Apenas mira el móvil para ver la hora. Kutxi Romero no tiene redes sociales y para contactar con él es necesario llamar al teléfono. Son la última estirpe del rock que marcó la generación de Leño, Platero y Tú y Extremoduro. Vuelven mañana a Salamanca (22:00 h, Multiusos) tras una pandemia para presentar 'Los potros del tiempo'.
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Hace 16 años le entrevistaba y decía que Marea nacía y moría todos los días. Y aquí estamos en 2023 con 26 años sobre los escenarios. ¿Se le han hecho largos?
—Nunca hubo un proyecto. Nosotros nos juntamos, somos colegas del barrio y de pronto tenemos un puñado de canciones y las tocamos. Lo verdaderamente increíble es que llevemos tantos años juntos y hayamos hecho varios discos guapos. No se me ha hecho largo porque no me he enterado absolutamente de nada. Han sido 26 segundos. El reloj ha ido a una velocidad endiablada. Ahora, ya de viejos tengo la sensación de que no he sabido disfrutar del viaje por haber galopado tan deprisa.
¿Disfruta más ahora?
—Sí. Damos un concierto a la semana, mientras que antes en la obra trabajaba todos los días. Nunca hay que usar la palabra trabajo en vano. Lo que hacemos es una ofensa a los trabajadores de verdad.
Fue una espera de 8 años para escuchar 'El Azogue' y de repente tras la pandemia sorprenden con 'Los potros del tiempo' y una gira. ¿Qué tiempos manejáis?
—No teníamos otra cosa que hacer que ir al lugar donde desempeñamos nuestro oficio. Por medio, hice una gira acústica en la pandemia. Cuando nos dimos cuenta, el disco ya estaba acabado. Ahora puede que salga un disco el año que viene o que tarde 14 en salir; o que no salga nunca más. Nunca se sabe con nosotros.
¿La inclusión de Salamanca en esta mini gira responde a la fidelidad extrema del público?
—Desde que empezamos a ir las primeras veces hace 25 años a sitios pequeños, como a los más grandes siempre han respondido. Los sitios donde te quieren vuelves.
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¿Qué recuerdos conserva?
—Todos los recuerdos de Salamanca son difusos y nocturnos. De todas las veces que he estado creo que solo la he visto una vez de día que hemos ido a buscar la rana. Todo lo demás son bares y un ambiente nocturno muy apetecible para un tío dado al desenfreno como yo.
¿Disfruta más cuando compone, escribe libros o está sobre el escenario?
—Yo no puedo denominarme escritor. En otros sitios soy un intruso, pero escribiendo soy un absoluto allanador. Yo soy un cantante de rock and roll con mucha suerte. Nada más. Lo que más se disfruta es haciendo canciones. Es una creación mágica y es el arte supremo de la música. Para las demás disciplinas, necesitas un lienzo o una piedra para una escultura, pero en la música es pura magia.
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¿Qué se pueden esperar los que asistan este sábado a su concierto?
—Es como si van a las cuevas de Altamira y se encuentran al último neandertal pintando en la cueva. Esto ya es un ejercicio de anacronismo y nostalgia. Somos los últimos de una saga, de una estirpe del llamado 'rock urbano'. Empezó Rosendo con 'Leño', Extremoduro, Platero y Tú que ya no van a volver a pisar un escenario. Somos los que llevamos el testigo y estamos deseando encontrar una nueva banda, pero no la vemos. Mantenemos el fuego para que no se apague y vigilar la hoguera.
Con 50 años a las espaldas, ¿les ven generaciones enteras?
—A los chavales ya les importa poco el rock de los viejos y es más una frase hecha que la realidad de lo que se ve en los conciertos. Al principio el pabellón entero era de jóvenes y ahora ya son las tres primeras filas. Eso se nota en el cambio en que vendemos más discos. Nuestros fans se hacen viejos y también coleccionistas. Esta gira es en la que más entradas hemos vendido de toda nuestra carrera y estamos flipando porque nosotros somos inmovilistas por incompetencia. El principio de Peter dice que toda persona asciende hasta su nivel de incompetencia.
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¿Es un disco más oscuro 'Los potros del tiempo', respecto a sus precedentes?
—No le veo tantos cambios significativos con los dos anteriores discos. No nos hemos vuelto locos porque la contaminación externa con nuevas músicas no ha llegado a nuestra piel. Nuestro disco suena a 'Marea' con cinco tíos tocando de verdad sin trucos y con instrumentos. Ya hay grupos que no llevan batería y lo llevan todo grabado. El día que sustituyamos los instrumentos por máquinas nos echaremos a un lado y nos enterrarán. Creo que hemos sobrevivido y hemos ganado. Al rock lo llevan enterrando desde 1975.
¿Cómo acogieron el buen impacto que tuvo 'La buena muerte'?
—Era una canción en la que se veía que seguíamos siendo 'Los Marea' y volver con la misma esencia desde los cinco primeros segundos. Hemos tocado mejor por la experiencia y lo mismo hemos tenido que esforzarnos más que otras bandas que tenían grandes instrumentistas. Somos autodidactas con nuestra música.
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¿Alcanzarán a Los Rolling con los 80 años sobre los escenarios?
—Si no palmamos, siempre existe esa posibilidad. Hay una máxima en 'Marea' que dice que a partir de los 50 años en el rock lo único que se hace es el ridículo. Así que esperamos hacer el ridículo con dignidad. Nos lo inventaremos algo que no ha hecho nadie.
¿Cómo se vive sin redes sociales?
—Pues muy bien. Debo ser una persona bastante vacía por dentro porque no me hacen falta. Todo el mundo parece ser que tiene un mundo interior que ha descubierto y lo muestra. Yo no tengo ninguna necesidad de enseñarlo. Ahí están mis canciones y mis libros y solo doy la paliza al que se interesa por ello. Ni me son necesarias las redes sociales y ni siquiera tengo WhatsApp.
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¿Le aguanta la voz?
—Yo siempre he cantado mal así que no tengo ningún problema por ello porque siempre ha sido así. Yo le decía a Carlos Tarque y a Fito que lo suyo sí que era un problema porque sí tenían un día la garganta cogida se les notaba sobre el escenario. A mí nunca me han dicho que bien has cantado, sí lo contrario. Nunca me ha importado ni he puesto el empeño en ello. Yo quiero mandar un mensaje, hacer una canción bonita y no me ha ido mal del todo.
Hay quien dice que es necesario escuchar sus canciones con un diccionario en la mano para saber el significado de todas las palabras que utiliza en sus canciones.
—Eso me lo dicen muchísimas personas, aunque no es nada premeditado. De unos años a esta parte intenté ser menos barroco escribiendo pero no lo consigo.
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Quique González aseguraba que había que asumir que el rock ya no está de moda. ¿Se asume?
—Nunca ha estado de moda. Jamás. Ha habido épocas que era la voz de la calle y el mensaje que querías oír cuando eras adolescente. Ya tenemos 50 años y no tenemos nada que decir a un adolescente de 17 años. Absolutamente, nada. Y el chaval está en la obligación de no hacernos ni caso. El mensaje que reciben los chavales es del rap, el urbano o lo que sea, pero no el nuestro. Ha habido un cambio generacional. Pero, nunca sentí que el rock fuera la punta de lanza en este país.
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