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Salamanca recuerda al príncipe Juan con una escultura de Agustín Casillas situada en la plaza de Monterrey. ALMEIDA
La historia del príncipe que murió de amor en Salamanca

La historia del príncipe que murió de amor en Salamanca

Don Juan, que a sus 19 años venía a tomar posesión del señorío de Salamanca con su esposa Margarita, falleció en 1497 en el antiguo Palacio Episcopal de la ciudad del Tormes, quizás por tuberculosis

Jueves, 17 de diciembre 2020, 12:00

Con solo 19 años murió en Salamanca el príncipe Juan, segundo hijo de los Reyes Católicos. Había llegado a la ciudad con su esposa Margarita el 28 de septiembre de 1497, siendo recibido con gran alegría en la ciudad del Tormes.

“Fue tanto el aplauso de trompetas y atabales con que sus vecinos le recibieron, que parecía rasgarse el aire de júbilo. ¡Oh, qué melodías de cítaras, qué diversidad de cantos, qué himnos nupciales preparó el clero! (...) Bien merecía la pena contemplar en el campo las formaciones de la caballería ligera; era no sólo hermoso, sino admirable, ver los jaeces de los caballos, los adornos de los jinetes. Creerías que en aquel día se dieron allí cita todas las riquezas de España. Los coros de niños y niñas, desde los tablados construidos en las plazas y desde las ventanas de las casas, imitando celestes armonías, recreaban en extremo los ánimos de los transeúntes. Con juncias, perfumados tomillos y demás hierbas olorosas estaban alfombradas las calles por donde había de pasar la comitiva. Todas las portadas estaban adornadas de ramas verdes y las paredes de las casas cubiertas de artísticos tapices admirablemente fabricados por artesanos flamencos”, escribió el italiano Pedro Mártir, humanista invitado como profesor en la Universidad, según se lee en “Salamanca. Revista de Estudios” gracias a Milagro Martín Clavijo.

Domenico Fancelli se ocupó de esculpir el monumento funerario al príncipe Juan en Ávila. | ARCHIVO

Desenfreno sexual. El obispo de la diócesis, Diego de Deza, que en 1486 fue nombrado preceptor del príncipe cuando era maestro en Teología en la Universidad de Salamanca, ofreció su palacio para hospedar a los herederos al trono. Por poco tiempo. Porque el 1 de octubre, correos a caballo llevaron a los Reyes la terrible noticia: el príncipe, con fiebres, estaba al borde de la muerte y los médicos habían perdido toda esperanza. Fernando partió al galope desde Madrigal y pudo oír las últimas palabras del heredero que falleció en la noche del 3 al 4 de octubre de 1497. Isabel aceptó el hecho recurriendo a las palabras de la Escritura: “Él me lo dio y Él me lo quitó”. No quedó descendencia: Margarita abortó. Pedro Mártir de Anglería cerró la historia con estas palabras: “Aquí yace la esperanza de España entera”, como recuerda Luis Suárez Fernández en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia.

La prematura muerte del heredero de los Reyes Católicos fue parcialmente atribuida, en aquellos tiempos, al desenfreno sexual con su esposa. Más tarde se ha indicado que quizás se debió a una tuberculosis, que hizo mella en su frágil salud, débil desde sus primeros años de vida.

Su muerte fue muy sentida. Era la esperanza de que continuara la dinastía de los Trastámara, que se extinguió con su muerte.

Una educación humanista. De Deza se había ocupado de que el príncipe recibiera una educación humanista y también le instruyó en doctrina religiosa. Juan de Zapata le enseñó artes marciales y el espíritu de la caballería, y fray García de Padilla fue su confesor. El infante había sido nombrado Príncipe de Asturias con dos años por las Cortes de Toledo y en mayo de 1481 las de Calatayud le habían proclamado heredero de la Corona de Aragón.

El 20 de enero de 1495, cuando Juan tenía 17 años, se firmaron en Amberes dobles capitulaciones matrimoniales con el emperador Maximiliano de Habsburgo. Juan se casaría con Margarita de Austria, y su hermana Juana, de dieciséis, con un hermano de ésta, Felipe el Hermoso, que llegaría a ser rey de Castilla. En febrero de 1497, Margarita emprendió el viaje hacia España. El 8 de marzo desembarcó en Santander. Fue recogida por el rey Fernando en Toranzo y la acompañó hasta Burgos, donde se celebró la boda. Juan, que aún no había cumplido los diecinueve años, comenzó inmediatamente su vida conyugal. Algunos consejeros, entre ellos Pedro Mártir de Anglería, y también los médicos, recomendaron a la reina Isabel que buscase una interrupción en las relaciones sexuales a las que el príncipe se había entregado con tanto entusiasmo, ya que se temía por los efectos perniciosos sobre una salud que no era muy fuerte. Pero Isabel replicó: “Lo que Dios ha unido no puede ser separado por el hombre”, recuerda Luis Suárez Fernández en el Diccionario Biográfico.

Fue enterrado en la capilla mayor de la Catedral de Salamanca el 5 de octubre y trasladado a Ávila, por expreso deseo de los Reyes Católicos, a primeros de noviembre. Su sepulcro se encuentra en el monasterio abulense de Santo Tomás. Por encargo de la soberana, Domenico Fancelli levantó un bello monumento funerario en recuerdo de Juan.

El dramaturgo salmantino Juan del Enzina, que quizás acababa de entrar al servicio del príncipe Juan, lloró en la “Tragedia trobada” esta prematura y desdichada muerte, al igual que en el romance “Triste España sin ventura” y en el villancico “A tal pérdida tan triste”.

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