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Una investigación salmantina se ha propuesto crear un kit de dispositivos que se colocan en la ropa y en la cuna de los prematuros y que es capaz de detectar si ese bebé tiene un alto riesgo de autismo, discapacidad intelectual u otro tipo de trastornos del desarrollo.
El estudio está liderado por el catedrático de la Universidad e investigador del IBSAL Ricardo Canal, pero también participan entidades de renombre como el grupo BISITE o el INICO.
«Los nacimientos prematuros siempre son un grupo de riesgo. A mayor prematuridad, mayor riesgo de dificultades neuroevolutivas», explica Ricardo Canal, que puntualiza que «este proyecto arrancó hace años y ha contado con la financiación de la Junta y el Ministerio, pero ahora se abre una nueva fase que estará financiada con más de 100.000 euros por parte de la Fundación Mutua Madrileña».
La particularidad de esta nueva fase del estudio es que rebaja hasta los ocho meses de vida la edad de los bebés con los que se va a trabajar.
Detectar los primeros signos de autismo en un niño es complicado por debajo de los 24 meses. Sin embargo, los investigadores salmantinos se muestran confiados en que existen algunos indicadores que sí pueden anticipar estos trastornos de desarrollo desde mucho antes. Esos indicadores son, por ejemplo, el ritmo cardiaco, la respiración, la temperatura, el nivel de saturación de oxígeno, el sueño, el llanto, etc.
Para recopilar y analizar toda esa información se están diseñando unos dispositivos no invasivos que, además de recoger los datos, los puede ir enviando en tiempo real a los investigadores, sin necesidad de que la familia tenga que desplazarse a los hospitales.
«Sabemos que el tipo de sueño es un indicador de posibles trastornos. Pues hemos creado un prototipo de una mantita que se coloca por debajo de la sábana y nos aporta esa información. También tenemos una pulserita, con forma de huevo, que registra datos fisiológicos como el ritmo cardiaco, la temperatura, la oximetría… Se trata de trasladar esa tecnología al día a día de un bebé y que, además, sea 'vestible'. Algunas marcas de ropa para bebé ya tienen cosas desarrolladas, pero esto va a ser mucho más avanzado», apunta Ricardo Canal. «Muchos padres le ponen al bebé un aparatito para saber si el niño llora. Esto sigue esa idea, pero mucho más evolucionado y con la ventaja de que la familia compartirá datos con el especialista sin necesidad de desplazarse», añade el catedrático.
Todos estos prototipos estarán listos para empezar a utilizarse a partir de septiembre con la nueva cohorte de prematuros que ya hayan cumplido ocho meses de vida y, además, sus familias estén dispuestas a colaborar. Al mismo tiempo se mantienen activas las vigilancias que se vienen haciendo con aquellos bebés a los que se empezó a analizar antes: «Los indicadores de riesgo que tenemos son bastante prometedores porque en los primeros ensayos ya hemos apreciado una clara diferencia entre los niños que tenían un desarrollo típico y los que tienen riesgo. Con una precisión muy alta podemos ya decir, a partir de los 12 meses, quién va a tener un riesgo elevado, por lo que ahora esperamos decirlo a partir de los ocho meses», explica el investigador del Grupo del IBSAL 'Trastornos del Neurodesarrollo: autismo».
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