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Bipolaridades, depresiones, esquizofrenias o trastornos de la personalidad. Estos son algunos de los problemas en los que el papel que desempeñan los asistentes personales de la asociación Salud Mental resulta ser, cada día que pasa, más clave. Además de ofrecer este servicio con un ingrediente tan necesario a día de hoy como lo es la empatía, la entidad pone a disposición de distintos usuarios la posibilidad de rehacer sus vidas en viviendas supervisadas.
En el marco de este programa, educadoras como Nancy Garaventa y Laura García y asistentas personales como Elena Andrés y Mónica Lorenzo tratan a diario con personas como Felipe Barona, Manuel Santiago o Teresa Herrero, que hace un tiempo pasaron por situaciones tan delicadas que han requerido de su apoyo para seguir hacia adelante.
Todos y cada uno de los profesionales que se encuentran al pie del cañón en este ámbito velan a todas horas para que, de una vez por todas, los prejuicios se dejen a un lado y los ciudadanos remen en la misma dirección promoviendo la inclusión social de todas aquellas personas que, alguna vez en su vida, echan el freno a sus rutinas replanteándose su vida buscando una oportunidad para vivir mejor.
“El principal problema con el que se topó Felipe fue que, al salir de Proyecto Hombre, tuvo que rehacer su vida”. Son las palabras con las que su asistente personal, Elena Andrés, recuerda todo lo vivido junto a uno de los usuarios del servicio de viviendas supervisadas que ofrece la asociación Salud Mental en Salamanca.
Después de haber estado “en lo más bajo” y haber pasado por una experiencia tan dura como el de haber estado ligado al mundo del alcohol y de las drogas, Felipe Barona “tiene unas ganas locas” de ayudar a todo aquel que lo necesita.
Es tanta la necesidad que tiene de hacer que gente como él salga hacia adelante que una de las cosas que lleva tiempo haciendo junto a su asistente en los dos días en los que se ven por semana es buscar un voluntariado. Pese a todos los intentos realizados hasta ahora, todavía no le han llamado de ninguna asociación, aunque confía en que, de una vez por todas, los prejuicios queden atrás. “La salud mental necesita mucha más visibilidad”, asegura.
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