La pediatra Vega Murga pasea a la niña por los pasillos del Hospital. LAYA

La hija de la UCI: la historia de la niña criada por sanitarios salmantinos en el Hospital

Llegó con unos meses de vida a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos y desde entonces vive allí

Javier Hernández

Salamanca

Domingo, 15 de octubre 2023

Las pocas velas que ilustran su edad las ha soplado en la UCI pediátrica del Hospital de Salamanca -su verdadero hogar- y lo ha hecho junto a sus únicos seres queridos: los pediatras, las enfermeras, celadores, personal de limpieza…

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«Es la hija del Hospital de Salamanca. Llegó aquí con solo unos meses de vida y desde entonces vive con nosotros. Somos su familia», apunta el jefe del servicio de Pediatría, Eduardo Consuegra, que por cuestiones de privacidad, no puede aportar más datos sobre la menor.

Tampoco son necesarios más detalles. Todo se resume en una triste historia de antecedentes sociales problemáticos y un bebé que, por sus patologías de nacimiento, necesitaba cuidados durante las 24 horas del día, por lo que vive dentro de un hospital.

«Una UCI no es un lugar para que crezca un niño tan pequeño. Lo ideal sería una familia de acogida o un centro, pero hasta hace poco ha necesitado cuidados durante las 24 horas del día porque tiene una enfermedad crónica y eso lo ha complicado todo», explica el doctor Pedro Gómez de Quero.

Su enfermedad no tiene cura, pero sí tiene tratamiento y los especialistas aseguran que está funcionado de manera notable. Gracias a los meses de cuidados, la situación de la pequeña se ha ido estabilizando, aunque nunca ha podido abandonar la UCI. «En una planta de hospitalización tendría que estar acompañada por un familiar o por alguien de un centro de acogida, pero no existe esa figura que pueda estar con ella todo el día. Por eso lleva tanto tiempo con nosotros», explica la doctora Vega Murga, que sintetiza la historia de forma contundente: «A esta niña no la hemos cuidado, la hemos criado».

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Volcados con la niña

Desde el equipo de Enfermería coinciden en que ni es una paciente más, ni se trata de una situación 'normal' de las que se repiten en el día a día de un hospital: «Al principio la tratamos como a todos los pacientes porque tenía una patología que te obligaba a estar volcada con ella, pero a medida que pasa el tiempo, por su historia, porque está solita y porque es una niña súper bonita le hemos ido cogiendo un cariño especial».

Entre el equipo humano del Hospital de Salamanca ya hay quien percibe que la generosidad, el instinto protector y la voluntad de cubrir la necesidad de cariño de la niña está virando yque también es ella quien llena huecos vacíos en el corazón de sus cuidadores.

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«No nos vamos a engañar. Se ha creado un vínculo muy especial entre los profesionales y la niña. Pasas todas las mañanas a verla, ella sonríe y te lanza un beso… Es que nos tiene enamorados a todos», reconoce el doctor Consuegra con la voz algo entrecortada.

Todos la conocen y ella a los demás. «Es muy cuca. A cada uno nos dice lo que queremos. A mí siempre me imita a un bebé. A una compañera le dice 'guapa'. A otra le hace el gesto del cerdito...», desvela una de las integrantes de la UCI pediátrica.

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El propósito de conseguir que su vida en la UCIsea algo compatible con la felicidad se ha convertido en responsabilidad de todos. Su box se ha convertido en punto de peregrinación obligatorio por el que desfilan decenas de voluntarios de la carantoña.

El equipo de Pediatría cuida de la pequeña en su box de la UCI y en las instalaciones del hospital, donde han personalizado su estancia para que sea lo más parecido a la habitación de una niña. LAYA

Para una estancia de días, el pijama de Sacyl es suficiente, pero para una niña que vive dentro del Hospital es necesario un mayor fondo de armario. Lógicamente, la niña crece. La ropa se va quedando pequeña y hay que renovarla, pero en ningún momento eso ha sido un problema.

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«Los trabajadores le compramos toda la ropita que tiene como si fuera un hijo propio. Aquí se ha volcado desde el personal de limpieza al de Rehabilitación. El cochecito nos lo ha dejado una compañera de Neonatos, el armario de la ropa se lo hemos hecho nosotros», reconoce la doctora Vega Murga, que por el último cumpleaños de la niña le tejió una espectacular cola de sirena: «Nos dijeron que era bueno para ella tener las piernas juntitas, así que le hice una cola de sirena que le encanta».

El grado de implicación del personal del Hospital va más allá de los cuidados estrictamente sanitarios. Conseguir que un paciente con importantes enfermedades siga viviendo va en el sueldo. Enseñarle cómo es eso de vivir ya va en la sangre.

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«Con el permiso de los Servicios Sociales de la Junta, y con todas las medidas de seguridad necesarias solemos sacar a la niña a pasear para que le dé el aire. La llevamos al río que hay frente al Hospital y allí siente la hierba, los sonidos, se queda mirando los animales...», explican.

Le llaman poderosamente la atención los perros, pero lo que más le fascinan son esos pequeños seres tan parecidos a ella que se llaman niños.

«Algunos intensivistas pediátricos la hemos llevado a nuestras casas con todo el aparataje preciso para que juegue con nuestros propios hijos y se relacione con niños. Estar durante tantos meses al inicio de su vida sin poder socializar es muy negativo para ella y estamos tratando de reducir ese déficit con vistas al momento de que abandone el Hospital», avanza el doctor Consuegra. Porque ese momento -el de decir adiós a 'la hija del Hospital'- va a llegar más pronto que tarde y no va a ser fácil para nadie.

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El jefe de Pediatría deja muy claro que ese cariño hacia la paciente jamás va a nublar la visión del profesional y que todas las decisiones que se han tomado, y que se tomarán, están basadas en buscar lo mejor para la menor: «Nos ha atrapado a todos, pero que quede claro que no queremos retener a la niña. A veces no se interpreta bien. Lo que queremos es que se vaya con toda la seguridad. Debemos ser lo suficientemente responsables como para dejarla ir. Esto no es, en absoluto, normal para un niño. Queremos lo mejor para ella y lo mejor, sin duda, es estar en un centro o con una buena familia».

La joven tiene facilidad para contraer infecciones respiratorias que luego maneja muy mal. De ahí las dificultades para encontrar la ansiada familia de acogida. «Deben saber que es una niña que requiere cuidados y que su evolución es compleja. De no haber pasado todo este tiempo en el Hospital la niña no podría hacer nada. Afortunadamente ahora se sostiene sentada, mueve las manitas, está aprendiendo el lenguaje de signos, nos reconoce a todos y no para de sonreír», informan.

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Preparados para el adiós

Las últimas informaciones que maneja el Hospital de Salamanca apuntan a una más que posible salida de la niña a un centro de acogida en cuestión de pocas semanas.

De forma paralela se seguirá buscando una familia que esté dispuesta a dedicarle todo el cariño que necesita, pero sobre todo que sea consciente de que es una persona con enfermedades que exigen cuidados.

Entre pitidos de máquinas y olor a fármacos, en el ambiente de la UCI ya flota algo extraño:la sensación de que la despedida está cerca.

Los médicos hablan de un 'síndrome del nido vacío' y del escozor que sienten ahí adentro, tan solo con imaginarlo:«El apego que se ha generado es muy grande. Aunque no lo busques, es algo involuntario. Un vínculo que te empuja a ir a verla todos los días o a hacer videollamadas en los días de descanso para poder saludarla. Han sido meses en los que todos los compañeros nos hemos emocionado con ella y hemos llorado mucho». Aún quedan lágrimas por derramar, pero serán por su bien.

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