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El huerto es uno de los lugares más visitados a diario por los turistas que llegan a Salamanca. FOTOS: ALMEIDA
La historia del jardín de los amores salmantino

La historia del jardín de los amores salmantino

EL 12 de junio de 1981, hace cuarenta años, se inauguró el Huerto de Calixto (Calisto) y Melibea. La leyenda popular ha vinculado el huerto con el lugar donde se desarrollaron las tramas amorosas de los personajes de la tragicomedia atribuida a Fernando de Rojas más conocida como La Celestina.

Lunes, 7 de junio 2021, 20:42

El 12 de junio de 1981, hace cuarenta años, se inauguró el Huerto de Calixto (Calisto) y Melibea, con una extensión de 1.999,52 metros cuadrados. La leyenda popular ha vinculado el huerto con el lugar donde se desarrollaron las tramas amorosas entre Calisto y Melibea, dos personajes de la tragicomedia atribuida a Fernando de Rojas más conocida como La Celestina. Y es que el lugar se encuentra muy cerca de la Cueva de Salamanca, sitio dedicado a artes de brujería y contactos con el maligno que bien pudiera ser la vivienda de la propia Celestina.

Al paraje sobre los restos de la muralla de Salamanca, cercano a la catedral se accede a través de la calle Arcediano, ya citada por Fernando de Rojas en 1525. “Villar y Macías nos dice que en 1150 hay una calle donde estaba la casa del Arcediano de Ledesma, llamada calle del Arce”, destaca Jacinto Pérez, historiador de arte y jardinero de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Salamanca, quien añade que “Desde el siglo XVI hasta la segunda mitad del siglo XX se la conoció como calle de Los Leones, porque pudo haber allí una calle con ese nombre”. Su espacio lo ocupó el Palacio del Arcediano de Ledesma, don Alfonso Gómez de Paradinas, que fue colegial del “Bartolo”, erigido a mediados del siglo XVI y derribado en 1862 y del cual solo se conservan la portada blasonada, el pozo y un aljibe. Se puede llegar al Huerto de Calisto y Melibea a través del Patio Chico o por detrás de Anayita.

El Ayuntamiento compró la Casa de la Calera, anexa al huerto, que hoy es un albergue de peregrinos

En enero de 1981 tras la intervención directa del entonces alcalde, Jesús Málaga, que tras arduas gestiones logró convencer al propietario para la adquisición del jardín y de la casa anexa —según cuenta en su libro “Desde el balcón de la Plaza: memorias de un alcalde”— , el Consistorio la adquirió por unos 19 millones de pesetas. “Fueron unas duras negociaciones con el catedrático Peña Mantecón”, afirma Jesús Málaga a este periódico y añade que “él lo entendió y fue muy generoso con Salamanca”.

El proyecto de reconstrucción y dirección del Huerto de Calixto y Melibea fue encargado a la empresa especializada “Taller de Paisaje”. Las obras estuvieron dirigidas por los paisajistas Jorge Subirana y Consuelo Martínez Correcher, que dotaron al espacio de un aire medieval -no podría ser de otra manera-. “Su rehabilitación pasó por no restaurar el antiguo jardín sino desarrollar en él un huerto, aprovechando elementos existentes proporcionarle una impronta medieval, propia de la jardinería de aquel periodo”, añade Jacinto Pérez.

El especialista precisa que el huerto se caracteriza por la ausencia de perspectivas volumétricas, uso continuado de trazas geométricas regulares donde destacan las formas cruciformes o cuatripartitas donde todo el conjunto rememora el hortus conclusus donde el pozo actúa como elemento articulador con connotaciones románticas, todo ello dispuesto sobre una planta irregular y aterrizada.

PUESTA DE LARGO

El 12 de junio de 1981, coincidiendo con la festividad de San Juan de Sahagún, se inaugura el huerto. Por aquellas fechas, Salamanca se hermanó con la ciudad lusa de Coimbra, por lo que al solemne acto acudió el presidente de la Cámara de Coimbra, Antonio Santos Moreira, quien inauguró el huerto junto al alcalde Jesús Málaga.

Antes de entrar en el huerto, a la izquierda se contempla un conjunto escultórico formado por un busto dedicado a La Celestina y un relieve a los amantes, realizado por el artista salmantino Agustín Casillas. Debajo de su busto se lee una inscripción que dice: “Soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón.”, palabras sacadas de la obra literaria.

El Ayuntamiento pudo comprar la Casa de la Calera, anexa al huerto, que hoy es un albergue de peregrinos del Camino de Santiago. Se trataba de un lugar en el que se guardaba la cal para la construcción de la Catedral Nueva. Así, en 1988 se derribó una vivienda aledaña al huerto que perteneció a Agustín Sánchez Manzanera, conocido como “El Gran Visir”, zona en la que se encontraba el jardín que se uniría en 1992 al Huerto de Calixto y Melibea, pero diferenciado por una urbanización y una jardinería distinta.

En el huerto se entra a través de un arco de medio punto de grandes dovelas y con los blasones del Arcediano, como asevera el profesor Julián Álvarez del Villar. Dentro, nos encontramos con una disposición de 16 espacios verdes individualizados, con sus áreas interiores bordeadas con Lonicera y boj, en las que se recrean, el hortus, el pomerio con árboles frutales conservados de la anterior propiedad y el herbarius, como afirma Jacinto Pérez sobre el terreno.

Entre las múltiples especies se pueden encontrar alcachofas, fresas, altramuces, avellano y menta

Entre las múltiples especies, en el Huerto de Calixto y Melibea se pueden encontrar alcachofas, fresas, altramuces, avellano, membrillero, cerezo, olivo, almendro, nogal, laurel, menta, hierba luisa, santolina, lavanda, melisa, hinojo, enriquecidas con otras plasntas, algunas inusuales en los jardines de la ciudad como el helecho de escudo duro, pucheritos, vinagrillo rosado, candilera, campanilla, acanto, hortensia de invierno, agapantos, hortensia, minutisa y lobularia, entre otras.

Huerto del amor y de la muerte. Destaca una morera de grandes dimensiones, junto a la escultura de la alcahueta, probablemente de la antigua plantación del jardín, que fue “restaurada” por Parques y Jardines. La empresa Talher mantiene los jardines.

En el centro de los arriates, como elemento dinamizador aparece el pozo de la antigua casa que evoca al jardín de crucero. El pozo puede estar conectado con el aljibe situado en la terraza inferior del huerto y puede contar mil historias de amor representadas en los múltiples candados que se cierran en sus horcones y que le conecta directamente con la obra de Rojas, pero también alguna desgracia como la del pobre infeliz que se ahogó en el pozo al intentar rescatar algunas monedas de su fondo.

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