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El 13 de diciembre de 2010, el corazón de Enrique Morente se apagaba dejando al flamenco ‘huérfano’, pero quedando en la memoria de la amplísima estirpe de cantaores que, siguiendo la huella que dejó, han sabido continuar su periplo como gran renovador del género.
En la continuidad de la estela del granadino, mucho han tenido que ver su mujer, Aurora Carbonell, y sus hijos, Estrella, Kiki y Soleá, que siempre le han mentado haciendo arte tocando todos los palos, mezclando melodías y adaptándose a los estilos más actuales. Su primogénita, fanática de La Niña de los Peines, Camarón, Marchena y Vallejo, la más reconocida, quizás haya sido la más fiel a su legado. Ella misma lo admite. Al igual que lo hacía su padre, siempre intenta volver a los orígenes para tomar impulso.
Mañana, sábado, 11 de marzo, Estrella Morente (Granada, 1980) regresa a Salamanca, a la que se refiere como “tierra suya”, parafraseando a Rafael Farina, para “dejar sin palabras” al público charro y calar hondo en el Centro de las Artes Escénicas y de la Música.
¿Cómo empezó Estrella Morente en la música? ¿Qué recuerda de sus primeros pasos?
—Mis principios fueron de una manera muy natural porque la música siempre ha sido el pan de mi casa. Desde bien pequeñita, tuve la curiosidad y la necesidad de profundizar en los clásicos. Empecé a escuchar a La Niña de los Peines, a Vallejo, a Marchena, a Juanito Valderrama... Todo partió de un auténtico chorreo de música. Cuando mis hermanos y yo éramos niños, siempre tuvimos un abanico bastante extenso para escuchar y elegir.
¿Qué es para usted el flamenco?
—Es un estilo de música único en el mundo. Después de mi familia, es mi mayor pasión. Es una palabra universal. Con ella, te puedes referir a los pájaros, a la pintura o a un género que te llega al alma. En mi caso, surge de lo más profundo de mi corazón y va destinado al mundo entero.
Usted no solo canta flamenco. También canta copla. ¿Esa transición tiene un porqué?
—Para los Morente, la copla siempre ha sido un género muy importante. Nos caracteriza muchísimo. Ha sido cantada por grandes intérpretes nacidos en nuestra tierra, que es Granada. Con ella, puedes contar una película de dos horas en tres minutos. Es la banda sonora de toda la gente que pasó por la posguerra, cuando se escuchaban aquellas radios en las que tanto se intentaba mitigar la hambruna y el sufrimiento.
Hablemos de su primer disco. Fue el de ‘Mi cante y un poema’, producido por su padre. ¿Qué supuso para usted iniciarse en el mundillo sin soltar su mano?
—Mi padre siempre hacía las cosas de manera tan grandiosa y tan humilde que nos enseñó a crecer en la escuela de querer aprender constantemente. Nunca nos planteamos que el disco fuese a marcar la historia, pero yo sabía que mi padre conocía de primera mano lo que quería hacer. Es una producción inigualable.
Hace poco, tuvo la oportunidad de subirse al escenario por primera vez junto a sus hermanos, Kiki y Soleá. Lo hicieron para homenajear a su padre con el espectáculo ‘La calle del aire’, con el que también celebraron la Navidad. ¿Qué supuso para usted poder cantar con ellos?
—Para mí, ‘La calle del aire’ ha supuesto un estímulo especial. Al final, no es lo mismo coincidir con tu familia por gusto en una fiesta que hacerlo en casa, dedicándole horas a un trabajo que vais a sacar en común, sabiendo que la admiración es común. Ha sido una verdadera delicia. Yo no hacía otra cosa que mirar hacia los lados y veía a Enrique, que es el cantaor del siglo XXI y, por el otro lado, veía a Soleá, que es una voz de cristal y de fuego.
Háblenos del proceso creativo de Estrella Morente. ¿Cómo sucede el acercamiento a cada proyecto?
—A mí, desde siempre, la improvisación de grabar, componer y ensayar me llega en cualquier momento.
En el disco ‘Mujeres’, hace un homenaje a las grandes voces femeninas del siglo XX y le dedica una canción a Rocío Jurado. ¿Por qué ella? ¿Cómo se fraguó ese disco?
—Me has tocado una fibra muy sensible porque, si te soy sincera, es algo que no estaba planeado. El homenaje a Rocío con el ‘Volver al Sur’ es un tango. El haber podido dedicarle esta canción cuando estaba tan enferma ha sido increíble. Rocío tenía una voz magistral porque cantaba con un sentimiento increíble. Fue, es y siempre será una voz universal porque siempre gustaba en todos los sitios.
Si algo ha demostrado el flamenco ha sido su capacidad de transformarse, de enriquecerse y de enriquecer con los valores que han ido surgiendo. Siempre está en constante evolución. ¿Qué fuerza tiene para crear dinastías como la de los Morente?
—El trabajo que hay detrás de él tiene mucho mérito y mucha magia. Es muy poderoso. Mi padre era muy humilde y se consideraba a sí mismo como el eterno discípulo. Para mis hermanos y para mí, llevar el apellido Morente es un orgullo porque es sinónimo de sacrificio, de entrega, de verdad y de honradez. Esa es la escuela que nos dejó nuestro padre, que no puede ser mejor. Con el flamenco, él se abanderaba a las causas que le llevaron a ser Enrique Morente. Su obra era buena para él, pero llenaba a todos y ha llenado por generaciones. Yo siempre digo que tenía hijos biológicos, pero también dejó a muchos en el flamenco.
¿Cómo sale una artista al escenario sabedora de que el patio de butacas está lleno?
—Ese es el premio. No hay medalla más importante que lo que supone que la gente dedique parte de su tiempo a seguirte y a escucharte. Si algún día recibo un reconocimiento, será por toda la gente que ha llenado los patios de butacas por los que he pasado. Cada día que me levanto, siento la necesidad de que la gente se aísle de sus problemas gracias a lo que hago. Bendito arte.
¿Qué supone para usted actuar en una ciudad en la que la cultura se vive tanto como lo es Salamanca?
—Para mí, todo el mundo tiene el mismo respeto porque se lo merece. Esté donde esté y actúe donde actúe, siempre voy a estar feliz y me voy a entregar al máximo. En Salamanca, tengo gente a la que quiero mucho. Salamanca es tierra mía, tal y como diría el maestro Farina. Tengo familia allí, mi marido se formó allí como torero, mis hijos han paseado mucho por sus calles... Salamanca es una tierra de la que lo hemos saboreado todo. Estoy loca por entregarles mi garganta y mi corazón.
¿Qué le diría a su padre si pudiera reencontrarse con él ahora mismo?
—Me quedaría sin palabras, pero las miradas se encargarían de decirlo todo. Mi padre y yo siempre nos entendíamos con mirarnos a los ojos.
Por curiosidad... ¿Qué canta Estrella Morente cuando está en su casa?
—Teniendo hijos jóvenes... Desde Bruno Mars a Beyoncé, pasando por Michael Jackson y sin olvidar a los clásicos. En casa, nos emocionamos con todo. Tenemos una afición por la música, que es y siempre será interminable.
¿Algún consejo para los jóvenes que se están iniciando en un mundo tan bonito como el del flamenco?
—Lo más bonito que hay es aprender partiendo de lo clásico. No me gusta dar consejos porque creo que me queda muchísimo por hacer, pero siempre está bien rememorar los orígenes. Siempre hay que mirar hacia atrás para coger impulso.
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