar inscripciones, comidas, viajes y el perro tiene que ir bien de peso, con su peluquería y de más. Nosotros cuando viajamos llevamos el carro hasta arriba cosas. Eso sin contar que en caso de los akita americano, que son muy grandes y que pueden pesar unos cincuenta kilos, hay que tener un vehículo en condiciones para transportarlos y el tema de los hoteles es muy complicado”.
Sobre esto Julián señala que él no concibe aquí el maltrato animal. “Un criador no hace esas cosas. Al contrario, hace todo para que el animal este bien. A mí, por ejemplo, me apasiona cuidarlos, llevarlos a las exposiciones, enseñarles y ver que las personas se van con un cachorro equilibrado y saludable. Por ejemplo, sin ir muy lejos, la otra vez vino una familia a llevarse un cachorro para que le sirviera de compañía a una niña que sufría de bullying y otra de nuestras perras la donamos a la Asociación de Protección a la Mujer. Son cosas para los que los pastores alemanes son ideales. Para mí es muy reconfortante saber que los cachorros que yo he criado están ayudando a alguien. Por eso mismo yo no se los doy a cualquiera, sino que elijo gente responsable”.
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