«Mi peor pesadilla empezó cuando hice mi primera apuesta deportiva y me tocaron 6.400 euros». Son las palabras con las que Fran recuerda el comienzo de la peor experiencia que ha vivido en su vida: ser adicto al juego.
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Fue en el 2015 y a raíz del consejo que le dio el que era uno de sus amigos por aquel entonces. «Echar una quiniela es más difícil que hacer una apuesta deportiva», le aseguró. Y, desde entonces, empezó a meterse en el que califica como «el pozo de los pozos».
Ahora, con 40 años recién cumplidos, se emociona al escuchar hablar de la Asociación Salmantina de Jugadores de Azar en Rehabilitación (ASALJAR), donde ha recuperado su autonomía y, en definitiva, su vida. «No paraba de pedirle dinero a la gente que me rodeaba. De hecho, llegué a deberle dinero a 167 personas y a tener una deuda de 55.000 euros», asegura Fran, resaltando lo difícil que resultó ser para su madre el momento en el que se empezó a dar cuenta de que su hijo padecía un problema que parecía no tener final.
«La primera vez que llamé a las puertas de ASALJAR fue gracias a mi madre. Por aquel entonces, yo no era consciente de que mi vida iba a cambiar para bien. No quería ir. Me llevó obligado. Llegué a la asociación después de que, en la Seguridad Social, me dijeran que la única solución que tenía mi problema era que dejara de jugar y que, de una vez por todas, ahorrara. Ese día, cuando escuché eso, me fui directamente a un local de juego. Escuchar historias más graves que la mía hizo que mi cabeza explotara y que me empezara a tomar en serio el hecho de que sufría una enfermedad», rememora, haciendo énfasis en que estuvo mucho tiempo pensando en que únicamente tenía mala suerte y en que tenía que seguir apostando hasta ganar dinero: «Si no hubiera ido a ASALJAR, no sé qué hubiese sido de mi vida. Hacer terapia con todos sus profesionales me ha salvado. Ahora, soy otro».
Respecto al control y a las medidas que ponen en funcionamiento autoridades e instituciones para prevenir que adolescentes y jóvenes caigan en este 'pozo', Fran lo tiene claro: el esfuerzo que se hace no es suficiente y no logra calar hondo.
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«Todavía hay programas deportivos que, con sus anuncios, incitan a no parar de apostar», asegura Fran, que pide que, de una vez por todas, se le dé la importancia que tiene que tener a una adicción que resulta ser incluso más grave que la relacionada con el consumo de sustancias: «Como la ludopatía es difícil de ver, a veces no se le da la importancia que verdaderamente tiene. Muchos de los contenidos que están a la vista de los jóvenes fomentan el vicio a los juegos de azar».
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