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Tenía tan solo 23 años cuando ETA puso una bomba en el aeropuerto de Reus. Ocurrió el 20 de julio de 1996 y llevaba apenas 20 días en el servicio como guardia civil. Desde ese día, Juan José Mateos, natural de Ciudad Rodrigo lleva más de 30 años luchando contra el olvido. Accedió al cuerpo en el año 95 y salió destinado a la Costa Dorada, concretamente en Vila-seca, un pueblo al lado de Salou cuando quedó «por desgraciada unido a ETA toda la vida». Aquel día sufrió los efectos de un artefacto explosivo colocado por la banda terrorista en el hall del aeropuerto del municipio tarraconense, en el cual realizaba el servicio de seguridad y control de pasajeros: «Hubo un aviso de bomba, el director del aeropuerto y la Guardia Civil de Inchaurrondo hicieron gestiones revisando el diario Gara—donde anunciaban todas sus acciones y atentados de manera encubierta—, y dijeron que sí, que se tomasen medidas. Y mientras hacía una supervisión del hall se produjo la explosión», recuerda emocionado a LA GACETA.
En ese momento iba acompañado de una señora de la limpieza cuando su cuerpo le sirvió de parapeto: «Salíamos de revisar los aseos de mujeres cuando explotó. Yo salí despedido pero el explosivo utilizó como metralla todo el material que había en la papelera y por el suelo e impactó en ella de manera directa. Finalmente falleció y yo tuve muchas secuelas tanto físicas como psicológicas. Fue duro, una experiencia muy violenta…», destaca con la voz entrecortada.
Tras el estruendo, Juan José perdió la consciencia, pero cuando la recuperó se unió rápidamente a las labores de rescate junto a sus otros tres compañeros para intentar, de alguna manera, controlar una situación que describe como un «auténtico caos» donde hubo 33 heridos muy graves. «Tres guardias civiles y yo, con heridas, tuvimos que enfrentarnos a una situación irrepetible. He estado en otros atentados, pero desde luego ese me marcó de por vida».
A pesar de ello, jamás pensó en abandonar el Cuerpo, al que ha prestado casi 30 años de servicio. Tenía claro que quería continuar y acceder al G.A.R. (Grupo Antiterrorista Rural), en la actualidad Grupo de Acción Rápida (GAR). Y así fue. «Pasé por Burgos, hice el curso y fui destinado al G.A.R. donde estuve en primera línea en unos años no tan duros como los 80, pero en los inicios de la 'socialización del sufrimiento' a raíz de asesinato de Gregorio Ordóñez».
Posteriormente pasó a Tráfico y se especializó en Criminalística en Policía Judicial realizando los cursos de especialización en: adiestramientos especiales, motorista de la agrupación de tráfico y policía judicial, en el EDOA (Equipos de Delincuencia organizada y Antidroga), en equipos de Patrimonio, Personas y todo lo relacionado con Criminalística).
Es autor de varios libros, entre ellos de 'Eterno teniente coronel Jesús Gayoso' que recoge 100 testimonios y 300 imágenes de la vida del fallecido jefe del G.A.R.; de 'Los Verdugos Voluntarios'; 'Pikoletos' e 'Inocentes: las otras víctimas de la ETA'. «He estrenado la octava edición de 'Pikoletos' y se han vendido miles de ejemplares, incluso han comprado los derechos de autor para hacer una serie que está muy parada por la situación política y la censura. Cuento mi etapa en la lucha antiterrorista y las operaciones del G.A.R. Posteriormente me vi en la obligación de escribir 'Inocentes' que me prologa Fernando Savater. En sus páginas recojo 16 testimonios reales con nombres y apellidos. La gran mayoría de viudas, huérfanos y personas víctimas de ETA que no se conocen. Narran cómo fue el atentado, el impacto directo, el día después, las cartas y amenazas que recibieron…»
En la comunidad autónoma vasca, donde actualmente vive Juan José, se cometieron «577 atentados y 167 personas fueron asesinadas por la banda», apunta Mateos. Un «dolor» y un «miedo» que, según el guardia civil, continúa vivo: «Aquí hablar de ETA es un tema tabú. Tengo vecinos que, en voz baja, me felicitan por los libros y me dicen que soy un valiente, pero no, valiente es Savater o aquel concejal de pueblo que fue asesinato por estos criminales. La población vasca continúa con miedo porque el daño que ha hecho ETA ha sido incalculable».
Respecto a la nueva reforma legal que podría rebajar la pena a decenas de etarras, Mateos lo describe como una «auténtica infamia»: «El Gobierno tiene que mantener el poder y está tirando de quienes se lo van a dar sin mirar por el bienestar de los españoles, sino por el de una comunidad de criminales que ha hecho mucho daño a nuestro país durante años».
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