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Domingo, 26 de diciembre 2021, 11:51
Nueve de cada diez municipios salmantinos registraron durante el año pasado más muertes que nacimientos. Un dato preocupante para la viabilidad de la mayoría de localidades de la provincia, pero que refleja la grave crisis demográfica por la que atraviesa Salamanca, agudizada por la pandemia. Un balance en el que cabeceras de comarca como Ciudad Rodrigo o Béjar presentan los peores resultados y que evidencian que la despoblación les está afectando más que a otras.
Solo 16 de los 362 municipios presentan un balance positivo. Casi todos ellos se encuentran en el alfoz, donde la población es mayoritariamente joven, por lo que hay más parejas en edad de tener hijos, y así lo demuestran los datos del Instituto Nacional de Estadística. Además, gracias a contar con una población menos envejecida, la mortalidad provocada por la pandemia ha sido menos intensa que en otras localidades. Carbajosa de la Sagrada, Villamayor, Villares de la Reina y Castellanos de Moriscos son las que cuentan con un crecimiento vegetativo positivo, lo que a su vez se traslada a que sean de las localidades donde más creció la población el año pasado.
El lado opuesto lo representan los 322 municipios en los que el número de nacimientos, si los hubo, fueron menos que las muertes. Es cierto que el coronavirus aumentó los fallecimientos, pero la tendencia negativa ya se arrastraba de años anteriores debido a que un alto porcentaje de la población que vive en los pueblos salmantinos está envejecida. En este grupo con un crecimiento vegetativo negativo entra la capital, donde el año pasado se registraron 856 recién nacidos y 2.360 muertos, un desfase de 1.504.
Pese a que las cifras de la capital salmantina puedan preocupar, más inquietud generan los casos de poblacionescomo Béjar y Ciudad Rodrigo. La primera, por ejemplo, apenas registró 55 nacimientos en 2020, mientras que los fallecimientos se multiplicaron por más de cuatro, hasta alcanzar los 239. En Miróbriga, fueron 54 y 214 respectivamente,. La misma tendencia se advierte en otras cabeceras de comarca como Peñaranda, Alba de Tormes, Lumbrales, Ledesma o Aldeadávila de Ribera.
Los expertos recuerdan que uno de los problemas que las administraciones deben intentar atajar cuanto antes es el parar el declive de poblaciones de un tamaño mediano del medio rural y que sirven de referencia para localidades de alrededor. Estas cabeceras concentran la mayoría de servicios públicos y actividades privadas, por lo que sirven de sostén para los pequeños municipios. Si la deriva actual continúa, el futuro del medio rural resultará aún más complicado.
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