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El conflicto árabe-israelí ha vuelto a saltar por los aires. Son dos realidades antagónicas que se separan por simples muros. La delgada línea entre la paz y la guerra es tan débil en rincones del planeta como este que nunca se sabe en qué estado bélico se encuentran. En medio de ese caos en Jerusalén, a escasos metros de Cisjordania, hay 'territorio salmantino'. Son las instalaciones del Instituto Español Bíblico Arqueológico de la Universidad Pontificia de Salamanca en la ciudad de los montes de Judea, también conocida como la Casa de Santiago.
«Estamos a escasos metros del muro y en un barrio árabe. Las cosas se pusieron difíciles en los últimos días y he tenido que ir a un hotel del Vaticano que se llama Notre Dame con otros sacerdotes para estar más seguro», indica a este diario el sacerdote Juan Antonio Ruiz Rodrigo, director del Instituto Español bíblico Arqueológico en Jerusalén.
Este religioso responsable de esta especie de embajada pontificia en Jerusalén está acostumbrado a vivir a pocos metros del muro que separa Cisjordania e Israel donde las hostilidades son el pan de cada día. «Antes de que explotara de nuevo el conflicto siempre tiran piedras y demás, pero es que desde que hubo los atentados y se ha desatado la violencia y el clima aquí ya es muy peligroso. Entonces, unos sacerdotes me dijeron que no me quedara aquí y que sería mejor que me trasladara con ellos a una zona más segura, no tan cerca del muro», describe Juan Antonio Ruiz.
El director de la Casa de Santiago explica que justo unos días antes de que se intensificara el conflicto se habían ido dos sacerdotes investigadores bíblicos que estaban alojados en esta residencia de la Universidad Pontificia de Salamanca de nueve plazas. Juan Antonio Ruiz ahora ha tenido que suspender la llegada de otro grupo ya que la zona no es nada segura y el recinto no puede acoger a nadie debido a que no se puede garantizar su seguridad.
«Ahora no hay nadie allí. Yo voy todas las mañanas para ver cómo está todo, pero no duermo allí», recalca Juan Antonio Ruiz. «Cuando estoy por las calles próximas al centro no veo a casi nadie. Hay mucho miedo a salir a la calle y es que la situación está muy tensa», describe Ruiz, mientras que remarca que ya no es extraño escuchar las alarmas antiaéreas en las últimas horas.
Una de las múltiples incertidumbres que sobrevuelan la zona es qué hacer ahora o si moverse o no de allí. «He estado hablando con el cónsul español y nos dice que hay que esperar a que Israel tome el mando de la situación y tenga controlado a Hamas», indica el sacerdote mientras que atiende a este diario desde Jerusalén a la espera de que la situación se enfríe en una de las oleadas de violencia más grandes que se recuerdan en los últimos años en Oriente Medio.
Eso sí, no le falta el apoyo telefónico del rector de la Universidad Pontificia, Santiago García-Jalón de la Lama, quien está en permanente contacto con él para ver cómo evoluciona la situación.
Por suerte no hay ningún hués
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