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El Hospital de Salamanca acaba de poner en marcha su segundo equipo PET y se convierte en el único centro de Sacyl que cuenta con dos de estos dispositivos de tomografía por emisión de positrones.
La máquina, que cuesta cerca de 2,5 millones de euros, ha llegado a través de los planes INVEAT -junto con otro equipo de SPECT/CT- y durante las últimas semanas ha sido sometida a meticulosos estudios hasta conseguir todas las autorizaciones del Consejo de Seguridad Nuclear.
«Se trata de un PET digital de última generación, que ofrece mucha más resolución que los modelos anteriores», destaca la doctora Pilar Tamayo, jefa del servicio de Medicina Nuclear.
La incorporación de este segundo equipo va a aumentar de forma considerable la capacidad diagnóstica del Hospital de Salamanca, que con un único PET ya estaba superando los 5.000 estudios al año, por lo que la cifra podría doblarse «siempre que haya demanda para tanto», puntualizan. «Con un único PET estábamos haciendo 5.500 estudios al año. Le estábamos sacando mucho provecho al día. Está claro que con dos equipos la estadística va a aumentar, pero también porque se están incluyendo nuevas indicaciones para esta técnica», explica Tamayo, que añade: «El PET se priorizaba para el diagnóstico del cáncer, pero también está indicado para demencias y procesos de deterioro cognitivo, que cada vez tienen mayor incidencia en una población envejecida como la nuestra».
La medicina nuclear está adquiriendo cada vez más protagonismo en los procesos diagnósticos. La técnica PET, en concreto, se está utilizando con frecuencia para el diagnóstico del Alzheimer gracias a la aparición de radiofármacos específicos para valorar las alteraciones neuronales que se producen en este tipo de enfermedades.
Por encima, incluso, de los problemas de deterioro cognitivo, Medicina Nuclear realiza numerosos estudios diagnósticos de la enfermedad de tiroides.
Además del diagnóstico, las técnicas en las que se basa la Medicina Nuclear también se emplean de forma terapéutica -la diferencia estriba en el tipo de radiofármaco que se le inyecte al paciente- y la media anual oscila entre los 200 y los 300 tratamientos.
Buena parte de los radiofármacos que utiliza el equipo de Medicina Nuclear son fabricados dentro de las propias instalaciones del Hospital, donde se añade el isótopo radiactivo a las moléculas disponibles. En otros casos, cuando no se dispone de las moléculas adecuadas, son suministradas por farmacéuticas y empresas especializadas.
La incorporación de nueva tecnología va a reforzar la productividad de un servicio que ya de por sí es modélico en cuanto a la inexistencia de listas de espera. «Estamos trabajando desde las 8:00 de la mañana hasta las 22:00 de la noche porque contamos con una buena organización», detalla Pilar Tamayo para destacar la importancia de mantener activa la tecnología durante el mayor número posible de horas. «Inicialmente, con nuestro primer PET, tuvimos que dar asistencia a toda la población de Castilla y León y está amortizado desde hace años. Ahora somos los primeros en tener dos», destacan.
Es una de las grandes desconocidas entre las decenas de especialidades que funcionan dentro del Hospital de Salamanca. La Medicina Nuclear no es otra cosa que «el uso de sustancias radiactivas -los radiofármacos- para el diagnóstico y el tratamiento de diversas enfermedades».
La responsable del servicio, Pilar Tamayo, explica que para el diagnóstico se emplea «una pequeña cantidad de esta sustancia radiactiva que localizaremos en el organismo dependiendo del órgano o de la función que queramos valorar». El fármaco emite una radiación que es recogida por los equipos tecnológicos: la gammacámara, el SPECT-CT o el PET, que nos da una imagen de cómo esa sustancia ha sido distribuida por el organismo y refleja si hay alguna alteración celular o no.
Por su parte, para realizar tratamientos, el radiofármaco emite un tipo de radiación diferente, porque en este caso no sale del cuerpo del paciente: el radiofármaco se une a las células donde existe una lesión -un cáncer- y una vez que se unen libera la radiación y ejercen efecto terapéutico sobre la célula alterada, pero sin llegar a dañar al resto de células del organismo. «Estamos hablando de una terapia molecular dirigida, a diferencia de otros tratamientos como la quimioterapia, que sí altera tanto las células buenas como las malas», explica la doctora Tamayo.
Los especialistas en Medicina Nuclear recalcan que, en contra de lo que se pueda creer, la toxicidad de estos procedimientos -tanto diagnósticos como tratamientos- es mínima. En el caso de los diagnósticos, la dosis de radiofármaco que se utiliza es tan pequeña que «no tiene ningún efecto farmacológico ni fisiológico». Los efectos secundarios son casi inexistentes, afirman.
«En cuanto a los tratamientos, las dosis son más elevadas y genera algunos efectos secundarios, pero leves. Desde luego que si los comparas con otro tipo de procedimientos son muy inferiores porque este radiofármaco va totalmente dirigido a un objetivo y no afecta a las células que están sanas en el resto del organismo», tranquilizan.
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