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Sábado, 5 de marzo 2022, 10:56
Fue el jueves, el octavo día de ofensiva, cuando delegaciones de Kiev y Moscú pactaron crear corredores humanitarios para la salida de civiles, pero también para la llegada de ayuda a las víctimas de la guerra. Para entonces la ayuda enviada por la comunidad ucraniana de Salamanca ya estaba traspasando las fronteras del país en conflicto. “Nos acaban de comunicar que la furgoneta con los paquetes que hemos enviado nosotros está yendo hacía las ciudades bombardeadas”, comentaba este viernes Ivan Symonovych, que, junto a otros compatriotas, está coordinando el envío de las donaciones de los salmantinos hasta el frente.
No son expertos en el envío de ayuda humanitaria, pero, al ver como los bombardeos caían en las ciudades donde residen sus familias, el pasado domingo “fletaron” una furgoneta con alimentos, medicamentos y materiales de primera necesidad. Es el mismo vehículo que, durante los últimos años y conducido por Iliia Hushuvatyi, utilizaban dos veces al mes como “correo” para enviarles paquetes a sus parientes. Este llegó a mitad de semana a la frontera de Polonia y Ucrania.
Pero, ¿quién recibe esta ayuda? ¿Cómo se distribuye? Según explica Symonovych, que emigró en el año 2000 a Salamanca, tras tantos viajes realizados, el conductor “conoce a los de la frontera” y “hay una organización de voluntarios establecida en el país desde que comenzó la guerra hace ocho años en el Donbás”. Cuentan con puntos logísticos tanto en Rumanía y Polonia como en el interior de Ucrania, desde los que lo distribuyen por el país. Así, Iliia entregó la ayuda enviada desde Salamanca en Polonia y se introdujo en otra furgoneta que, según explica Ivan, está viajando ya hacia las zonas más afectadas por los bombardeos.
La comunidad ucraniana de Salamanca ya está preparando un segundo envío con el mismo procedimiento. Esta vez será más grande y llevará parte de la ayuda que permanece almacenada en la nave del Recinto Ferial cedida por la Diputación. Con el dinero que han donado los salmantinos, están negociando con una empresa salmantina que acostumbraba a enviar carne a Ucrania, para pagar un camión que transporte una treintena de palés con los diferentes productos y materiales recogidos en la iglesia de la Purísima, el Campo de Tiro o los otros puntos de recogida habilitados en la ciudad de Salamanca.
Symonovych no puede atender todas las llamadas que recibe. No solo de Salamanca. Se ha puesto en contacto con ONG de otras provincias que quieren traer a familias desplazadas por la guerra. Para ayudarles ya ha convencido a algunas empresas salmantinas para financiar autobuses que traigan a un centenar de refugiados y alojarlos en las casas que se están ofreciendo ya por toda España. También le pidió ayuda un amigo cirujano que trabaja en un hospital de Kiev. Según Symonovych, están empezando a faltarles materiales de uso hospitalario que no son fáciles de adquirir. Y se ha puesto en contacto con una farmacéutica polaca para intentar suministrarle estabilizadores para la fijación de fracturas. Los más de doscientos compatriotas que viven en Salamanca, como él, no son una ONG e intentan responder a las peticiones que reciben como pueden. Se niegan a ser meros observadores.
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