La 'hija de la UCI' ha abandonado el Hospital de Salamanca. La pequeña -que vivía desde sus primeros meses de vida en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos de Salamanca y estaba siendo criada por los propios sanitarios del Complejo- ha sido trasladada esta semana hasta un hospital pucelano.
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Sacyl no ha querido aportar ningún tipo de información al respecto, pero este diario ha podido saber que el traslado a Valladolid es un paso previo a la llegada de la joven a un centro de acogida.
La intención de los servicios sociales es que la menor pueda tener un futuro en una familia de acogida, pero antes de ese momento hay que cumplir varias etapas previas. La primera es una estancia en un hospital de Valladolid con un fin claro: que los profesionales conozcan al detalle las patologías de la menor por si en un futuro sufre recaídas de sus problemas. Es decir, cuando la niña sea trasladada al centro de acogida de Valladolid, en el caso de que su salud empeore ya no regresará a Salamanca, sino que pasaría directamente a la UCI de uno de los dos hospitales pucelanos y por eso es importante un periodo de adaptación a ella.
Hace varias semanas que en el Complejo Asistencial de Salamanca se sabía que la 'hija de la UCI' iba a ser trasladada y en los días previos a la despedida el ambiente en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos ha sido duro.
Por un lado, la alegría ante la esperanza de que va a ser un paso adelante para la niña: cada día más cerca de una familia o de una vida lo más normal posible. Por otra parte, la amargura de decir adiós a «un ser de luz que se ha convertido en una de las principales motivaciones para despertarse cada mañana y acudir al trabajo», explicaban meses atrás los intensivistas.
El momento en el que la niña ha cruzado para siempre las puertas de la UCI salmantina ha sido -apuntan- muy angustioso. Ninguno de los profesionales que han convivido con ella durante estos años ha querido dejarla marchar sin un beso, pero varios han optado por dárselo «unas horas antes del traslado para evitar la imagen de verla irse».
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La publicación en LA GACETA de la historia de la pequeña -el pasado mes de octubre- supuso un antes y un después. «En apenas unas horas conseguimos lo que no se había logrado en un año», agradecían los pediatras. Se referían a una oleada de llamadas y muestras de interés -procedentes de todas partes de España- por parte de familias dispuestas a ofrecerle una vida distinta a la niña. «Los cables y las máquinas no las va a poder dejar atrás porque ella tiene unas enfermedades que no se pueden curar, pero se merece un lugar mejor para vivir que no sea una UCI», defienden los sanitarios.
Pese al interés, la resolución no es tan fácil. Las acogidas y adopciones son -por el bien de los menores- procesos muy meticulosos. La Gerencia de Servicios Sociales debe cribar y analizar al detalle todas las peticiones recibidas hasta cerciorarse de que las familias que se ofrecen reúnen todas las condiciones necesarias y -sobre todo- que son perfectamente conscientes de la enorme responsabilidad que conlleva.
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