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Hace cuatro años, la vida de Javier González se paralizó por completo. Tenía 55 años cuando se le paralizó la parte izquierda de su cuerpo y cuando empezó a sentir una presión excesiva en el pecho. Ansiedad, un infarto... Distintas opciones se le pasaron aquel momento por la cabeza, pero tan solo una fue la corroborada por el equipo médico que le atendió: había sufrido un ictus lacunar. “Cuando me dijeron lo que había sufrido, el miedo me invadió por completo.
Después de todo lo que escuchas sobre los ictus, te esperas lo peor. Para mí, vivir aquello fue todo un varapalo y muy complicado. Por suerte, a día de hoy, no estoy tetrapléjico como sí que se quedó mi compañero de habitación, que tampoco podía hablar”, recuerda Javier González, que asegura, además que esa situación también le hizo venirse arriba tras haber sido un superviviente de una patología tan peligrosa. Tanto fue así que pudo volver a la rutina con normalidad, tanto a nivel familiar como a nivel profesional.
Cuando ingresó en el hospital, donde permaneció 10 días, los médicos optaron por no ponerle ningún tipo de medicamento, ya que no le habían quedado secuelas. Pese a que no detectaron el porqué de ese ictus y de que, a día de hoy, sigue sintiendo miedo de volver a sufrir una situación como la que sufrió hace unos años, asegura que le es imposible olvidarse del miedo que sintió su familia, a la que le sigue agradeciendo el cariño que le dieron desde el principio hasta el final.
La de Javier González es una historia de superación que sirve como referencia para todas aquellas personas que, a día de hoy, deben concienciarse de que es importante acudir al hospital rápidamente cuando se tienen los síntomas de los que, tanto Luis López como Miguel Ángel Castaño, de la Unidad de Ictus de Salamanca, han hablado con LA GACETA. “Antes de abandonar el hospital, el médico me dijo que debía dejar de fumar y no dudé ni un segundo a la hora de hacerle caso. Después de todo lo que viví en aquella habitación, esta segunda oportunidad me la tomo como un partido de fútbol, en el que Javier le va ganando al ictus 1-0. Pero eso sí. He de decir que el partido todavía no está terminado. Antes, valoraba más la vida en general, pero, ahora, valoro más cada segundo y vivo de forma intensa mi día a día. Creo que es lo mejor que puedo hacer”.
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