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Los residentes de San Justo y el Bretón, a pesar de su ubicación privilegiada a escasos metros del centro, aseguran «vivir un infierno» cada jueves universitario, fiesta de Facultad o fin de semana protagonizado por todos esos jóvenes que se aglutinan a las puertas de sus casas para hacer cola en discotecas que ocupan los bajos de sus edificios o de viviendas aledañas.
Entre las molestias que ocasiona esta situación a los vecinos, destaca principalmente el ruido. También hacen referencia a la presencia de orines y vomitonas en las calles a la mañana siguiente, con el fuerte olor que ello conlleva, y en sus propios portales. Presencian además otros episodios como llamadas al timbre a altas horas de la madrugada o jóvenes «haciendo sus necesidades sin pudor» delante de los propios residentes y negocios y, en ocasiones, «a plena luz del día».
La portavoz de una comunidad de vecinos de San Justo explica a este periódico la situación que han vivido a lo largo de los últimos meses. Un local que se encuentra justo debajo del edificio fue precintado por el Consistorio después de las reiteradas denuncias de los residentes. «Al barullo de la calle se le suma el ruido que emiten los locales y que se debe filtrar por las cámaras de aire del edificio. La Policía ha venido a nuestras casas de madrugada a medir los decibelios 'in situ' y de la escalera en la que yo vivo han denunciado seis vecinos y varias veces. Una de mis hijas es enfermera y tiene nocturnos. No vive aquí ya y se ha ido a un piso de alquiler porque era imposible descansar», recalca.
Olores, basura y suciedad invaden su portal al día siguiente. «En nuestro portal dejan vasos, papeles y restos de comida o bebidas. Los vecinos intentamos que no se cuelen universitarios por la noche, pero en el edificio viven estudiantes y a veces los abren sin mirar por el telefonillo. Es una pena que teniendo unas vivienda en la zona en la que estamos afrontemos estos problemas, todo esto genera también que nuestras viviendas en la zona en la que estamos afrontemos estos problemas, todo esto genera también que nuestras viviendas se están devaluando», explica la vecina.
Aunque esperan afrontar un verano más tranquilo con el regreso de los universitarios a sus hogares, reconoce que durante las fiestas de la Facultad viven los peores días: «Empiezan a la hora de comer y hasta el día siguiente. Ha habido semanas que hemos vivido eso de lunes a sábado», asegura.
Lucía Jimeno, otra vecina de San Justo, también es víctima del ruido. «Siempre hay jaleo y se oye todo perfectamente por las ventanas. Los sábados especialmente llaman al timbre a altas horas de la madrugada y es muy molesto», explica.
Ignacio, al mando de una oficina en la zona, asegura que él también sufre las consecuencias de la fiesta. «Los días después de las fiestas queda todo sucio y orinan en la puerta, tenemos aquí una manguera para limpiar las vomitonas que nos dejan. Yo los jueves tengo que cerrar la puerta siempre. En una fiesta de una Facultad se me ocurrió dejar a una chica pasar a usar el baño y luego querían todas», afirma el vecino.
Hay vecinos que se encuentran incómodos al asomarse a sus balcones, porque los universitarios 'no se cortan' de orinar delante de ellos: «Hay jueves que las discotecas hacen fiestas de tarde. A lo mejor estás asomado al balcón y vienen un grupo de jóvenes y te mean la puerta delante de ti. Tenemos un bar tradicional justo debajo de casa y eso parece un escaparate. Es que no se cortan ni un pelo», reconoce el vecino.
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