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Jueves, 26 de mayo 2022, 14:12
Sofía ronda los 30 años desde que nació en su Cuba natal, pero solo un año desde que no murió en Salamanca. Esta semana, con un talante casi angelical, se plantó delante de un auditorio para hablarles de demonios. Para explicarles por qué quiso suicidarse, cómo llegó a ese punto tan extremo y qué herramientas utilizó para salir de esa situación. De paso, lanzó también “una crítica a la sobremedicación” que, en su caso, le impedía “ser consciente de que podía tomar control de la situación.
La Asociación Salud Mental Salamanca organizó esta semana una importante charla sobre el suicidio: cómo detectar las señales y cómo prevenirlo.
“Si yo hubiera recibido una educación al respecto, habría sabido que existe este problema, que no es solo mío y habría acudido mucho antes a un grupo de apoyo como el de AFEMC”, explicó Sofía en su testimonio.
Su historia arranca con apenas 15 años. Era una joven a la que sus amigas le advertían de que tenía “un comportamiento errático e impulsivo” que ella se niega a reconocer. “Tardé en asumir que era cierto y que algo tenía, pero como no quería reparar en ello bebía de más. Lo de beber me funcionaba, pero llegó un punto en el que el alcohol me hacía daño, no podía seguir bebiendo y me tuve que enfrentar a cómo era mi vida, pero ya sin alcohol”, recuerda.
A los 23 años todos sus problemas se acumularon y se produjo una crisis extrema. “Se me fue de las manos”, resume.
Llegaron tiempos de medicación, ingreso y ganas de cambiar, pero también de debilidad: “Sentía que podía recaer en cualquier momento y tratar de hacerme daño”. Así hasta el día clave -hace un año- en el que alcanzó ese cenit de desesperación y confusión que la llevaron al intento definitivo. “Me frenó mi pareja. Me llevaron rápidamente al Hospital y me medicaron, pero tan pronto como volví a casa lo intenté otra vez”, detalla.
Lo recuerdo todo como “tiempos muy feos”, expresa. “El concepto que usan los médicos para ese estado es que estás disociado. A mí me parecía que todo estaba físicamente borroso a mi alrededor y no actúas por un pensamiento normal”, dice.
¿Y por qué? Es la pregunta -un pelín impertinente- que siempre hace cualquier persona que, ni de lejos, se haya visto en esa situación: ¿Cómo es posible que hicieras eso? Sofía responde segura: “Pues porque tienes la sensación de que no quieres vivir. Porque en realidad estás malviviendo o simplemente sobreviviendo y en ese momento crees que siempre va a ser así”.
Tras su internamiento, Sofía habla de “un clic” que le hizo avanzar “con ganas de salir adelante”. “Me marché un tiempo con amigos, cambié de aires y de ideas y empecé a hacer cosas que me ilusionaban. Necesitaba conocerme a mí misma y tener motivaciones. Ya no era solo sobrevivir, sino vivir con deseo. De repente tuve proyectos y desde entonces no tengo miedo a las recaídas”.
Así lo vivió y así lo contó.
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