M. H.
Salamanca
Jueves, 30 de mayo 2024, 06:30
Los colegios salmantinos están de enhorabuena. Alumnos y profesores pueden disfrutar ya en los patios de los centros educativos de l os antiguos kioscos que antes formaban parte del paisaje de la ciudad y que ahora se han convertido en bibliotecas y espacios de ocio y cultura.
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Allá por el mes de octubre, el Ayuntamiento de Salamanca decidió que era el momento de dar uso a esos viejos kioscos que tras ser retirados de las calles se encontraban durmiendo el sueño de los justos en una parcela municipal del polígono de El Montalvo. A través de la delegación de Fomento y Urbanismo que capitanea Fernando Carabias, se pusieron manos a la obra para instalar los cuatro primeros en el CEIP Campo Charro, ubicado en el Campus Universitario, en el CEIP Juan del Enzina, en el barrio de San José, en el CEIP Lazarillo de Tormes, en Chamberí, y en el CEIP Meléndez Valdés en la zona de El Zurguén. Posteriormente, y una vez que los centros educativos de la ciudad conocieron la iniciativa, los otros cuatro fueron a parar al Villar y Macías, en San Bernardo; Lazarillo de Tormes, en Tejares; Nuestra Señora de la Asunción, en Puente Ladrillo; y José Herrero, en Garrido.
Los centros educativos beneficiados con la cesión de estos kioscos solo deben hacerse cargo del mantenimiento de los mismos como espacio de lectura. El servicio de mantenimiento del Ayuntamiento de Salamanca se ha encargado de colocarlos en los patios de los colegios y, una vez, instalados, se han puesto los cristales y se han pintado para el disfrute de los mismos durante las horas destinadas al recreo. La decisión de convertir los kioscos en bibliotecas fue del equipo de Gobierno del Ayuntamiento, si bien el PSOE presentó el pasado verano una iniciativa con la que quería resucitarlos. El Grupo Municipal en el Ayuntamiento propuso darle una nueva vida a los establecimientos retirados en los últimos meses de las calles para darle otros usos de tipo cultural o turístico. Señalaron entonces que los kioscos retirados pueden verse como «una gran oportunidad para embellecer entornos, albergar escaparates de talentos locales, acoger iniciativas vecinales que generen vida en los barrios». Y efectivamente, así está ocurriendo.
La directora del colegio Meléndez Valdés, Nieves Blanco, señalaba a este diario el gran impacto que ha tenido la medida entre el alumnado: «Hemos esperado el kiosco un tiempo, pero cuando lo recibimos ha sido muy bien acogido porque nos ha servido para tener libros y para realizar varias actividades del colegio. Ha sido una gran novedad para los padres también y queda muy bonito en un parque tan grande como el de nuestro colegio».
La directora del centro alaba la medida del Ayuntamiento y confía en que este proyecto de lectura para los alumnos del centro se vaya ampliando: «Queremos que nos pongan también unos bancos, de modo que los escolares puedan sentarse ahí a leer principalmente en los recreos».
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La intención del Meléndez Valdés es que el próximo curso pueda hacerse realidad la biblioteca de patio. Tal y como expresaba Nieves Blanco una buena opción es la solidaridad de los propios niños: «La intención a día de hoy es que los escolares aporten un libro cada uno a la biblioteca, de modo que el kiosco se convierta en un contenedor cultural gracias a esa manera de compartir de las familias».
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