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José Ros, en su bar con sus nietos el día de su 65 cumpleaños.
El hostelero salmantino que ya no tiene que pagar a la Seguridad Social: 'Pensé que era un chiste'

El hostelero salmantino que ya no tiene que pagar a la Seguridad Social: 'Pensé que era un chiste'

José Ros nació en Vecinos, tiene un bar en Bilbao y, tras cotizar durante 50 años, ha quedado exonerado de pagar las cuotas a la Seguridad Social

Lunes, 28 de agosto 2023

El salmantino José Ros atiende a LA GACETA por teléfono recién levantado y aún con la voz somnolienta después de una intensa jornada de trabajo en su bar en plenas fiestas de Bilbao, labor que estos días que se extiende de cinco de la tarde a cinco de la mañana. Ha sido uno de los protagonistas de la pasada semana al conocerse que la Seguridad Social le ha exonerado de pagar las cuotas de autónomo. Su mérito: haber abonado religiosamente y de forma continuada cada mes durante los últimos 50 años, aunque en realidad ha trabajado más porque los primeros meses le pagaron «en papel» porque todavía no se había tramitado el Documento Nacional de Identidad al tener solo 14 años. Hacía cuatro que había salido de Vecinos, su localidad natal, junto a su familia para prosperar en el norte. El destino, además, hizo que haya pasado casi toda su trayectoria laboral en un bar ubicado en la calle Ledesma.

Las cartas de la Seguridad Social no suelen traer noticias halagüeñas excepto en su caso. ¿Cómo se quedó cuando le comunicaron que no tenía que abonar más cuotas?

—Nací el 21 de junio de 1958 y el día 20 de este año recibí la notificación de la Seguridad Social anunciándome que podía trabajar todo lo que quisiera, pero que no tenía que pagar las cuotas. La verdad es que me sonaba a chiste y me fui a la oficina más cercana porque todo me parecía muy extraño.

¿Qué le dijeron al llegar?

—Pues me encontré con que era verdad. Me dijeron que no había mucha gente en España en la situación de haber abonado las cuotas 50 años de forma continuada y que era mi derecho no seguir pagando.

¿Esto le obliga a jubilarse?

—No, puedo seguir en mi bar, aunque tengo que abonar entre 50 y 60 euros para cubrir posibles contingencias sanitarias. La verdad es que en este momento en el que acaban las fiestas de Bilbao me dan ganas de tirar la toalla después de trabajar de cinco de la tarde a cinco de la mañana, levantarte dándole vueltas a si habrá llegado el proveedor, si estarán los empleados... Esta semana le he dado vacaciones a mi señora y me he quedado solo en casa con mi hijo pequeño, que es el que me hace de interina para las cosas de casa. Todo son acuerdos.

¿Después de trabajar cinco décadas, también llegará a un acuerdo con su esposa para organizar su día a día cuando se jubile?

—Cuando decida retirarme se lo plantearé a mi mujer y pactaremos en qué voy a emplear tanto tiempo libre, porque yo tengo que hacer cosas, salvo que la salud me lo impida claro.

Ha asegurado en alguna entrevista que cuando llegue el momento tendrá que pedir permiso a su mujer para estar en casa, porque es de ella.

—Es una metáfora, porque todos estos años la que realmente ha estado todo el tiempo en nuestra vivienda ha sido ella y cuando me jubile el espacio que voy a ocupar será otro.

¿Imagino que en su entorno se quedaron helados cuando conocieron que le exoneraban de pagar las cuotas?

—La verdad es que no conozco a nadie en mi situación y cuando lo comenté con la gente y se quedaron sorprendidos.

Tendrá la carta enmarcada y expuesta en su negocio.

—Pues la verdad es que no, que la tengo en casa metida en su sobre tranquilamente.

Supongo que muchos de sus paisanos de Salamanca le habrán visto por la tele, ¿viene mucho a Vecinos?

—Mantengo el contacto con el pueblo y con Salamanca, aunque hace mucho que no voy, desde antes de la pandemia. En Vecinos todavía tenemos la casa de mis padres, con los que íbamos de vacaciones en el verano. Allí nacimos mi hermana mayo y yo, el resto de mis cinco hermanos ya nacieron en Bilbao.

Lo curioso de su caso, además, es que empezó a cotizar a muy temprana edad, con solo 14 años.

—En aquella época era normal que al acabar el colegio te pusieras a trabajar de pinche, de ayudante, de botellero... Yo caí en la hostelería porque jugaba en un equipo de fútbol y como no iba a entrenar, el presidente, que tenía bares, me dijo que me fuera con su mujer a hacer rabas. Ahora tengo un nieto de 13 años y alucina, porque en la época de Franco encima no te pagaban lo que debían por las horas y el trabajo. Tampoco preguntabas cuánto ibas a cobrar de sueldo o si tenías vacaciones como hacen ahora.

¿Cómo fueron los principios?

—Pues la verdad es que era tan joven que no tenía ni carné de identidad. Por eso al principio me pagaban «en papel» hasta que ya el jefe me dijo que fuera a la Comisaría a hacerme el Documento Nacional de Identidad y pude cobrar la primera nómina el 1 de abril de 1973, aunque yo ya llevaba trabajando desde octubre del año anterior. Primero estuve en la calle Salcedo 15 o 20 días y después ya me fui a la Taberna Taurina. Ahora estoy en la Taberna Dos como autónomo. Las dos eran del mismo dueño pero cuando se jubiló, al no tener sucesión en su familia, nos traspasó el negocio a mi hermano y a mí, que pagamos el traspaso y nos convertimos en autónomos.

¿El pago del traspaso supuso un esfuerzo económico para ustedes?

—Pues llegamos al acuerdo con el dueño en 1994, firmamos los finiquitos y nos pusimos a trabajar al día siguiente después de pagar 10 millones de pesetas —60.000 euros— de traspaso, una cantidad importante teniendo en cuenta que cuatro años después me compré un piso por 11 millones de pesetas —66.000 euros—.

Su hermano le ha acompañado en todo este periplo, ¿tiene posibilidades de llegar a los 50 años de cotización continuada?

—No creo. No lo sé la verdad, es que mi caso es un poco excepcional porque no es habitual que alguien haya cotizado de forma continuada durante cinco décadas sin resultar afectado por despidos, ERE o ERTE. Esa es la peculiaridad de mi caso.

En este tiempo ha visto el cambio que ha experimentado la hostelería, ¿por qué cree que ahora no se encuentra mano de obra?

—Creo que es por falta de motivación. Esto es como cuando estás parado y solo te relacionas con parados. Lo que ocurre es que no te salen puestos de trabajo. Pero cuando estás trabajando solo te relacionas con activos y te salen muchos empleos. Yo recomiendo a los desempleados en ese caso que tienen que ir a bares donde desayunan los trabajadores y encontrarán un empleo. Les digo a los jóvenes que los pelotazos no existen, que es el día a día y trabajarse a los clientes para que vuelvan. La verdad es que yo también he caído en el centro, en la calle Ledesma que es el Wall Street de Bilbao, lo que es apostar a caballo ganador. Antes trabajábamos más con gente local y ahora más con turismo y hay que manejar idiomas. Yo no sé muchos, pero café spresso y americano es para todo el mundo igual.

Como buenos salmantinos su negocio tendrá algún guiño de nuestra provincia.

—El bar en esencia mantiene las bases de nuestro jefe de bocadillos y pinchos rápidos aunque de elaboración propia. Pero introdujimos el jamón y los embutidos de Salamanca con los que trabajamos mucho. Aún así, también hacemos mucho bacalao al pil pil, que es muy recomendable. Y es que tienes que darle a la gente lo que quiere.

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