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La poesía y la música son quizá las principales herramientas de consuelo de las que el ser humano dispone en su soledad, esa soledad a la que está siempre abocado aunque disponga, en una primera línea de defensa, de sus seres queridos a próximos, el primer cinturón de los afectos. La seguridad de la casa no está tan lejos de la seguridad del alma”, aseguró ayer Joan Margarit (1938, Sanaüja) tras recibir el XXVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, galardón impulsado por la Corona y que conceden de forma conjunta la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional.
“Agradezco a Patrimonio Nacional y a la Universidad de Salamanca su apoyo a los poetas y a la poesía con este premio, y por supuesto al jurado que decidió otorgármelo”, añadió para a continuación hablar del proceso de creación de la poesía.
Premiado por el valor de su bilingüismo, Margarit no traduce sino que crea a la vez en español y catalán, según explicó el presidente de Patrimonio Nacional. Es esa extraordinaria capacidad para expresar lo que siente uno de los grandes valores de Joan Margarit, ya sea en poemas o en planos arquitectónicos. Así lo demostró el poeta que tras unas breves palabras deleitó a los asistentes al acto en la Sala de las Columnas del Palacio Real de Madrid, llena pese a la lluviosa tarde en la capital de España, con un recital en el que demostró su grandeza con los versos, pero también recitando, en español o en catalán. Un lujo para los oídos.
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