Intervención para recuperar el brillo y el esplendor del retablo de La Clerecía

El apoyo de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe II, a la Compañía de Jesús se vio plasmado en el siglo XVII en la construcción de la espectacular iglesia del Espíritu Santo, o más bien conocida como La Clerecía. A la monumentalidad de la iglesia se le puso la guinda en su interior con un impresionante retablo que es considerado uno de los hitos del Barroco en Salamanca bajo las trazas de Juan Fernández y las esculturas y relieves de Juan Rodríguez, discípulo del maestro de este estilo Gregorio Fernández.

Dentro del plan para la mejora y conservación del patrimonio, la Universidad Pontificia ha decidido intervenir en esta joya de 22 metros de altura que representa en su relieve principal la escena de Pentecostés de los discípulos reunidos con María en el cenáculo recibiendo el Espíritu Santo, representado a través de lenguas de fuego que se posan sobre sus cabezas. Las impresionantes columnas salomónicas que escoltan la escena central son otro de los elementos más destacados de la estructura.

El director de Patrimonio Artístico de la Universidad Pontificia, José Alberto Conderana, destaca la calidad artísticas que tiene el retablo dentro de la monumentalidad de La Clerecía. “El valor y la calidad artística es muy alta realizado por talleres de talento local con una perfección tanto en la talla como el policromado excelente en el que se pone el mismo esmero en la base que a los 20 metros de altura”. “La actuación sobre el retablo es una intervención que tiene muchísimo interés tanto para la Universidad Pontificia de Salamanca como para la propia ciudad y el turismo”, incide.

Los trabajos han comenzado con la colocación de los andamios y se extenderán hasta el 31 de mayo, tal y como ha confirmado María Luisa López Ávila, responsable de Uffizzi, empresa de restauración encargada de los trabajos que avanza que también se intervendrá sobre los dos retablos laterales tras realizar la intervención en la estructura principal.

La restauradora destaca que el retablo «es una de las grandes joyas» del patrimonio salmantino y supone «un hito importante para el Barroco español» en uno de los principales templos de la ciudad.

La primera fase de la intervención, según detalla, se basará en la limpieza superficial, consolidación de la policromía y comprobación del estado en el que se encuentran las partes más inaccesibles del retablo. «Tenemos que observar toda la estructura para comprobar in situ el estado de las zonas para saber en qué estado se encuentra, si ha habido otros intentos de restauración y qué otras actuaciones se han podido realizar», detalla.

Tras una primera fase de limpieza más superficial que se realiza con aspiración y brocha, llega una parte más delicada calificada como 'química' para actuar en aquellos elementos que se encuentran más adheridos al barniz o incluso a las láminas de oro. La experta avanza también que para llevar un diagnóstico lo más certero posible de la 'salud' del retablo se realizarán catas en las policromías (temple, carnado o la decoración sobre laminas de oro) y se tomarán muestras de análisis físico-químicos en las que se pueda comprobar el porcentaje de pureza que tienen las láminas de oro. Tras la intervención se procederá a proteger la policromía con una resina que sirva de protección y un filtro ultravioleta para la protección solar de las zonas más altas.

López Ávila señala que la instalación del andamio de 22 metros para acceder a los secretos del retablo abre también la puerta a «nuevos hallazgos» e incluso a investigaciones complementarias. En la parte superior del ático se encuentra representado un relieve de San Ignacio redactando las Constituciones de la Compañía de Jesús junto a los cuatro evangelistas, representados sobre las columnas de los retablos.

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