Las lágrimas fueron sustituidas por flores. El luto por los colores vivos. Las guitarras resonaron más fuerte que nunca. Fray Pablo había dejado por escrito cada paso de cómo debía ser su funeral. «Nos dejó hasta la play list de las canciones que debían ... de sonar», ha recordado el superior carmelita en la celebración del sepelio en una iglesia del Carmen de Abajo que se ha quedado pequeña para la celebración de la despedida del más pequeño de sus novicios. «Me decía que no rezáramos por él para que recuperara la salud, sino para estar firme en la fe».
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Pablo Alonso Hidalgo ingresó en el noviciado carmelita a sus 21 años el pasado 25 de junio en la última fase de su enfermedad y pasó a denominarse Pablo María de la Cruz tras su entrada «in articulo mortis». También aquel día la iglesia se quedó pequeña. En la primera de sus intenciones pidió por la conversión de los jóvenes. Este lunes estaban todos presentes procedentes de círculos como Effeta, Hakuna, etc...
En una carta enviada a todos los círculos cercanos de Pablo por parte de la comunidad carmelita y de la familia Alonso Hidalgo, se trasladaron todos sus deseos para el funeral. «La vida es vida si se celebra», recordaba en lo que deseaba que fuera una «fiesta». A las 23:45 horas de la noche del domingo se instaló la capilla ardiente en la iglesia del Carmen de Abajo. Con la exposición del Santísimo Sacramento comenzaron las canciones, sonaron las guitarras y las luces de la iglesia del Carmen de Abajo no se apagaron en toda la noche. Los que estaban en su interior eran jóvenes y mayores que habían conocido a Pablo . Para el funeral, dejó instrucciones muy precisas: «En mi funeral nada de luto, nada de negro, que hace mucho calor», aconsejó de forma vehemente. «A la entrada en el funeral, habrá un escáner para controlar la cara de cada uno. Solo se dejará entrar a los que estén alegres. Quiero que estéis alegres».
Las flores debían ser una parte fundamental: «Quien pueda que lleve su flor al velatorio y al cementerio se lleven macetas con flores para convertir la sepultura en un Carmelo, el jardín de Dios». La alegría debía ser el signo predominante de la misma manera que había encarado la muerte, tal y como destacó el obispo de la Diócesis, José Luis Retana, que pudo estar presente en su ordenación como carmelita.
El prelado destacó que el ejemplo de Pablo tenía «trascendencia mundial» y lo puso como ejemplo de santidad. «Hay que mirar a Pablo como a otros santos. La forma de afrontar su muerte me sigue conmoviendo. Somos testigos de un hecho extraordinario», confesó el prelado de la Diócesis mientras que trasladaba a los padres de Pablo, Mari Carmen y Ricardo, todo su cariño.
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