Aspecto de la calle Mayor de Chamberí ese mismo día. Varios vecinos se encuentran subidos al tejado de sus viviendas. Archivo

 

LOS BARRIOS DEL AYER
La gran riada de Chamberí del 76: Los vecinos se atrincheran 26 horas en su capilla

Después de un asentamiento difícil a principios del S.XX y una historia marcada por la miseria, el barrio se enfrentó a un gran riada en el 1976 que inundó sus casas, puso en riesgo sus vidas y marcó la memoria colectiva de los vecinos

María Regadera

Salamanca

Domingo, 21 de enero 2024, 18:21

Chamberí, uno de los barrios más pintorescos y con personalidad de Salamanca, nació en el siglo XX como un pequeño núcleo de población con tintes rurales y dependiente del Ayuntamiento de Tejares. Sus vecinos construyeron sus casas a mano, por lo que a día de hoy se refieren al lugar que les vio crecer como: «Chamberí, un barrio hecho de barro, paja y agua».

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Las primeras edificaciones del «barrio nuevo de Chamberí» fueron construidas a mano por sus propios residentes antes de los años 30 en pequeños solares vendidos por un hombre al que apodaron «el zamorano». Según explican los vecinos de Chamberí en sus memorias, algunos de esos terrenos no los llegó a cobrar: «Cuando iban a pagarle contestaba que lo compraran en material para que pudiesen terminar antes». Alrededor de los años 40, empiezan a construirse las primeras casas del «Camino de los Alambres» y en lo que es hoy la calle Mayor residieron las familias de Manolo, Ninfa, Rosa y Alfonsa. Uno de los propietarios de todo el terreno consiguió la autorización del Consistorio de Tejares para comenzar a vender las parcelas por 50 céntimos o a una peseta el metro cuadrado.

Rafael Calvo, actual presidente de la asociación de vecinos, recuerda a su abuelo Manolo Calvo: «Los Alambres era prácticamente de mi bisabuelo. El terreno en el que se asentó este núcleo de población eran terrenos de maíz y cereales de mis ancestros. Mi abuelo Manuel Calvo tuvo que venderlo durante la guerra para poder comer y pagar impuestos», recuerda.

A partir del año 1944, Chamberí y los Alambres dieron la bienvenida a un aluvión de inmigrantes propiciado por la pobreza y la severa situación de posguerra.

El grave problema de las aguas

De esos años de subsistencia en plena postguerra, los vecinos actuales recuerdan las historias que les contaron sus antepasados: «Algunas familias criaban animales domésticos para comer y ordeñaban la leche, tenían una pequeña huerta, pero pocas contaban con su pozo de agua propio. Las casas eran muy humildes, no tenían agua corriente ni baños», explica el vecino Benito Montero. La señora Eusebia, que hacía las veces de comadrona en el barrio, recordaba en las memorias del barrio como las mujeres tenían que ir a por ella a Buenaventura o al Arrabal: «Algunos días íbamos a por ella tres veces. Llevábamos un cántaro en la cabeza, otro en la mano y el tercero al cuadril».

En los años sesenta, las mujeres del barrio decidieron dar un paso al frente e informar a las autoridades de la situación que vivían, exigiendo su derecho a vivir en condiciones dignas. «Después de pelearlo y luchar, nos pusieron tres caños públicos en la calle Mayor y tuvimos que cavar cuatro metros para meter las tuberías nosotros mismos y nuestros padres», recuerda Benito Montero. A partir de 1969, cuando Chamberí ya era dependiente del Consistorio salmantino, llegó al barrio una máquina para abrir las calles. El coste de la red general corrió a su cargo, mientras que el coste del tramo particular lo pagó cada propietario.

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La gran riada del 1976: Un acontecimiento que marcó la memoria colectiva del barrio

El 27 de mayo de 1976, el barrio de Chamberí-Los Alambres sufrió una gran riada que puso en peligro la vida de los vecinos, destrozó viviendas y arrolló a animales. Por la tarde de ese día, festividad del Corpus Christi, se inició una tormenta con máxima intensidad en Vistahermosa que superó el medio metro y en algunos lugares llegó al metro y medio. Según las memorias escritas por los vecinos, el torbellino de agua que se formó corrió hacia el camino de las Alambres y al no encontrar cauce colector que asumiera el agua, se formó un río en la calle Mayor. También influyó la situación del barrio, que carecía de un buen desagüe, y el atasco que se produjo esa tarde en el Regato que pasa por debajo de las casas.

La avenida de la Salle tras la gran riada del jueves 27 de mayo de 1976, día del Corpus Christi. Archivo

LA GACETA presenció ese momento en primera persona. Su fotógrafo Martín Merchán tuvo un accidente con su coche en el lugar de los hechos a consecuencia de la gran riada y el temporal. Él mismo explicó en este diario, en la edición del 28 de mayo de 1976, el dramático momento: «Se veía la desolación y se oían gritos y llantos. Todo el barrio solicitaba socorro insistentemente. Cuando llegó la ayuda, allí se dejaron las clases sociales a un lado, todos ayudaron a todos. Incluso nosotros, además de realizar nuestra labor informativa, colaboramos en común esfuerzo para ayudar a quiénes lo necesitaron», aseguró.

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Todos los medios del momento lanzaron un mismo mensaje a la ciudadanía ante el panorama desolador: el barrio necesitaba ayuda económica. Este periódico estimó el valor de los daños en diez millones de pesetas. Aunque no se tuvieron que lamentar perdidas humanas, esa misma tarde aparecieron ahogados 40 corderos, 11 añojos, 200 gallinas y un cerdo. Un par de automóviles fueron arrastrados y una casa de adobe y barro de una familia fue derribada por el temporal.

«Varios jóvenes fueron arrollados por el agua. Siempre nos cuentan la historia de un chico que quedó en calzoncillos y se agarró a un poste para que el agua no le arrollase. Tuvieron que salir a rescatarle», asegura el vecino Rafael Calvo. El panorama era desolador para los vecinos. Las autoridades del momento visitaron al día siguiente el barrio y prometieron soluciones y las asociaciones de vecinos de otros barrios de Salamanca se volcaron con la causa. Crearon una cuenta pro-damnificados y se organizaron festivales benéficos, entre otras acciones. Se recaudaron 419.000 pesetas.

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Las soluciones no llegan y los vecinos se atrincheran durante 26 horas en su capilla

Los vecinos fueron ignorados durante meses por la administración y decidieron tomar cartas en el asunto. La asociación propuso llevar a cabo una manifestación pacífica el 23 de octubre de 1976 ante la ciudad de Salamanca para dar a conocer sus problemas. El Gobierno Civil prohibió dicha concentración, pero los vecinos decidieron seguir hacia delante asumiendo todas las consecuencias.

Fuerzas de Orden Público y Policía bloquearon esa mañana los puentes, únicas vías de acceso a la Plaza, con escudos antidisturbios y metralletas. Según los datos aportados por las memorias del barrio, el punto de encuentro fue la capilla del barrio a la una del mediodía y se congregaron unas trescientas personas. Cuando los vecinos salieron a la carretera principal, la fuerza pública se interpuso en su camino.

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Los vecinos volvieron a la capilla y celebraron una misa-asamblea. Como medida de presión y protesta, decidieron quedarse atrincherados en su interior 26 horas. A su salida adoptaron nuevas medidas para seguir luchando por el futuro.

Estampas de Chamberí

En 1984, los vecinos consiguieron un sueño que siempre fue prioritario para ellos: un centro cívico para llevar a cabo actividades culturales y educativas. Archivo LA GACETA
El estado precario de algunas calles como Estrecha y Alabastro en el año 1990. Se encontraban sin pavimentar, los vehículos no podían circular y la situación se agravaba con las lluvias. Archivo LA GACETA
La estatua «Viento del Sur», de Severiano Grande, se inauguró en el año 1995 y representa a un habitante que está rompiendo su hucha para comprar un solar donde levantar su casa. Representa la historia del barrio en piedra. Se encuentra en la plaza del barrio de Chamberí. Archivo LA GACETA
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