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El templo invita a elevar la mirada en su interior.
Parte de la fachada del acceso a la iglesia por la calle Quintana.
El acceso a San Martín de Tours desde la plaza del Corrillo.
Los sepulcros insertos en los muros de San Martín de Tours también tienen interés.

La deslumbrante joya románica de esta iglesia salmantina

La antigua portada policromada está adornada con motivos todos los meses del año

Miércoles, 18 de agosto 2021, 19:33

La vieja iglesia de San Martín de Tours, con acceso a su parte musealizada por la plaza del Corrillo, esconde en su interior su antigua portada románica, una maravilla que deslumbra. Está compuesta por seis arquivoltas de medio punto, ricamente adornada con flores, arquitos de herradura, motivos vegetales y representaciones de los meses del año.

Esta portada se encuentra en la capilla barroca, una ampliación del templo llevada a cabo por José Benito de Churriguera entre 1695 y 1698. La capilla de la Virgen del Carmen fue financiada, como se explica en el propio templo, por el mercader de paños Juan Muñoz del Castillo y su mujer María Cruz Guerra.

En San Martín, que hunde sus raíces en la Edad Media y contribuyó de manera decisiva a la expansión de la ciudad, se proyecta el documental “Tesoro escondido”, donde se narra que los elementos originales conviven con intervenciones como la de Jerónimo García de Quiñones en el siglo XVIII, que corrigió defectos estructurales del templo y abrió un gran óculo que aporta luz.

También tienen interés en San Martín de Tours sus sepulcros insertos en los muros, como los del caballero Diego de Santiesteban y su hijo Roberto, en la transición del XV al XVI. Don Diego tiene un perro a sus pies y don Roberto sostiene una espada que se identifica con la cruz e incorpora un paje que llora por el muerto. Otros sepulcros son el de Luis Yáñez, con vestiduras académicas, o la supuesta sepultura de Bernardo de Carpio, como recuerdan Tomás González Blázquez y Rubén Martín Vaquero en “Parroquias, iglesias y capillas de Salamanca”, una publicación de LA GACETA.

San Martín cuenta con un reloj cuya maquinaria puede ser la más antigua de la ciudad, de mediados del siglo XIX, y un poderoso Cristo crucificado del escultor Fernando Mayoral, del siglo XXI.

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