El escritor Luis Garcia Jambrina vuelve a la carga con su último libro. Se trata de «El primer caso de Unamuno», una ficción literaria que parte de un hecho real como fue un conocido asesinato en el pueblo salmantino en Boada en 1905. En aquella España de principios del S.XX un personaje sobresalía por encima del resto y se trataba del inigualable Miguel de Unamuno. El famoso rector de la Universidad de Salamanca se ve envuelto por unas cosas u otras en la investigación de un crimen que ha conmocionado a los salmantinos.
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Miguel de Unamuno era muy polifacético, pero sus dotes de detective no se conocían mucho…
—Exactamente. Hay muchos Unamunos en Unamuno y es que tuvo muchas facetas y le interesaban muchas cosas. Además, escribió de muchos temas. Ha sido un proceso natural. Yo ya había ensayado este tipo de cosas en las que utilizo a un personaje histórico como con la serie de manuscritos y Fernando de Rojas. Y en este caso de Miguel de Unamuno era todavía más natural, ya que si algo le interesaba a él es la búsqueda de la verdad en todo. Él decía que antes la verdad que la paz. Y un poco es lo que hace en esta novela. Todo arranca con un caso real de un asesinato que sucedió en Boada en 1905, que luego serán varios. No es que él sea un detective, sino que tiene que ejercer de detective. Y bueno, capacidades las tenía todas. Pues era una mente muy racional y luego también albergaba una gran intuición y en especial un gran conocimiento del alma humana. Reunía unas características que para investigar todas las clases de crimen y en concreto esos asesinatos complejos.
Habla de Unamuno como un 'detective andante'…
—Sí. Tiene muchas cosas de Don Quijote, que es el personaje con el que él más se identificaba. Él lo dice en muchas partes, que él es un Don Quijote y que su comportamiento es muy quijotesco muchas veces. Y luego también lo he mezclado con el otro gran personaje universal, que es el de Sherlock Holmes. Si hay dos personajes universales conocidos, que además casi tienen vida real, como diría el propio Unamuno, son estos dos. Y tiene un poco de quijotesco y otro poco de Holmes.
Para un Unamuno que no se casaba con nadie, la labor detectivesca le pega ya que todos pueden ser sospechosos…
—Exacto. Si tiene algo Unamuno es que era insobornable. Para él la verdad estaba por encima de todo. Nunca se inclinaría ni se dejaría llevar por prejuicios. Esto lo vemos en cualquier obra suya, era una persona que siempre estaba cuestionándolo todo, incluso a sí mismo. No daba nada por descontado, no daba nada por cierto. Yo creo que sería el investigador idóneo.
¿Quién hace de Sancho o de Watson para acompañar a Miguel de Unamuno?
—En este caso Watson no es un médico, sino un abogado penalista. Es un poco el que en principio lo lleva a interesarse en el caso este de Boada. Hay que compensar algunas facetas con otras y al principio son dos personajes muy diferentes, por eso suelen chocar, pero luego poco a poco se van contagiando el uno a otro con sus formas de ser.
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También como buena receta, pone un poco de amor…
—En el caso de Unamuno el tema del amor está muy presente, no solo en su poesía, en muchas de sus novelas. En la trama aparece una anarquista catalana que viene a Salamanca a ver qué es lo que está pasando en el campo salmantino y esos problemas que hay y a intentar agitar. Unamuno queda fascinado por esta mujer y tenemos ahí una relación un tanto y compleja a lo largo de la novela. Hay una trama amorosa que nunca se resuelve, por supuesto. En este caso también intento ser fiel a la realidad de Unamuno, que era muy fiel a su mujer.
Es el primer caso de Unamuno, eso es que habrá más entuertos que resolver…
—Da para una saga literaria y para mucho más. En principio tengo pensadas ya unas cuantas novelas basadas siempre en casos reales que tienen un trasfondo histórico. Va a depender del interés de los lectores. Pero esta es la primera. El debut de un detective andante que estoy convencido de que dará mucho juego.
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Ya tiene entonces producción literaria para los próximos años…
—Sí, entre otras cosas. Esta es la novela con la que yo más he disfrutado y suelo disfrutar siempre con la escritura, pero con esta lo he hecho mucho, ya que me he implicado yo personalmente de un modo considerable.
¿Se ha implicado mucho de forma personal?
—Ha sido un año para mí muy intenso en cuanto a vivencias. Son experiencias que te hacen reflexionar y cuestionarlo todo y también un poco cambiar. Y bueno, la novela llegó justo en el medio y es una novela que escribí con mucha intensidad y muy centrado en ella. La escribí además en menos tiempo del que yo suelo emplear en la novela. Lo que pasa es que luego la trabajé mucho ya que quería que fuera una trama. Ha sido un tratamiento para tratar el cuerpo y el alma.
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