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Martes, 28 de febrero 2023, 22:56
Aunque su situación no es muy diferente a la de muchos jóvenes de Salamanca, Eduardo prefiere no dar su apellido ni que se le identifique. No tiene ningún motivo para avergonzarse, pero prefiere que se conozcan las serias dificultades que tiene para llevar a final ... de mes. No está desempleado. De hecho, es autónomo y tiene un negocio de tatuajes. Y, aunque solo por un año ya no entra en la franja de edad de 16 a 29 años en la que el Observatorio de la Emancipación incluye a los jóvenes, tiene los mismos problemas que la mayoría de ella. “El próximo mes me vuelvo a la casa de mis padres”, asegura insistiendo en que el sueldo no le permite llegar a final de mes.
Aunque comenzó a hacerlo a los 17 años y cuenta con un grado universitario, asegura que con su trabajo de tatuador nunca ha llegado a ingresar 2.000 euros al mes. De hecho, suelen ser muy inferiores. Por el local en el que se encuentra su negocio paga una renta superior a los 500 euros, a los que se suman cerca de 200 por la cuota de autónomo. Según explica, actualmente comparte piso para poder llegar a fin de mes y, aún así ya tiene claro que va a regresar al hogar familiar porque sigue llegando muy justo. Aunque solo tiene que pagar la mitad del alquiler, a esté destina 250 euros al mes, a los que se sumaría la parte proporcional de los recibos de gas, luz y agua, que este invierno están siendo especialmente elevados. Una vez restados los costes del negocio y de la vivienda, afirma que, como mucho le quedan 200 euros para comida y ropa. De hecho, sigue trabajando como dj en bares nocturnos para poder aumentar sus ingresos. “No conozco a nadie de mi edad que se haya comprado una vivienda”, asegura. “Yo cuento con el apoyo de mis padres, que me ayudan, pero bastante han hecho ya por mí”, apunta para explicar que, los meses más complicados, cuenta con el apoyo de la familia. “Te diría que la gente que he conocido trabajando en la hostelería nocturna, salvo que estén fijos, están como yo o peor”, añade Eduardo, señalando que comprar una vivienda es para él impensable. Aunque la cuota hipotecaria sea menor que el alquiler, afrontar la entrada le resulta imposible.
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