La salmantina Carmen Barrado regenta desde hace más de 45 años un mítico quiosco en el paseo de Canalejas 84-86, un lugar estratégico que atrae a clientela de diferentes barrios, gente trabajadora de la zona y familias de colegios cercanos.
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Pero la ubicación de este negocio no es pura casualidad, como tampoco lo es el oficio al que Barrado ha entregado su vida. Ella se ha convertido en la tercera generación de quiosqueros de una familia y con orgullo habla del negocio que gestionaba su abuelo. «Hace más de cien años abrió un quiosco de hierro que se encontraba situado justo enfrente del local que tenemos hoy en Canalejas. Cuando se jubiló, lo cogió mi padre Lázaro Barrado y después yo continué en el oficio, pero ya lo hice en un local», manifiesta la dueña. Ahora es precisamente su padre el que, con 85 años, se encuentra diariamente junto a ella en el mostrador para hacerle compañía.
La quiosquera, que estudió Corte y Confección, recuerda acompañar a su padre en el quiosco de hierro desde que tenía prácticamente uso de razón, aunque confiesa que fue con catorce años cuando comenzó a afrontar las primeras responsabilidades en el negocio. «Me encargaba que llevase la prensa a Jesuitas y a alguna residencia. Aprendí todo lo que sé gracias a mi padre y ya llevo 45 años en este local», explica Barrado. Una de las cosas que más agradece la quiosquera de su trabajo son las 'buenas migas' que hace con sus clientes. Algunos son habituales de estos más de cuarenta años de trayectoria, otros son clientes de su padre y otros los hijos y nietos de aquellos que compraban diariamente la prensa a su abuelo. «Es gratificante que se acuerden de algunas anécdotas, que te pregunten por tu estado de salud o que se preocupen si un día no te ven de ánimo. Hay clientes a los que cogemos especial cariño porque vienen todos los días», manifiesta la quiosquera.
No obstante, no es oro todo lo que reluce. Estar al frente de un negocio supone un plus de responsabilidad y dedicación. «Hacemos muchas muchas horas y es un trabajo duro. De momento no tenemos relevo generacional porque mi hijo está estudiando para dedicarse a otra cosa. Este negocio es bastante esclavo y me gustaría que él pudiese gozar de la tranquilidad que yo no he tenido», recalca la dueña.
Ante el escaso porcentaje de jóvenes que apuestan por los oficios como opción de futuro, la quiosquera pone el foco en la importancia de trabajar duro y amar lo que haces. «Si quieres tener éxito en un negocio hay que trabajarlo y la gente joven tiene que tener querencia al trabajo. Emprender un negocio es muy duro y siempre hay contratiempos y situaciones que no controlas o desconoces», asegura Barrado. Después de toda una vida entregada a su quiosco, la salmantina se jubilará tras los próximos siete años.
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