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El servicio de Anatomía Patológica del Hospital de Salamanca está moldeando un nuevo marcador capaz de predecir quiénes son los pacientes con cáncer de pulmón en los que va a funcionar el tratamiento de la inmunoterapia.
Se trata de un trabajo de investigación que ya ha sido publicado en International Journal of Molecular Sciences y que está teniendo un alto impacto entre la comunidad científica de Estados Unidos.
La motivación de este estudio es la de hallar un biomarcador que sea mucho más consistente que el que actualmente se utiliza en todo el mundo.
El biólogo molecular José María Sayagués explica que «el cáncer de pulmón suele tener una primera línea de tratamiento que puede ser la quimioterapia, por ejemplo, y una segunda línea -cuando la anterior falla- que es la inmunoterapia, que ha supuesto un avance espectacular en los datos de curación y de supervivencia».
El investigador expone que hay pacientes en los que la inmunoterapia no es efectiva, y la única herramienta que se utiliza para saber quiénes tienen más posibilidades de beneficiarse de este tratamiento es un biomarcador denominado PD-1. «Cuando una célula del paciente, en su superficie expresa una proteína que se llama PD-1, se interpreta como una predicción de que el tratamiento le va a ir muy bien», añade.
El problema es que este biomarcador da pistas, pero no son de máxima fiabilidad. «Analizando una serie larga de pacientes del Hospital de Salamanca nos dimos cuenta de que algunos enfermos no tenían esa proteína y, sin embargo, cuando les dimos inmunoterapia lograron una remisión prácticamente completa del tumor».
El equipo salmantino trató de averiguar qué tenían en común aquellos pacientes en los que funcionaba la inmunoterapia, independientemente de que expresaran, o no, el biomarcador más utilizado en todo el mundo.
«Analizamos exhaustivamente un grupo de pacientes muy homogéneo que habían recibido quimio y, posteriormente, la inmunoterapia. Encontramos un conjunto de 24 genes que cuando estaban presente se traducían en una respuesta a la inmunoterapia», celebran desde el Hospital, aunque con cautela: «Nuestro factor limitante es que en el estudio entraron solo diez pacientes, pero todos ellos estaban muy bien estudiados y con una secuenciación completa».
A partir de ese hallazgo, el doctor Luis Chinchilla ha recurrido al big data para comparar sus resultados con los de otros 2.100 enfermos que están en las bases de datos de otros laboratorios. Del mismo modo, el doctor Juan Carlos Montero hizo lo propio con una herramienta online donde comprobaron que los genes señalados por el Hospital de Salamanca también se han comportado como biomarcadores predictivos en otros pacientes (201) que habían sido tratados con inmunoterapia. «Refuerza nuestro trabajo. Estamos validando nuestra 'firma genética' entre pacientes respondedores y no respondedores», aclara.
«Desde la clínica asistencial no nos sentimos convencidos para decir que como este paciente expresa la proteína PD-1 le podemos dar la inmunoterapia. Es un marcador demasiado ambiguo», reconoce Marta Rodríguez, que estudia los diferentes tipos de cáncer de pulmón desde que realizó su tesis doctoral.
Una vez que se ha comprobado que la teoría redactada desde Salamanca tiene fundamento, la segunda fase de este trabajo pasa por aumentar el número de pacientes a estudio y tratar de llevar esta firma genética charra a la práctica utilizando la inmunohistoquímica: una técnica económica y de uso rutinario en los hospitales.
«Vamos a seguir utilizando la proteína PD-1 hasta que estos biomarcadores sean sólidos, pero de los 24 que hemos identificado, ya había cerca de 10 genes que habían sido mencionados previamente y que refuerzan nuestra investigación», avanza Sayagués.
La importancia de este trabajo radica en que supone un avance para combatir un tipo de tumor que, por desgracia, sigue ostentando la mayor letalidad. «Tenemos una alta incidencia en Salamanca porque recibimos también a pacientes de Ávila y Zamora. De forma orientativa estamos diagnosticando entre 250 y 300 casos al año», estima María Dolores Ludeña.
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